Es indudable la violencia social que azota al país y los niveles que ha alcanzado, en especial en las zonas urbanas. Es indudable la creciente escalada del discurso sobre violencia e inseguridad. Es indudable la profesionalización de los medios en tanto provocadores del miedo. Es indudable el miedo de la ciudadanía y la percepción de caos, desorden, violencia e inseguridad. Es indudable la "angustia cultural" en que vive la mayoría de los habitantes de la ciudad.
"Muchas ciudades hoy parecieran (…) maldecidas por los dioses…", afirma enfáticamente Jesús Martín-Barbero; maldición que deviene tanto de los aspectos subjetivos (la percepción de la ciudadanía de una realidad angustiosa e incontrolable) como de los aspectos objetivos de la violencia e inseguridad. Y entre ambas realidades -subjetiva y objetiva- el tratamiento informativo del tema promueve una "representación falaz de la realidad". Falacia que descansa en la representación de los hechos y sus proporciones, en las visiones y explicaciones que ofrece, en la construcción de causas y consecuencias, y en las repercusiones sociales y éticas. Representación que la población asume como verdadera y equivalente a la realidad, generando la percepción de una sociedad insegura y violenta y la sensación de desprotección de la ciudadanía.
Estudios realizados desde finales de los noventa han demostrado "una notoria brecha entre los niveles de victimización y grados de temor de la ciudadanía. Y han señalado algunas estrategias en la producción de la información que incrementan esa distancia: potenciación del drama humano y espectacularización de la noticia; titulares convertidos en estrategia de atracción de consumidores de noticias; ausencia de relación entre titular y contenido; contradicciones e incoherencias en el contenido de la información; contenidos que inducen a juicios de valor, morales o victimizantes de personas o situaciones; magnificación de los hechos con adjetivos y superlativos diversos, entre otros sesgos informativos.
Una ciudadanía poseída por "la angustia cultural" y el miedo, convencida de habitar en una de las ciudades más inseguras del mundo. Devenidos sus habitantes en seres extraños, ajenos al espacio que habitan, desconocen objetos y personas y no se reconocen a sí mismos como de ese lugar.
maryclens@yahoo.com
