Luchar contra las desviaciones y reivindicar la crítica

Vivimos en la actualidad un proceso político con una intensidad bastante fuerte, el pueblo dejó  la pasividad a la cual fue sometida por la democracia burguesa Adeco-Copeyana y pasó al activismo político como una forma que le permitiera resolver sus problemas, esto en consecuencia desarrolla en la gente una conciencia propia, capaz de evaluar la gestión pública de una forma mucho mas congruente y con la posibilidad que ha permitido la propuesta Bolivariana de cambio. 

Sin embargo siendo el pueblo el actor protagónico dentro del proceso como quien interpela   la acción pública, muchas veces esas voces de descontento o de reacción crítica ante lo que consideran una mala praxis no termina siendo tomado en cuenta por quienes ostentan el poder de decisión en las instituciones públicas y esto desde los más altos cargos hasta representaciones locales, puesto que el Estado conocido heredado funciona de esta manera.   

Adicionalmente se generan prácticas de absoluta representatividad y se asume el rol del “poder fetichizado” planteado por Dussel cuando la práctica del “poder obedencial” debería ser la mejor vía, esto porque aunque con buena intención se pretenda imponer políticas a las comunidades por considerar un grupo de expertos la mejor solución no responden necesariamente a la mayoría de los casos.  Es entonces cuando quienes hacen una crítica al respecto son considerados de manera casi automática de contrarrevolucionarios y sometidos a la persecución y el escarnio público, lo que da muestras de una clara desviación derechista dentro de las filas del proceso político revolucionario. 

En todo caso vemos como el reciente caso de Samán ha generado una serie de polémicas dentro de la izquierda Venezolana, que van desde posiciones inexplicablemente conservadoras hasta radicalismos en extremo.  Sin duda lo que si es cierto aunque esto sea algo muy subjetivo; es que la crítica debe darse como parte de la construcción colectiva dado por los enfoques altamente revolucionarios tales como la pedagogía crítica y el materialismo dialéctico como bases científicas del aprender haciendo o como diría Serrat “haciendo camino al andar”. 

No puede someterse la crítica a un proceso de persecución, difamación o de escarnio público; por el contrario debe revisarse desde la conciencia y ética revolucionaria.  Recuerdo que uno de los elementos que mayormente marcó a mi generación (la de los 90) como parte del modelo neoliberal impuesto a nuestro país fue la la corrupción; esa figura atada siempre a las clases mas pudientes al servicio del capitalismo, sin embargo vemos como hoy aun persisten esas prácticas, en contraposición con el objetivo de hacer un gobierno diferente; sin duda alguna el Presidente Chávez es el líder de este proceso porque su visión estratégica y su moral revolucionaria es consecuente con sus ideales, sin embargo un anillo burocratizado lo ha venido separando de su pueblo, es él quien termina acercándose a las grandes masas pero en nuestras instituciones no hemos generado el puente necesario para que el de a pie se sienta parte integral del proceso. 

Superar estos vicios sugieren en primera instancia ir eliminando los viejos vicios de las corrientes estalinistas del partido, transformando la forma de hacer estado pero con capacidad técnica y política, además de fortalecer el poder popular con una visión pluralista, y con ello no me refiero a negociar con la derecha política sino con el pueblo descontento y crítico a los que la revolución Bolivariana les devolvió sus voces, y como diría un amigo desde la lealtad que compromete a todo revolucionario ser crítico para retomar la senda correcta hacia la construcción del socialismo. 

      “Para avanzar hacia la sociedad socialista que queremos, necesitamos sustituir el Estado capitalista burgués por un Estado Socialista. El nuevo estado esbozado, avanza hacia el estado comunal planificado y orgánico cuya concreción se da por la interacción dialéctica entre las viejas células organizativas, poco dinámicas y obsoletas y las nuevas formas organizativas superiores como las comunas, consejos comunales, consejos revolucionarios de trabajadores y trabajadoras, consejos revolucionarios de estudiantes, entre otros.

      El partido, junto al pueblo, debe afianzar la lucha contra la corrupción, creando las condiciones y los mecanismos para combatir este vicioenquistado en las estructuras del Estado burgués, que promueve la degradación moral y ética de las instituciones y del ser humano, generando prácticas que riñen con los principios éticos; en consecuencia, se debe promover la búsqueda incesante de la transformación revolucionaria de la conciencia del deber social, aunado con la aplicación de elementos jurídicos que liquiden la impunidad, castigando implacablemente hechos que atenten contra la ética y la moral pública. Todo acto de corrupción es un acto contra revolucionario, el Partido trabajará en el fortalecimiento de la ética revolucionaria, que es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre el discurso y la acción”. Libro Rojo del PSUV 

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Nelson Ortega

Aprendíz de Socialista, Bolivariano, Investigador, Planificador Ingeniero en Informática, Diplomado en Innovación Tecnológica, Msc. Planificación Global. www.masrevolucion,blogspot.com

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