Nuevamente el principal partido de la revolución bolivariana, el Psuv, intenta en su corta historia establecer una estructura organizativa de base que le permita a su liderazgo mantenerse en contacto con ese fenómeno bio-psico-social que se conoce como “estado de ánimo de las masas”. Si antes fueron los batallones, después vinieron las patrullas de hasta 30 militantes, y ahora se habla de las “patrullas de vanguardia”, adjetivo calificativo que se supone involucra una categoría de militantes muy particular.
Dadas precisamente las particularidades del proceso de cambios revolucionarios que experimenta Venezuela, esas “masas” han depositado hasta ahora toda su confianza prácticamente en un solo hombre cuyo liderazgo sin duda alguna ha permitido mantener a los bolivarianos y bolivarianas unidos y avanzar en conquistas políticas trascendentales en apenas un poco más de una década.
Si se quiere, en todo este tiempo ha operado exitosamente una variable psicológica que más que imbuida de razón, lo ha estado de pasión, o si se quiere de sugestión, y hasta del inevitable cuan necesario en una primera etapa, mesianismo. Pero pueden llegar momentos cruciales en que esa "masas" no se movilizan si no ven a su líder al frente, conduciéndolas una vez más hacia otra de las trascendentales metas, de las muchas que tiene planteada, la revolución bolivariana en procura de la definitiva redención del ser humano por lo menos en esta tierra de gracia.
Los primeros días después de conocerse la situación de salud de Chávez, sirvieron tal vez como un buen calibrador de hasta qué grado -y los riesgos que ello implica para la continuidad de la revolución-, que esa situación sea la que predomine aún hoy. Entre la militancia lo que cundía era la incertidumbre, el desasosiego, el “¡ahora quién podrá salvarnos!”. Pudiera decirse incluso que hubo una cierta parálisis desde los niveles más altos hasta los más bajos de ese activo humano que día a día viabiliza con su accionar social las decisiones del máximo liderazgo revolucionario.
No sería para nada serio pedirle a la militancia actual del Psuv niveles elevados de compromiso revolucionario, cuando para ese militante los referentes de esa conducta quedaron sepultados por décadas de satanización, cuando no criminalización, llevadas adelante por los sectores de clase dominantes, la burguesía y su aparato ideológico –medios de comunicación mediante-; claro está, obedeciendo los dictámenes del imperio, y entre los que destacaría acabar con los partidos y movimientos sociales revolucionarios que amenazaren su hegemonía imperial y de clase explotadora.
Es lamentable incluso que sectores a interior del Psuv –los que medran del asambleísmo y la montonera-, asuman hoy esa postura, y que en vez de valorar el aporte de estas organizaciones en la historia de la construcción del partido de la revolución venezolana, prefieran machacar en cada aparición pública sobre sus errores. Más grave aún cuando como se sabe, mucho de éstos tuvieron como causa principal el trabajo de infiltración, de división y de traición, en el que se afanó la CIA, ¿qué duda cabe hoy?, para impedir que el principal país proveedor de petróleo barato y más cercano a las refinerías de EE. UU., hiciera algún día su revolución socialista.
He aquí, que tal vez sea necesario valerse del ejemplo del mismísimo Chávez,
- hoy ciertamente el principal, cuando no el único, referente con vida para la militancia que se conozca, de lo que es una verdadera militancia revolucionaria. Posiblemente éste actuó como un leninista sin saberlo desde que comenzó a conspirar en el seno de la Academia Militar. Siempre menciona su encuentro con un ejemplar del libro “¿Qué hacer”? del gran bolchevique cuando requisaba en labores anti guerrilleras la maleta de un vehículo.
Pues bien, Chávez habría actuado desde entonces y en primerísimo primer lugar como un profesional de la revolución; y en segundo y derivado de lo primero, como un conspirador. Ello implica tener presente que su triunfo y avance requiere del trabajo individual y colectivo metódico (¡científico!), planificado, organizado, crítico y autocrítico, creativo, con estudio y con mística (constancia y perseverancia en vez de facilismo), y de todos los días.
Al valerse Chávez del cognomento patrulla, quizá lo que hizo fue extrapolar todos los referentes de la antigua célula revolucionaria a éste, con los aditamentos de la “movilidad” y de la “vigilancia permanente”, de connotación más militar,-asimilado tambiénpor la teoría leninista-, y que no es sino el despliegue y accionar en un territorio determinado. Y ello tiene un fundamento esencial: al igual que la célula, la patrulla es una estructura cuyo accionar exige una nueva calidad de integrantes, la cual no es otra que su capacidad para conducirse en su microentorno social bajo los preceptos leninistas mencionados más arriba.
Es precisamente la pasantía por la patrulla-célula, la principal escuela de revolucionarios y revolucionarias, de donde gracias a la influencia de estas esenciales particularidades surgirán las y los cuadros que requiere la revolución bolivariana para su continuidad. Mejor aún, si sus portadores y portadoras muestran permanentemente una férrea voluntad por ser los mejores en todos los ámbitos y roles que desempeñen, siendo el más excelso tal vez el de ser amantes del género humano, la justicia y la igualdad para todos y todas. Es decir, ser un verdadero socialista bolivariano.