La caída de la Cuarta República provocó estos amoríos de sol y sombra, agridulces, de te odio y te quiero. Irene Sáez y Luis Alfaro Ucero los sufrieron hasta que la primera llegó a Copei “a devolver la tarjeta que nunca me perteneció” y al segundo, le cambiaron la cerradura y el candado en su casa de AD cuando todavía era, nada menos, que el caudillo y candidato del “partidos del pueblo”.
Antonio Ledezma se irradió de Acción Democrática cuando pertenecer a esa tolda rayaba. Ramos Allup nunca se lo perdonó y hoy lo tiene sometido a humillantes pruebas. Por eso el alcalde metropolitano anda convocando a la gran unidad del pueblo adeco, donde incluye desde Liliana Hernández hasta Pablo Pérez. “No me dejen solo”, le rogó Ledezma al viejo partido, o mejor, a Ramos Allup, quien lo mira y no lo traga.
Son tiempos de reencuentros, reconciliaciones y encueramientos oportunos. El 7 de octubre de 2012 da esas peperas estacionales. El CNE, al anunciar la fecha mágica, alborotó las ganas de arrejuntarse. ¡Unidad o muerte!, redundan en la mesa de la “unidad”, por lo menos de la boca para afuera. AD hizo una fiesta por sus 70 años y todo el mundo opositor se hizo presente, menos el precandidato Henrique Capriles Radonsky. Siempre hay una excepción, “algún majunche pretencioso”, como dijo el secretario parroquial de Mamera. El gobernador de Miranda mandó a decir que estaba en el recreo, inaugurando una escuelita. ¡Miriñaque!, exclamó una vieja adeca, curtida de cobas y promesas.
Los bloques no se unieron en la mesa como esperaba el ideólogo Ramos Allup, esto es, socialdemócratas, socialcristianos y neoliberales con sus iguales. Nada de eso. Desde que la ultraizquierda se maridó allí con la ultraderecha, se desató la promiscuidad ideológica. La humanidad asistía, al menos en Venezuela, al escuálido fin de la historia, como advirtió el japonés que masca chicle, Fukuyama.
Otra vez, todos quieren el apoyo de AD –setentona y picarona-, pero sin que nadie lo sepa. Capriles Radonsky ya atrajo su parte del chiripero. Los partidos fuertes de la Mud, más que la derrota de Chávez, se juegan su supervivencia. Lo demás es cuento. Un triunfo interno de Primero Justicia sería el fin de AD, Copei y Un Nuevo Tiempo. Igual si gana la tolda del filósofo del lago, mejor conocido como “el sacrificado de Lima”. Morir nunca es bueno, ni siquiera en nombre de la unidad.
Causa R anunció su apoyo a Capriles Radonsky como candidato. Pero esta decisión le enajena el respaldo de AD en su aspiración a la gobernación de Bolívar. Sin el voto blanco, Andrés Velásquez no tiene vida en Guayana ni para la más remota alcaldía. El enredo se repite en Lara, con Henri Falcón, Alfredo Ramos y Sobella Mejías. Y en Sucre y en el Zulia y en el Táchira y en Carabobo y no pare de contar.
Si Ledezma le hace ojitos a su vieja AD, a la que un día sacudió como polvo del camino, igual guiño le envía Alvarez Paz a su antaño Copei, del que una tarde de otoño se alejó. Las viejas novias se revalorizan. Hay algo de nostalgia y bolero en el ambiente. El olor de pasado y naftalina hace añorar a la Cuarta República. Los jóvenes “manos blancas” se amanceban con las arrugas de un bipartidismo maquillado, de un puntofijismo con botox y silicone, llámese Primero Justicia (ayer Copei) o Un Nuevo Tiempo (antier AD).
Necesito tus votos, pero tu apoyo me raya. El mejor respaldo, como el amor furtivo, es a la sombra. Pero AD como Copei ya se cansaron del triste papel de malqueridas, del desaforado amor nocturno y el hiriente rechazo con el alba. “Amar duele”, gimen en la casa nacional del partido. Estas veteranas saben que ellas estorban, pero también que, sin ellas, no hay vida en la Mud. Con pasión desesperada, la cuarta república vuelve por sus nietos.
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