Después de 72 días de “paro” médico a nivel nacional el mismo se levanta a partir de la reunión del vicepresidente Jaua (incluida participación telefónica del presidente Chávez) con los directivos de las sociedades médicas de los hospitales capitalinos. No puede uno u otro sector atribuirse un “triunfo” luego de uno más de los tristes capítulos en donde ambas partes mostraron torpeza y mucha inmadurez
política.
Empecemos por los médicos. Queda demostrada una vez más la ausencia
absoluta de liderazgo de la cúpula de la Federación Médica Venezolana,
anquilosada, ignorante y totalmente desapegada de la base gremial,
urge la elección de nuevos directivos, tarea saboteada esencialmente
por León Natera y su combo quienes siguen haciéndose los rusos con el
tema de dejar la teta de la que han vivido un pocotón de años. Si algo
es casi unánime en el gremio médico es la falta de credibilidad de
estos oscuros personajes.
Profunda crítica a los propios médicos y su forma de llevar el paro.
La verdad vista y corroborada por los propios pacientes es que un
grupo de colegas aprovecharon la acción gremial para simplemente dejar
de pasar consultas, no asistir a sus puestos de trabajo, echar el
carro pues, no porque les preocupara la situación de los hospitales
sino precisamente porque no les interesa. Una característica de este
paro fue que esos médicos que nunca les ha interesado para nada el
tema gremial, y que se han mostrado siempre indiferentes ante la
situación hospitalaria fueron los primeros en “asumir” el llamado a
paro, eso sí, sin asistir a ninguna asamblea ni aportar un grano de
colaboración o idea para solucionar el conflicto, simplemente dejaron
de ir a trabajar. Muy poca moral para reclamar nada.
Por otra parte el gobierno mostró la costura de un manejo inadecuado
de la realidad médica nacional, y específicamente de la relación con
el gremio médico, basada en prejuicios errados de que todos los
médicos venezolanos están viciados y no interesados por la salud
pública, cuando la realidad es que miles de profesionales trabajan en
nuestros hospitales en condiciones menos que adecuadas y con el mayor
profesionalismo e interés. El tema salarial ha sido muy mal llevado,
no se ofrece un paquete socio-económico-académico que supere la simple
remuneración y que haga atractivo trabajar en el sector público. Es
hora que el gobierno entienda que seguir ignorando al grueso del
gremio, no escuchando sus reclamos y sugerencias, descalificándolos a
priori, no va a contribuir para nada en la implantación de un sistema
de salud eficiente y solidario.
No es un tema solo de recursos financieros solamente, es un tema
gerencial y de visión que supera el discurso lleno de clichés pero no
efectivo. Es responsabilidad del propio gremio médico ganarse el
respeto con una directiva cónsona con los intereses del país, y una
actuación íntegra y honesta de los agremiados, identificando y
sancionando a las manzanas podridas que hasta ahora se mueven
libremente amparados en un falso y tergiversado concepto de
solidaridad gremial muy mal entendida.
Y es responsabilidad del gobierno llevar a cabo políticas de salud que
rescaten el énfasis en el sector preventivo como se ha pregonado
durante muchos años, como la única manera efectiva a largo plazo de
asegurar que solo un sector pequeño de la población tenga que acudir a
los hospitales generales y de cuarto nivel. Solucionar los problemas
inherentes a la ineficiencia y corrupción, complejos y difíciles de
abordar, es otra tarea que requiere preparación, capacidad y liderazgo
basado en el ejemplo.