“Las calles son del pueblo, no de la policía”
Es una consigna que se aprende
desde el liceo, `porque este espacio público es el lugar donde se escribe
también la historia. La calle ha sido en el tiempo el campo
de batalla donde se reclaman derechos y se luchan batallas por cambiar
las injusticias. Por las calles se pasea el amor tomado de las manos
de los adolescentes que las llenan de sueños. La calle es la guarida
del delincuente y el refugio de los desposeídos y esclavos del licor
o de la droga. La calle es la libertad al traspasar la puerta de la
casa en donde dejábamos el rigor paternal y todas las normas, la calle
hoy es un lugar donde se encuentra esta humanidad herida y furiosa
que se indigna.
No habrá calle de este
mundo que no termine repleta de indignados, es que el planeta entero
necesita cambiar de piel, toda la historia se sale a andar con prisa
caminando hacia la vida, a la esperanza. El lujo queda en la sala de
la casa, se debe salir a la plaza y a la calle a encontrarse con los
demás y sentir que somos una sola especie, se comienzan a encender
los cirios de la procesión popular, el pueblo del mundo está haciendo
ríos humanos que desbordan las aceras y los puentes, la humanidad entera
abre la puerta de la casa y sale a la calle porque hay cosas importantes
que reclamar y pelear, la pobreza y la explotación, el hambre y el
desempleo, apenas son razones, es la vida de todas y de todos lo que
está en juego, es el futuro del planeta lo que se debe conquistar.
Los cantos se unen en las mismas
letras, los ciudadanos de Europa son iguales a los de América o Arabia,
la indignación se globaliza a paso de gigantes, la rabia
fluye por las fuentes del mundo, los hombres y mujeres jóvenes reclaman
su espacio y su tiempo de vivir.
Invoco a Ginsberg y a los poetas
malditos, invoco a Robin Hood y a Jesse James, a Jerónimo y a todo
trovador de la justicia, a cada ánima indígena que flote en la memoria
colectiva, a mis queridos combatientes de siempre: a Ernesto Che y a
Gaitán, a Bolívar y cada guerrillero caído, abro las calles a la
historia para poblarla de fantasmas que volverán junto a nuestro espíritu
a la gran marcha final.
La calle queda abierta para
la gran rebelión, pisa duro compañera, compañero, pisa con la
fuerza entera de tu alma que hay que hacer el camino
que falta, ya mucha sangre corrió por nuestras calles, ya mucha muerte
tiño de rojo el corazón herido del recuerdo, ya basta, ya basta, ya
basta.
En cada calle del mundo, en
cada pueblo, cada mujer y cada hombre debemos todas y todos hacer lo
que se debe, es la lucha ardorosa por la gran victoria del pueblo, por
la caída del imperio y cada lacayo egoísta, por el nacimiento
definitivo de la mujer y el hombre nuevo, del nuevo mundo sin dueños,
sin precios, justo y amoroso, revolucionario permanente y libre, por
la vida, camarada, por la vida.
Viviremos y venceremos!!!!