El oposicionismo lleva rato haciendo fintas frente al espejo. Ahora se han inventado lo del pavor presidencial. Antes de la parafernalia mortuoria con el cadáver de Carlos Andrès Pèrez, el jefe blanco Ramos Allup declarò que Chàvez le tenìa miedo a la llegada de los restos del difunto ex presidente, el mismo que fue expulsado de Acciòn Democràtica en el precipitado ocaso de su carrera polìtica.
Ya los de la Mud no meten miedo con las encuestas porque la tortilla se les volteò y los nùmeros les son infieles, incluso los de sus propias empresas de opinión. A ello se debe la fuga hacia el màs allà y la bùsqueda de oxìgeno en cadáveres, insepultos o no que, dicho en buen cristiano, deberìan estar descansando en paz. Invocar el alma de Ròmulo Betancourt primero y de Carlos Andrès Pèrez después, resulta algo estremecedor y revela que son otros los que andan buscando a Dios por los rincones o silbando en la oscuridad.
Otro factor del supuesto (y deseado) miedo presidencial vendrìa del norte, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una instancia a la que Hugo Chàvez no ha tenido empacho en enfrentar y cuestionar. No obstante, los de la Mud creen que una decisión de ese organismo le quita el sueño al comandante bolivariano. Es por eso que Leopoldo Lòpez llegò todo “envalentonado” de Washington, fanfarroneando que el presidente Chàvez le tiene miedo. Tuvo que decirlo y repetirlo varias veces para poder creèrselo èl mismo.
Este polìtico del cheque filial de Pdvsa tiene esos arrebatos. Ya lo vimos el 12 de abril de 2002 buscando chavistas porque “no y que son muy machos”. Lo miramos tambièn, “muy valiente” y engavillado, frente a un esposado Rodríguez Chacìn. Ahora viene con la consigna del miedo que, a decir verdad, no asusta ni a sus propios adversarios en la mesa necrofìlica, aunque pone allì el caldo màs morado de lo que ya estaba.
Los de la Mud velaron los despojos de CAP y cuando un dirigente se dirigìa al baño, todos se iban detràs de èl, en fila india, trèmulos. Màs que a Chàvez, esos restos incomodaban a los opositores. Nadie se querìa quedar sòlo con el cadáver, no fuera èste a increparlo por la traiciòn y cobardìa en aquellos primeros y duros años de los 90. Difícilmente el difunto tolerarìa ese descarado oportunismo de ultratumba.
Ignoro què asesor aconsejò apelar al expediente del supuesto miedo presidencial, pero quien quiera que sea, es un consejero extraviado y divorciado del perol. Quienes acusan a Hugo Chàvez de usar polìticamente su enfermedad, recurren nada menos que a la exhumación mediàtica de sus muertos para sacarles provecho electoral. Ni Ròmulo Betancourt ni Carlos Andrès Pèrez imaginaron el uso que sus compañeros les darìan a su memoria y a su restos mortales. Esa ayuda del màs allà, sin embargo, no alterò una dècima la caìda de los candidatos oposicionistas en los sondeos.
En cuanto al “miedo” que provoca en Hugo Chàvez la decisión de la CIDH, la cosa resulta còmica y patètica a la vez. Hay demasiados candidatos opositores silbando en la oscura soledad de la noche que se les viene encima. Octubre, con sus pavorosas encuestas, les ha resultado de terror.
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