Hay un torneo de promesas de la oposición al estilo de la Venezuela mal llamada entonces “representativa y vitrina de la democracia de América Latina”, no comprenden que no es tiempo de campañas con cancioncitas y piticos para elecciones, con las cuasles nos engañaron desde 1958 arribando al poder robando votos y legalizando el sufragio de personas muertas, hasta 1998 cuando el pueblo les dijo basta. Intentan mentir de nuevo y por estos días hemos visto, oído y leído sus proposiciones, aunque en honor a la verdad no tienen programa ni argumentos convincentes, desfavorecidos además por el clima político internacional. Es un desaguisado opositor proponer regresarnos a la era que felizmente superamos, empeñándose en alabar a EE UU, país depredador internacional fracasado en política y economía, que impone su “democracia” a bombazos como en otros siglos los colonialistas dominaron a cañonazos. Uno de quienes intentan cautivar votos en medio de ese arroz con mango de candidaturitis oposicionista, habla sandeces sobrio o ebrio imitando a Jaime Lusinchi en su devoción al Dios Baco…, su actitud justifica por qué el colectivo de su tierra natal conociéndole el carácter y comportamiento, le endilgó el sobrenombre de “cochino curdo”. Ultra promocionado por la ultraderecha irresponsable enchufada en la oposición mediática, también favorecen a otro bochornoso personaje, niño bien y tan refinado que pese a ser cuarentón sigue soltero, según algunos es aficionado a ciertos vicios imposibilitado de deslatrarse de su pasado nazi-fascista, porque en su juventud militó en Tradición, Familia y Propiedad, una organización que secuestraba jovencitos para adoctrinarlos en la conocida y fue penada por la Ley. Ambos aspirantes son “la misma miasma” como afirma el revolucionario humorista Joselo y basta oírles las barrabasadas para darse cuenta, particularmente una afirmación bárbara que no tiene desperdicio, hablan de no regalar el petróleo porque con el dinero invertido en convenios entre Venezuela y países que ayudan a nuestro desarrollo: agrícola, pecuario, viviendas, educación y salud, según su demagogia crearían –supuestamente- 8 millones de puestos de trabajo. Olvidan los premajunches que en sus gobiernos regalaron el petróleo a compañías extranjeras que no pagaban ni impuesto sobre la renta, cumpliendo órdenes de administraciones gubernamentales lacayas incondicionales a Washington y las transnacionales, durante gobiernos que al culminar declaraban la nación quebrada cada cinco años y al salir un Presidente adeco y entrar un copeyano, o viceversa, confesaban recibir un país hipotecado o en la carraplana. Sus mentalidades retrógradas no logran convencer la Venezuela actual, ni entienden que el colectivo se acostumbró y sigue prefiriendo el socialismo redistributivo, afianzando la soberanía patria a fin de no volver a entregarla a designios pitiyanquis, por hipocritócratas pseudo dirigentes ebrios y provocadores, antibolivarianos, pro dólar, pro euros, pro yenes o de las cuatro lochas que les ofrezcan. Enemigos de la grandeza del país, NO VOLVERAN.
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