Como vivió un “tecnócrata de izquierda” el 11 de abril de 2002

En la onda -bien importante- de registrar las vivencias personales de quienes sufrimos con dramatismo el Golpe del 11 de abril de 2002, me permito relatar mi humilde experiencia.

A pesar de haberme formado en la izquierda, vivido varios años en la Unión Soviética y considerarme una persona con sensibilidad social, siempre me vi a mi mismo como un tecnócrata, como alguien que debía trabajar por productos, con tiempos predefinidos y recursos asignados, así que el 11 de abril como buen tecnócrata estuve en mi puesto de trabajo (en aquel momento el Ministerio de Ciencia y Tecnología) atento de todo lo que pasaba en el país (vía Internet y radio), pero trabajando (hasta donde lo permitía la situación).

En aquellos días ya Antiescuálidos.com, Espacio Autogestionario y Redbolivariana.com eran una buena referencia para medir por donde iban los tiros desde la “otra mirada” que no daban los medios de comunicación tradicionales y cuando tenia un chance los consultaba, aunque para entonces aun creía en los medios tradicionales y les prestaba mayor atención.

Recuerdo particularmente el trayecto matutino desde mi casa en El Paraíso hasta la oficina en Los Ruices, veía la caravana de carros ultimo modelo (en su mayoría) con banderas de colores y negras y jóvenes de clase media alta y alta en una especie de orgía política o mas bien fiesta de amigos. En algún momento llegando ya a la oficina y viendo en contraposición a los pocos ciudadanos pobres de a pie tranquilamente caminar hacia sus trabajos, me dije: ¿y será que esta gente no va a salir a defender esto que es lo único desde que tengo uso de razón que les pudiese permitir estar mas cerca de sus legitimas reivindicaciones?

Que lejos aun estaba yo de asumir la conciencia de lo que significa pasar del decir al hacer y de lo que significaba para cualquier proceso la decisión de cada uno de los que creemos en el, de dejar de ser espectadores y convertirnos en activistas o actores que protagonizan el cambio.

Ese día llegue a la oficina, hice lo mas que se podía en el marco de cosas y al mediodía cuando se hace publica el desvió de la concentración opositora hacia Miraflores, lo primero que me pasa por la mente es decir: estos locos quieren que corra la sangre, Chavez debe ordenar el arresto de esos locos y la disolución de esa marcha. De todas formas ya el plan macabro de los fascistas había arrancado y era imposible detenerlo.

Pocos minutos después las autoridades del Ministerio ordenan al personal retirarse a sus casas como medida de seguridad. Yo seguí en la oficina hasta las 3 o 4 de la tarde pendiente de los medios electrónicos, las noticias, contactando a los amigos en Venezuela y en el Exterior que compartían nuestro apoyo al gobierno de Hugo Chávez.

Llego de vuelta a mi casa sorteando todos los bloqueos que había en la vía, allí ya mi esposa y mi hija me esperaban con preocupación. En el trayecto no me quedo mas que oír casi desesperanzadamente la mitad de la cadena del Presidente Chávez que hizo que aumentara mi preocupación por el destino que corría la revolución.

Ya en mi casa no me quedo otra que calarme hasta mas o menos las 4 de la madrugada todas las informaciones tergiversadas que pasaban los medios tradicionales y lo poco que sacaba VTV (hasta que fue sacada del aire).

Al igual que muchos de los que sentimos la responsabilidad de cuidar a nuestras familias pero nos sentíamos contrariados por la evolución desquiciada de los hechos, el efecto de la guerra mediática tuvo su impacto –al menos momentáneamente- y en varias oportunidades durante la noche del jueves 11 de abril...le mente la madre unas cuantas veces a Chávez y a la sarta de ineptos que tenia a su alrededor. No tenia aun en cualquier caso, conciencia del grado de manipulación tan grande que había generado la fuerza reaccionaria de los medios venezolanos.

Estuve ahí hasta las 3 o cuatro de la madrugada cuando oí las declaraciones de Lucas Rincón que terminaron de desarmarme a pesar de que al oirlas sentí que lo hacia con profunda contrariedad e incluso bajo coacción.

A partir del mediodía del viernes de acercaron algunos amigos a la casa, iniciamos contactos telefónicos con gente que estaba en la calle, familiares, revisamos los medios internacionales a través de Internet y por supuesto monitoreabamos los canales privados.

Ya antes de la desquiciada auto juramentación de Carmona, las declaraciones mediáticas apuntaban hacia un golpe de estado, entonces decidí revisar de cabo a rabo la Constitución para tener certeza de los mecanismos constitucionales ante casos de este tipo, y sorpresa: Nada de lo que se venia diciendo en Radio, Televisión e Internet era congruente con lo establecido en la Carta Magna. Empecé a montar un banco de direcciones electrónicas de medios nacionales e internacionales, de organismos multilaterales, de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, etc. La lista llego como a 180 correos electrónicos. Tome los artículos que considere mejor aplicaban para restituir la institucionalidad (era un escenario descartado el regreso del Presidente, solo pensaba en buscar caminos para que asumiera el Vicepresidente o el Presidente de la Asamblea Nacional).

Ya en la tarde los temores se confirmaron, los desquiciados opositores nos brindaron una versión criolla de la coronación de Napoleón entre gritos de libertad y democracia.

En ese momento ante las evidencias de brutal represión policial ratificadas por unos amigos médicos que pasaron por la casa y nos dieron detalles de lo que se vivía en los hospitales y lo que se vivió el día anterior, pero con la indignación mas grande que jamás había sentido, senté a mi esposa al lado de mi computador y le dije –buscando aprobación- que me disponía a lanzar una campaña masiva de envíos de correo electrónico denunciando la violación del estado de derecho, que eso significaba correr el riesgo de que los factores de la reacción que ya empezaban a tomar posiciones en los cuerpos de seguridad, iniciasen una cacería contra mi. Mi esposa consiente de lo dramático del momento histórico me apoyo y de alguna manera valido mi necesidad de acción.

A partir de ahí lo que recuerdo son envíos masivos de correo, participación en foros virtuales en varios periódicos internacionales. En todos, el lugar común era la denuncia sobre la violación de la norma constitucional y la solicitud de ayuda internacional para restaurar el hilo constitucional.

Desde entonces este “tecnócrata de izquierda” empezó a ver un mundo que siempre había oído que existía pero que el discurso tecnocratico le había hecho creer que eran simple inventos politiqueros. Empecé a ver que detrás de los criterios y mecanismos seudo objetivos de la tecnocracia, subyace la mas profunda reacción y defensa de los intereses de los privilegiados. Reconoci que no era posible mantener un modelo alternativo sin la participación decidida de todos los que creíamos en el, independientemente de nuestro mayor o menor grado de facilidades económicas o nivel de formación. Todos –cada uno desde su trinchera- debíamos apuntalar con acciones concretas el proceso revolucionario.

Luego de ello una serie de hechos concatenados me han llevado a ser parte del Colectivo Aporrea.org que me ha dado las satisfacciones revolucionarias mas grandes a pesar de que aun siguo siendo funcionario publico. Alguna cosa seguramente habrá de ser revisada en algún momento para que esta carga de satisfacciones se nivele.

jerodrig@reacciun.ve


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Jesús Rodríguez Espinoza


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