Al pan, pan y al vino…

Continúa la polémica en torno a la graduación de Médicos Integrales Comunitarios, enmarcada en el enfrentamiento político. Comienzo con 2 comentarios:

El Presidente del Colegio De Médicos de Nueva Esparta declaró recientemente que esa institución en cumplimiento de la ley admitiría el ingreso de los profesionales MIC que deseen afiliarse, para luego advertir que a su juicio estarán expuestos a casos de mal praxis médica. Llama la atención tal declaración: ¿Es qué los que somos médicos de otras universidades no lo estamos? La verdad es que a diario ocurren prácticas por parte de colegas en hospitales y clínicas reñidas con el ejercicio ético e idóneo de la profesión, con un manto de silencio por parte de los organismos gremiales, que se han hecho cómplices y partícipes de tales situaciones.

En el llamado debate de candidatos de la MUD, se le preguntó a uno de los candidatos sobre lo que haría con los MIC de llegar a ser presidente. Después de darle vueltas y cantinflear con la respuesta, atinó a decir en los últimos segundos que se necesita a todos los que quieran ayudar, sin más detalles.

Insisto en afirmar que los programas de formación médica no son antagónicos sino complementarios, y que seguir postergando el verdadero fortalecimiento y protagonismo del primer nivel de atención, solo va a retrasar el establecimiento de un verdadero sistema nacional de salud.

El programa de formación MIC fue concebido para atender una falla largamente explicada pero no atendida en el tiempo: la mejor manera de evitar la congestión de los hospitales es a través de la medicina preventiva y la atención adecuada de los principales motivos de consulta en las propias comunidades. Considero un error importante por parte del gobierno ceder a la presión de la eterna crisis hospitalaria para derivar estos recursos humanos al nivel asistencial (hospitales de tercer nivel), es seguir corriendo la arruga.

Como en todo grupo humano, seguramente existen entre los recién graduados Médicos Integrales Comunitarios un grupo sobresaliente y mejor preparado, así como un grupo probablemente mediocre y no apto para el ejercicio de la profesión. Exactamente lo mismo ha ocurrido a través del tiempo y la historia, en todos los lugares, con los egresados de las demás escuelas de medicina. Ejemplos de ambas situaciones sobran, y sería necio insistir en discriminar a priori a uno u otro grupo: No acepto la estigmatización que en un momento aplicó el Gobierno a los médicos venezolanos, metiéndonos a todos en el mismo paquete del mercantilismo y la deshumanización (muy lejos de la realidad de la mayoría de los colegas), y no acepto la descalificación y las mentiras que se han tejido en torno al programa MIC, alimentadas por las diatribas políticas que impiden a unos y otros establecer medidas y políticas que redunden en mejorar el nivel de atención a la población.

Aclaro una vez más que tanto los médicos cirujanos, como los médicos integrales comunitarios están muy lejos de manejar todas las técnicas y conocimientos de tan exigente profesión, y que son considerados en ambos casos como médicos en formación, sujetos a la supervisión de especialistas y médicos con experiencia. Para los buenos médicos, la formación y actualización es un proceso que continúa de por vida, en pro de ofrecer lo más conveniente a quienes atiende, siempre apuntando a lo preventivo como prioritario y tratando de entender al ser humano en su contexto, con todas las complejidades que el tema plantea.

Esperamos que el tiempo y la realidad se impongan, para valorar en su justa medida el impacto de los MIC en la salud del venezolano, también esperamos que la dirigencia actual del ministerio de salud retome el enfoque prioritario al nivel primario de atención, y logre finalmente articular un sistema nacional de salud verdaderamente integral.

cogorno1@gmail.com


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Arnaldo Cogorno M.


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