Quiero recordar
también a sus padres, Doña Lola Camero de Gouverneur y César Humberto
Gouverneur, hoy también fallecidos. Saludar a sus hermanos y hermanas
y a todos sus familiares, ratificándole como lo hemos hecho cada día
en este medio siglo que nuestro homenaje es permanente porque hemos
interpretado que honrar a nuestros héroes y heroínas consiste en mantener
el ideal y las banderas por las que ellas y ellos entregaron sus vidas.
Por eso, en
los cincuenta años transcurridos, nunca faltamos a la solidaridad con
el heroico pueblo cubano, a la lucha contra el enemigo principal de
los pueblos: el imperialismo y a la defensa del pueblo trabajador.
Hemos mantenido
en alto el nombre de las y los caídos, en los diferentes combates de
los años 60, quiero nombrar a algunas y algunos, ante todo a ti Livia
Gouverneur, ejemplo del coraje de las juventudes comunistas del mundo,
a nuestra Lídice Álvarez, a Dora Elena González, a Trina Urbina,
a Héctor Rodríguez Armas, a Alberto Lovera, Jorge Rodríguez y a millones
más que desde el día que el invasor español clavó su espada cruz
en esta tierra vienen viviendo y muriendo, para verla libre, soberana,
independiente y feliz.
Cuando repaso
las cinco décadas que transcurrieron pareciera que desde el cielo nos
preguntas “yo entregué mi vida joven y ¿ustedes qué hicieron? Me
apresuro a contestarte:
Al cerrar la
década de los años 50 la Revolución Cubana desmoronó la tesis del
fatalismo geográfico, según la cual en nuestra América no se podían
hacer revoluciones porque el poder del imperio no lo permitiría.
Toda la década
del 60 fue inspirada por el triunfo de Fidel y sus barbudos. El Partido
Comunista de Venezuela, el MIR y otras agrupaciones revolucionarias,
sembraron el país de frentes guerrilleros en las montañas y de unidades
tácticas de combate en las ciudades, las trabajadoras y los trabajadores
sindicalizados multiplicaron los paros y las huelgas, las y los estudiantes
ofrendaron sus vidas en las montañas y en las calles, los militares
patriotas se rebelaron una y otra vez, el pueblo venezolano mostró
su estirpe revolucionaria y al finalizar la década de los 60 las fuerzas
insurrectas acusaron cansancio, confusión, falta de dirección única.
Los partidos y sindicatos revolucionarios se dividieron, las masas populares
también. El liderazgo estaba en La Habana, pero una vez más se confirmó
que “ante el nacionalismo hasta las mentes más lúcidas se oscurecen”
no pudimos anteponer el proceso de toda nuestra América a los intereses
de nuestras repúblicas, esta situación permitió que triunfaran las
oligarquías, nuestros enemigos históricos, los mismos que causaron
el fracaso del Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826, convocado
por Simón Bolívar.
El imperio
logró frenar el movimiento liberador. Al comenzar la década del
70 habíamos decretado la Paz Democrática y volvíamos a la vía electoral.
Cuántas muertes, cuánta tortura, cuánto dolor nos dejó la terrible
década del 60, pero no es fácil apagar el fuego cuando se ha “incendiado
la pradera”.
Aparecieron
en el continente otras luces de esperanza con la elección de Allende
en Chile, asesinado luego en 1973, en Venezuela surgía la candidatura
de José Vicente Rangel, crecía la canción necesaria con nuestro Alí
Primera y, a pesar de los retrocesos, cerramos la década de los 70
con el triunfo de la Revolución Nicaragüense, donde nuevamente era
derrotada en nuestra América la tesis del “fatalismo geográfico”
y los Nicas cantaban “FSLN, F de fuerza insobornable, S de sol de
libertad, L de lucha inclaudicable, N de no retroceder”
Y nos sorprendieron
los 80 con la imposición del tenebroso modelo neoliberal, como un proyecto
aniquilador de nuestros pueblos por parte del imperio norteamericano.
Comenzaron a desmontar los Estados nacionales y con ello a convertir
en policías los ejércitos de nuestra América. Privatizaron todos
los servicios y anularon las conquistas de las trabajadoras y los trabajadores,
intensificaron la represión, las masacres, pero de la misma manera
se agigantó la resistencia y la rebeldía de nuestro pueblo. Cerramos
esa década con el gran alzamiento del 27 y 28 de febrero de 1989, allí
entregó su vida otra joven como tú, Yulimar Reyes, no se sabe aún
cuántas personas murieron, otra vez la tierra venezolana fue abonada
con la sangre de su pueblo bravío y revolucionario. Todos y todas afirman
que estos sucesos aceleraron la búsqueda de la libertad y la justicia
en nuestro país. Y así se sucedieron el 4 de febrero de 1992 liderado
por el Comandante Hugo Chávez, quien en un corto discurso televisivo,
trazó el rumbo cuando dijo “por ahora no se han alcanzado los objetivos”
y el alma de nuestro pueblo se identificó con esa esperanza, algún
día alcanzaremos los objetivos. El 27 de noviembre de ese mismo año,
volvió a manifestarse en alzamiento el pueblo militar.
La rebelión
del 4 de febrero tuvo un impacto imperecedero en el movimiento popular.
Se encendió de nuevo el debate de las vías, pacíficas o armadas,
de la revolución. Las masas populares volvieron a las calles desafiando
el modelo neoliberal y su represión. Crecieron nuevas propuestas y
organizaciones políticas.
Se fraguó,
en el país, un polo de fuerzas progresistas y populares que nos permitió,
al finalizar la década de los 90, el triunfo del movimiento popular
con el Comandante Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana. El canto
de Alí Primera se ha convertido en el canto de la Revolución, la independencia
nacional está defendida por la unidad cívico militar de un pueblo
pacífico, pero no desarmado. Nuestras riquezas naturales han vuelto
a ser propiedad del pueblo, no de la burguesía. Las mujeres constituimos
la mayoría de los y las combatientes. Somos la referencia en el continente
de la igualdad entre mujeres y hombres. Superamos el analfabetismo,
la invidencia ve la luz con la misión milagro, el pueblo se yergue
en las comunas y el Himno Nacional se convierte en profecía cumplida,
los pueblos repiten “y si el despotismo levanta la voz seguid el ejemplo
que Caracas dio”
En el año
2001, Caracas volvió a dar el “ejemplo” cuando en la Cumbre de
Quebec el Comandante Hugo Chávez es el único Presidente que rechaza
el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) proyecto neoliberal
de Estados Unidos para recolonizar a las naciones de América Latina
y el Caribe, logrando con esta valiente posición un poderoso impacto
en las fuerzas patrióticas del continente que contribuiría al triunfo
en los procesos electorales de nuevos presidentes y presidentas con
visión de soberanía en la mayoría de nuestros países.
Ahora en el
2011, a cincuenta años de tu partida, queremos ofrecerte a ti y a todas
y todos nuestro héroes y heroínas el más grande de todos los homenajes,
nuestra patria Venezuela en Caracas, cuna de las tribus Toromaimas y
de nuestro libertador Simón Bolívar, celebra con todos los pueblos
de nuestra América el nacimiento de una Comunidad de Naciones como
la soñaron nuestros libertadores y libertadoras: la CELAC (Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños)
Fuimos testigas
y testigos de este formidable acontecimiento, en las voces de nuestro
presidente Hugo Chávez, de las jefas y jefes de Estados, Ministras
y Ministros, Cancilleras y Cancilleres. Oímos el eco de las y los millones
que han entregado su vida, como tú, para ver nuestra América libre,
soberana independiente y feliz.
Hoy, mientras en el escenario mundial el imperio repica los tambores de la guerra, en Venezuela nuestro presidente el Comandante Hugo Chávez afirma “la CELAC servirá para conformar una zona de paz, de desarrollo, de vida y de felicidad en esta parte del mundo”
mercedesa9@gmail.com
VIVA LIVIA, VIVA NUESTRA AMÉRICA, VIVA LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Y VIVA CHÁVEZ.