En los últimos años se viene escuchando a propósito de los cambios que se vienen dando en lo político y social un termino que destaca por sus pretensiones y expectativas generadas en torno a la expresión EL BUEN VIVIR.
La sociedad capitalista ha asociado desde siempre el buen vivir con lo material, por encima de lo humano, estando destinado para quiénes acumulan capital en abundancia, disfrute individual, material, hedonista e incesante, siendo este el sustento del buen vivir, un buen vivir a expensas de causar daño a la naturaleza y el ambiente ya que su cultura se fundamenta en el consumismo despiadado y la destrucción creadora (creación de nuevas tecnologías y necesidades artificiales); Tiene buen vivir el hombre que explota a su semejante y que además enajena su pensamiento, ya que el ser explotado lo asume como algo normal en la relación laboral establecida.
Por otro lado los valores espirituales fundamentados en religiones de diversa inspiración hacen creer que el buen vivir es dar el alma y que el buen vivir vendrá en un indeterminado más allá, creando las condiciones para la resignación asumiendo las penurias de la vida como propias sin poder plantearse la necesidad de cambiar.
El principio filosófico indígena acerca del BUEN VIVIR o SUMAK KAWSAY en lengua Quechua, significa, sobre todo, una relación de respeto y armonía con la naturaleza, que garantice a la población “un ambiente sano, ecológicamente equilibrado, sostenible y sustentado”; en lengua aymara el termino “Suma Qamaña” traduce e introduce el elemento comunitario, por lo que tal vez se podría traducir como “buen convivir”, la sociedad buena para todos en suficiente armonía interna.
En ese sentido los pueblos latinoamericanos viene operando un despertar ante las políticas de “desarrollo” neoliberales que los mantenía embarbascados y sin esperanzas de cambios consumidos en un mar de necesidades y pobreza; políticas estas de marcado carácter económico y economicista, interesados en hacer crecer el producto interno bruto, descuidando de manera deliberada las condiciones de pobreza de gran parte de las regiones, pero beneficiando a los sectores de mayor ingreso económico.
En este momento socio
histórico cobra sentido reimpulsar las antiquísimas expresiones del
“Sumak Kawsay” y “Suma Qasaña” sobre los cambios en la organización
de los sistemas de vida de las sociedades y los pueblos hacer al humano
más humano, que nacen de la periferia social de la periferia mundial
para la transformación de la pacha mama a fin de hacerla mas habitable.
Ahora se trata del Buen Vivir, de las personas concretas en situaciones
concretas, fundamentadas en ideas ilustradas y trascendentales que provienen
del léxico de pueblos que habían sido marginados y excluidos de la
respetabilidad y del reconocimiento universal (saber popular y cultural
de los pueblos).
El termino y significado del buen vivir trasciende la visión económica de la tierra como medio de producción, para colocarla en el lugar del espacio territorial donde la vida ocurre, donde se enlazan la memoria colectiva de los pueblos y la historia de las civilizaciones originarias , su trascendencia ecosocial en búsqueda de una civilización planetaria que tendrá que fundamentarse en una política de desarrollo global y sustentado de la humanidad, incorporando el poder del conocimiento de los pueblos.
El buen vivir, como paradigma actual, que si bien proviene del pasado de las generaciones ancestrales es un alerta de oportunidad para la vida, que si bien debe acercarnos al conocimiento creciente de los recursos naturales, de la materia, de la vida y de la naturaleza, lo cual no solo implica grandes avances tecnológicos, sino que nos instala frente a un problema esencialmente de carácter político que debe llevar a deslindar acciones de lo concreto de la vida: el capitalismo salvaje y destructor o el socialismo del siglo XXI esperanzador y libertario, siendo llamados a generar un pensamiento estratégico que se afine en el principio de soberanía y en una visión de futuro a largo plazo; de allí que Mónica Bruckmann de la Universidad de Naciones Unidas refiere en su trabajo sobre Recursos Naturales y Geopolítica de Integración Sudamericana que “ el movimiento ecosocialista propone una reorganización del modo de producción capitalista a partir de nuevos paradigmas basados en las necesidades reales de la población y la preservación de la naturaleza y el ambiente, a través de una economía de transición socialista”
Desde el punto
de vista de los eco-socialista, se hace necesaria una reorganización
del modo de producción y de consumo en su conjunto, basado en criterios
que vayan más allá del mercado capitalista: las necesidades reales
de la población y la protección al medio ambiente. Esto significa
una economía de transición hacia el socialismo, donde la propia población,
y no las ―leyes del mercado‖ o un Buró Político autoritario, deciden,
democráticamente, las prioridades y las inversiones (LÖWY/FREY
BETO, 2009). (Citado por Bruckmann)
Hagamos realidad las expresiones de lo pueblos originarios: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón); suma Qamaña (vivir bien); ñan-dereko (vida armoniosa); teko kavi (vida buena); ivi maraei (tierra sin mal); qhapaj ñan (camino o vida noble).
Referencias: Bruckmann, M. Universidad Naciones Unidas
Tortosa, J.M (2009) Universidad de Alicante.