Justo cuando se inauguraba la Cumbre del CELAC, 2 de diciembre de 2011, cerró sus ojos para siempre el muy querido e inolvidable camarada Chagin Buáiz, padre del también camarada Jaime Castellanos. No sé qué enfermedad se lo llevó. Hacía algunos años nada sabía ni de su paradero ni de su salud. Sí sabía que era un camarada de siempre como muchos otros camaradas que existen en este país y en este mundo y muchos también los conocen.
Chagín Buáiz fue siempre un revolucionario, un marxista, un dirigente político muy vinculado a obreros, campesinos y estudiantes. Se especializó profesionalmente en Derecho para poder defender jurídicamente los intereses y los derechos de los desposeidos, de los expropiados contra los expropiadores que se sustentan en la explotación irracional a la mano de obra ajena y mal remunerada.
Chagín, el camarada, fue un competente comandante insurgente que gozaba de una extraordinaria capacidad de análisis, siempre reflexivo, siempre solidario, siempre al lado de los justos. Fue, también, un excelente gerente cuando le correspondió ejercer algún cargo en la administración pública y, más concretamente, en PDVSA. Pero por encima de esas cosas fue, sin duda alguna, un maestro que no sólo trataba de enseñar conocimientos a sus alumnos sino, muy especialmente, se transformaba en un alumno que mucho asimilaba de las enseñazas de quienes iban en busca de enriquecer sus pensamientos prestándole atención a sus opiniones o análisis.
El camarada Chagín siempre se preocupó por la formación política e ideológica de los camaradas y, además, integral en la práctica de la defensa y el combate siempre pensando que algún día seremos víctimas de las políticas intervencionistas directas del imperialismo. Jamás dejó de creer que la globalización, para sostenerse, necesita obligatoriamente de ejercer un dominio directo sobre los recursos económicos de las naciones subdesarrolladas. Nunca dejó de pensar que vivimos en un mundo de lucha de clases y que sin vanguardia revolucionaria (especialmente conformada por proletarios de avanzada) toda lucha política tiende al espontaneísmo y se encasilla entre fronteras que reducen la visión a la interioridad de los fenómenos sin dejar apreciar la longuitud de sus alrededores. Para el camarada Chagín el socialismo marxista rompe con todos los hitos que tratan de encarcelarlo en el nacionalismo. Por eso, su pensamiento siempre estuvo a la altura de los conceptos internacionalistas que acercan el asalto al Cielo sin escaleras como una condición primordial para arrancarle de raíz las fuerzas imánicas al capitalismo y facilitar, de esa manera, el avance de los sueños proletarios que llevarán, inevitablemente, la Tierra a la redención de todos sus conformantes.
Se ha marchado el camarada Chagín Buáiz. Seguro que muchos de sus camaradas de generación lo acompañaron en su velatorio y su sepultura. Tal vez, muchos obreros, campesinos y estudiantes que le conocieron y le quisieron no lograron enterarse a tiempo de su deceso. Se ha ido un gran camarada, un excelente luchador político, un fiel exponente de la ideología marxista, un minucioso analista, estudioso de las ideas para buscar enseñanzas, crítico constructivo y autocrítico destructivo, buen orador y preciso en las cuestiones de principio. En fin, Chagín Buáiz fue comunista, luchó como comunista y murió como comunista.
Justo es hacer llegar un gran sentimiento de solidaridad a sus familiares, a mi querido amigo y camarada Jaime Castellanos (quien también abrazó el Derecho como profesión), a sus camaradas de generación, a todos los que compartieron con él momentos de grandes dificultades en su lucha revolucionaria, a sus amigos que lo comprendieron y jamás lo juzgaron ni rechazaron por sus ideas comunistas. Sin duda, la muerte del camarada Chagín Buáiz duele y tiene que doler en el corazón de los camaradas pero la vida conduce, inexorablemente, a un final que es la muerte. Podemos decir, que el camarada Chagín vivió y siempre será recordado como un excelente camarada. ¡Paz a sus restos! ¡Que Marx lo tenga en la gloria!
