Los cambios en la Dirección
Nacional de PSUV pueden tener dos planos de lectura, el primero vinculado
a la forma de designación y el segundo vinculado al plano práctico.
Desde el primer plano,
y para ser cónsono con el discurso y la acción que siempre he profesado,
pienso que sigue siendo un error la forma de designación de las autoridades
del PSUV sin inclusión de las bases, sin embargo debe aceptarse que
el mecanismo de selección en manos del Presidente del partido está
estatuido y normado en los documento elaborados democráticamente por
los congresos del PSUV, por lo que no existe en este clamor, más que
la voluntad de reflexionar sobre los necesarios procesos democratizadores
en las tomas de decisión, que el mismo Presidente Chávez exigió alguna
vez cuando afirmó que “con las bases me resteo”.
En un segundo plano más
práctico, la designación de la nueva Dirección Nacional satisface
la necesidad de blindar al equipo conductor de la maquinaria electoral
rumbo al 7 de octubre de 2012, entendiendo que para ello es necesario
sincerar el asunto de la constitución de las patrullas y articular
de manera transparente, directa y con verdadera voluntad política,
con el Gran Polo Patriótico; espacio donde, entre otros sectores, se
concentraron aquellos que no se sentían incluidos por el estilo de
conducir de la dirección anterior.
La reunificación de
fuerzas, la constitución real de las patrullas y la articulación con
el resto de las fuerzas aliadas, son los objetivos fundamentales de
la nueva Dirección Nacional para lograr el fin estratégico: ganar
las elecciones el 7 de octubre de manera contundente. Y aunque parezca
una acción pragmática, a diferencia de otras oportunidades, el reto
planteado para Diosdado Cabello, Elias Jaua, Nicolás Maduro, Arias
Cardenas, Tareck el Aissami, Adán Chávez, Yelitza Santaella y Ramón
Rodríguez Chacín no sólo es conducir la nave, sino, convencer a
la tripulación y a los pasajeros que sigue valiendo la pena apostar
por el partido como la fuerza revolucionaria articuladora entre lo fines
electorales y el liderazgo del Presidente Chávez.
Aunque no esté de acuerdo con el método de designación, estoy seguro que Diosdado Cabello como nuevo Vicepresidente ha aprendido, producto de la ya amplia experiencia política junto a su formación militar, cómo lograr no sólo el objetivo cuantitativo, sino también el cualitativo, sin reproducir los errores de la dirección precedente que ha dejado una huella no muy favorable a lo interno de la base del PSUV. La legitimidad del equipo de la Dirección Nacional no se dará automáticamente por designio del líder, sino que deberá ganarse con el esfuerzo de satisfacer expectativas y generar resultados, a la espera de que llegue el momento en que las bases se vuelvan a expresar de manera directa.
@NicmerEvans