Este tema de debate estos días, un debate que apenas se inicia, el cual nos lleva indefectiblemente a plantearnos la necesidad de elevar la discusión a un nivel en donde las bases, (600 mil productores), se involucren en algo que es absolutamente novedoso, la Gran Misión Agro Venezuela (GMAV). Ahora bien, ese mismo factor, (la cantidad de agro venezolanos), hace que la participación sea complicada, que se presenten marchas y contra marchas, que se haga difícil a veces comprender que toda esta gran misión está creada para trascender, para elevarnos como pueblo; articulados productores y consumidores en una nueva lógica, la lógica socialista, fundamentada en el poder popular, en el poder nacional que va mucho más allá de una institución, pero que sin embargo necesita de ésta para darle cuerpo, organicidad y no caer en el desorden.
Centenares de reuniones se han realizado de la gran Misión Agro Venezuela, centenares de voceros (as) atienden el llamado del ministerio del ramo, de los órganos encargados de coordinar la GMAV, no obstante, viendo la misión bajo la óptica de los cambios, de la trascendencia que ésta tiene, apenas podemos concluir que estamos comenzando lo que será un camino largo, lleno de sinsabores muchas veces; incomprensiones, malas interpretaciones, etcétera. En este sentido debemos tener claro que todo esto forma parte del caos propio de las transiciones en donde llega un momento que nos preguntamos ¿Qué hacemos? ¿Cuál camino tomar? ¿Para dónde vamos? ¿Cómo lo hacemos?
Son frecuentes las interrogantes en este sentido que nos hacemos; es allí donde debemos tomar consciencia de que estamos frente a un hecho inédito, sin parangón, y más allá de lo que la ciencia nos oriente en lo técnico operativo; lo esencial, lo inherente al comportamiento humano, va más allá de lo que unos tecnócratas podamos suponer. En este orden de ideas podemos decir que estamos llegando al punto donde el partido se involucre a orientar el tema político de la GMAV, con una doctrina revolucionaria clara y definida para derrotar las posiciones reformistas y contrarrevolucionarias enquistadas en la dirección de la misión, estas posiciones muchas veces no se distinguen por las características pragmáticas de la misma, la doctrina revolucionaria se encargará de desenmascararlas en el tiempo.
Hasta ahora esto no ha sido posible, entre otras cosas porque el PSUV está en etapa de construcción, lleno de las contradicciones propias de la transición del movimiento aluvional aquel que en 1998 llevó al comandante a la presidencia y el enrumbe definitivo hacia una organización revolucionaria que se propone ser vanguardia de la transición al socialismo, eso es algo que lleva una maduración en el tiempo y éste no se puede medir o fijar, lo determina el desarrollo de las fuerzas sociales revolucionarias y el empoderamiento del pueblo de la doctrina revolucionaria, mientras, estaremos en una especie de neblina que no nos deja ver con claridad el camino, mucho menos el objetivo estratégico. Avanzamos en etapas hacia esa conformación de partido revolucionario, pero aún no lo hemos logrado, aunque se requiere agilizar este logro, ahora, esto no será posible hasta tanto no tengamos a un pueblo consciente en funciones de dirección política del proceso revolucionario a través de su partido de vanguardia.
La realidad es que tenemos un movimiento campesino atomizado, en el campo es donde con mayor fuerza actúa el individualismo capitalista, cada quien en su parcela, cada quien en lo suyo, a pesar de ser gente buena, la soledad lo condena al aislamiento y por ende éste generalmente se cierra en sus posiciones, muchas veces equivocadas y colonizadas por el capitalismo...A veces las distancias geográficas influyen, también el transporte y la carencia de éste, por ello la producción en gran medida va a las redes de reventa capitalista, cuando no a las mafias existentes en centros de acopio; en fin, el productor enfrenta solo muchas veces un conjunto de factores que conspiran contra él y la instauración de un nuevo modelo, una nueva cultura y una nueva lógica que debe ser socialista, revolucionaria, que derrumbe viejos paradigmas. Desgraciadamente esta es la herencia dejada por el modelo capitalista, el cual desintegra la sociedad, esto lo hace porque le conviene, forma parte de su lógica, de su dinámica que se impone a través de su superestructura burguesa que incluye al estado dominado por la burguesía, supeditado a su sistema.
Romper con siglos de dominación no es una tarea sencilla, romper con una cultura capitalista requiere de un esfuerzo descomunal, de una claridad infinita y de una voluntad férrea de todo un pueblo. Cometeríamos un error garrafal si pensamos que este proceso solo es responsabilidad de una acción de gobierno, inclusive si pensamos que es una operación meramente política, no, tiene que ser una acción de toda la sociedad, que incorpore los ámbitos de la Propiedad, la Producción, la Distribución y el Consumo. Una cultura distinta del consumo, de la comercialización, etcétera, y esto no es posible sin impactar la propiedad, las relaciones de producción.
Las premisas desfragmentadoras del capitalismo sembraron en nuestros productores una atomización terrible. Por una parte el desconocimiento del valor de la organización, la falta de herramientas para que sea efectivo el desarrollo de un plan de comercialización distinto, socialista, apoyado en la doctrina revolucionaria. No es posible lograr el objetivo estratégico de una misión revolucionaria si no se tiene una doctrina revolucionaria, socialista, que enfrente al sistema capitalista y lo derrumbe. Por ejemplo, sería insensato si promovemos una misión única y exclusivamente pensando en elevar la producción a costa de lo que sea, sin tener claro la lucha de clases; esto puede funcionar como un programa circunstancial, no como un proyecto revolucionario, y entendemos que la GMAV tiene un objetivo estratégico revolucionario, pero también tiene el objetivo de incrementar la producción, es elemental hacerlo. Tampoco podemos irresponsablemente señalar que todo cambie de la noche a la mañana, es imposible que esto ocurra si no hay consciencia del pueblo y capacidad organizativa para producir los alimentos y a la vez derrumbar las estructuras capitalistas y ello requiere de una teoría revolucionaria para una acción revolucionaria.
Es en estos instantes donde se requiere de una luz orientadora; algunos dirán que el momento no ha llegado, que vamos muy rápido, pedirán calma, son los reformistas: propondrán alianzas con los capitalistas disfrazadas de “planes socialistas”, augurarán el “caos”, dirán que se amenaza la producción, que se pone en riesgo el éxito de la misión, señalarán que una alianza con los capitalistas es inexorable, alegarán que el pueblo no está preparado para asumir el poder, otros se atrincherarán en puntos de vista técnico, se sorprenderán con la confianza dada por el comandante al pueblo, pondrán trabas y más trabas a la organización campesina, llenarán planillas y planillas de datos muertos, convocarán a reuniones vacías de contenido revolucionario, solo utilizarán la fraseología seudorevolucionaria, en el fondo harán todo lo posible para que la masa se des entusiasme, se canse y abandone la lucha. Limitarán todo el debate de la GMAV al economicismo, financiamiento-producción-asistencia técnica y olvidará la comercialización, las redes sociales, la articulación entre quien produce en el campo y consume en la ciudad, en pocas palabras se volverá un brollo tratando de ocultar la esencia revolucionaria de la misión, no es necesario señalarlos (as), quien piense y actúe así se ubica en el reformismo y por ende en la contra revolución, éstos no serán capaces de dar el paso, se pasarán la vida sacando cuentas, números fríos y vacíos de revolución, sin esencia libertaria, menos socialista.
La doctrina socialista de la GMAV, que no está definida, y nos corresponde a nosotros (el partido, movimientos sociales, los intelectuales y pensadores revolucionarios, etcétera, crearla, hacerla viable y comprensible), pero, nutrir la misión de una doctrina revolucionaria es vital para derrumbar el capitalismo en el campo y eso requiere de esfuerzo, estudio y dedicación.
Por otra parte está la masa campesina, confundida, sin saber qué hacer, esperanzado en lo nuevo, motivado por las ideas revolucionarias del líder, de Chávez, pero confusa con la acción y actuación de quien dice ser revolucionario y no lo es; el resultado lo conocemos de antemano, el desánimo cundirá, se pensará que el capitalismo es inderrotable e insustituible y que el viejo patrón tenía razón en sus peroratas contra Chávez y la revolución, esto nos hace mucho daño y aleja la posibilidad de lograr el objetivo estratégico. Es precisamente en esos momentos en donde la luz revolucionaria debe estar flameante, encender la luz debe ser el principal objetivo, la luz revolucionaria. Sabemos que esto es producto de la transición, de ese claroscuro que señaló Gramsci: Lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer, es el centro de la batalla ideológica en todos los frentes: el Institucional (gobierno Nacional, Gobiernos Regionales, Gobiernos Municipales), el de los movimientos sociales (Frentes Campesinos, Consejos Campesinos, Consejos Comunales, Replas, etcétera), el Partido (Patrullas, Redes, Cuadros) y la masa (Voceros de la Misión, Productores (as), Consumidores, etcétera).
La batalla ideológica entre capitalismo y socialismo en la GMAV se requiere desmenuzarla, sin complejos y sin extremismos. No se trata del mejor discurso, del más encendido de ellos, se trata de detectar al enemigo en todos y cada uno de los elementos que confluyen en algo tan vital para la vida como es la producción de alimentos, la comercialización y el consumo de éstos. Conocer las realidades de nuestros campos significa estudiar acuciosamente nuestra historia; el caudillismo del siglo pasado y antepasado, la herencia de éste, expresado en el temor y la desconfianza, además en la incredulidad de muchos (as) a que es posible construir un mundo mejor. Es allí donde consigue terreno abonado el conformismo, otro factor de mucho peso, el desánimo y la desesperanza, el ensimismamiento del campesino, su individualismo, lo difícil que es para ellos entender que solo unidos, con consciencia y organización revolucionaria es posible consolidar un nuevo mundo, unas nuevas relaciones de producción que lo saque de la soledad y el abandono a que lo ha condenado el capitalismo en sus montañas y llanuras.
Se requiere hoy más que nunca encender la mecha libertaria en nuestros campesinos, que éstos entiendan que llegó el momento de la liberación y la misma no solo es en el terreno político, sino también en lo económico, en lo social, en lo cultural. Que ahora(los campesinos), no serán quienes se dedican a engordar las cuentas bancarias de unos cuantos terratenientes con su sudor, sino que ellos mismos pueden emprender una gran empresa sin depender del patrón, una empresa que involucre a la sociedad misma. Es un trabajo político revolucionario monumental, un trabajo organizativo descomunal y colosal que estamos obligados por la historia a emprender con tesón. Tampoco se trata del pragmatismo pequeño-burgués, del inmediatismo, del “todo ya”… ¡Cuidado con el oportunismo! Cuidado con aquellos que añoran la revolución para ellos ser ahora los patroncitos, o aquellos que estúpidamente consideran llegada la oportunidad de ser alcaldes a costa de la lucha social de la GMAV. Es necesario consolidar un poderoso movimiento social campesino no para fines electoreros, sino para hacer una revolución socialista, construir un modelo agrario socialista que produzca alimentos para la satisfacción de las necesidades de nuestro pueblo, no para ser los nuevos ricos, ni para convertir estos productos en meras mercancías dependientes de los vaivenes del mercado capitalista.
Sin duda que el mapa ideológico, parafraseando a los camaradas de Un Grano de Maíz, debe ser un objetivo primordial de la GMAV. El comandante Chávez lanzó el plan estratégico, queda de nosotros comenzar a crear desde las bases lo que será la consolidación revolucionaria de esta Gran Misión. Esta Gran Misión no solo puede ser vista como una iniciativa asistencialista, debe ser un arma para la liberación del campesino y también de los consumidores, que somos todos, enmarcados en la propuesta del Buen Vivir, el buen vivir de todo el colectivo, el buen vivir que solo es posible lograrlo en el socialismo…
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