¿Vagaremos 40 años por el desierto?

Acababan los hebreos de ser liberados de la esclavitud en Egipto y se encontraban a las puertas de la tierra prometida. Su líder, Moisés, se hallaba en el monte Sinaí recibiendo las tablas con los Diez Mandamientos escritos por el propio Dedo de Dios. Al principio todo era fiesta y algarabía. Sin embargo, cuando vieron que Moisés tardaba más de lo esperado, los hebreos se desesperaron e instaron a Aarón, el hermano del mismo a fabricarles un becerro de oro para adorarlo y agradecerle su liberación de los egipcios.

Cuando Moisés bajó del monte y vio lo que estaba haciendo el pueblo, ordenó inmediatamente la destrucción del ídolo pagano y según el relato bíblico ejecutaron a más de tres mil individuos. Finalmente los hebreos recibieron el castigo divino de vagar 40 años por el desierto, uno por cada día que estuvieron a las puertas de la tierra prometida, observaron sus riquezas y bellezas y las despreciaron cayendo en la idolatría.

Hoy día, salvando las distancias y sin pretender dar ninguna interpretación profética a la historia bíblica, los venezolanos vivimos una situación similar a la de los hebreos de aquella época. Nos encontramos en el umbral de la tierra prometida: el socialismo bolivariano. Tenemos un líder, Chávez, que empecinadamente se ha propuesto crear el marco legal que permita alcanzar esa meta y ha “bypasseado” al estado burgués y sus estructuras capitalistas cada vez que ha tenido que hacerlo con la finalidad de beneficiar a los más desprotegidos.

Sin embargo, parece que algunos han comenzado a desesperarse y están instando a otros compatriotas a caer en la idolatría: no votar o darle un voto castigo al gobierno, particularmente en los estados del país donde la gestión de algunos no ha estado a la altura de lo que el pueblo revolucionario esperaba de ellos. Y esto definitivamente asusta. Asusta porque podemos estar propiciando perder todo lo que hemos alcanzado y permitir un gobierno de derecha que nos haga “vagar 40 años por el desierto” de la ignominia, la represión, el hambre y la muerte que nos imponga el imperio norteamericano a través de su gobernante lacayo.

Y es que solo imaginemos a un Henrique Capriles o Leopoldo López como presidentes. Recordemos aquel abril -de muerte y resurrección- de 2002 cuando lograron apartar a Chávez por 48 horas del poder. El protagonismo de estos dos fascistas perpetrando allanamientos ilegales de moradas, sacando a Rodríguez Chacín a golpes de su residencia para hacerse con la caja chica del MIJ, permitiendo y hasta instando el asedio y los destrozos a la embajada de Cuba para encontrar a “Diosdado Cabello y su combo”, porque a Capriles no le “permitieron revisar la embajada” y cerciorarse de que no estuvieran ahí. Si llegan al poder, le van a pasar la aplanadora a todo lo que huela a chavismo, derogaran todas las leyes que beneficien al pueblo, le servirán en bandeja de plata PDVSA y todas las empresas estatales al Tío Sam y se repartirán el erario nacional.

En fin, vagaremos 40 años por el desierto. Como ya les pasó, aunque en circunstancias diferentes a los nicaragüenses, quienes después de haber llevado a los sandinistas al poder se lo entregaron a la derecha por tres períodos presidenciales con resultados atroces: 80% de sus casi seis millones de habitantes en el umbral de la pobreza (ingresos de menos de dos dólares diarios), la mitad en paro o en subempleo, salarios de 100 dólares al mes y una deuda externa de 6.500 millones de dólares tras la condonación de cuatro de cada cinco dólares que se debían. Hasta que por fin retomaron el rumbo con el triunfo de Daniel Ortega en las elecciones de 2006.
Inclusive los mismos compatriotas que ellos han utilizado contra el gobierno serán arrasados. Por ejemplo los “manitas blancas”. Bajo un gobierno de derecha lo que van a llevar es plomo parejo.

Hace 25 años cuando mi familia llegó a Mérida recuerdo la ciudad tomada por las tanquetas de la Guardia Nacional y como entraban a la universidad y mataban estudiantes a diestra y siniestra. ¿Es a eso lo que queremos volver?.

Camaradas, compatriotas todos. Se trata de nuestro futuro, de nuestros hijos. No permitamos que la derecha se vuelva a enquistar en el poder. Sostengamos al Comandante Chávez como Presidente de la República quien es el único que nos garantiza la continuidad del proceso de cambios revolucionarios que permitan alcanzar en palabras de Bolívar en su discurso de Angostura “la mayor suma de felicidad posible”.

Oscar González.
oscarg272@hotmail.com


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Oscar González

Dirigente de los Círculos Bolivarianos, comunicador alternativo, Director del periódico La Voz del Valle

 lavozdelvalle2@yahoo.es

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