Sirva de reflexión y no de desanimo mi visión del entrampamiento en que en el proceso evolutivo que pretende construir el socialismo del siglo XXI, nos encontramos inmersos los que si creemos en una verdadera revolución de alto contenido inclusivo, representada por el poder popular del pueblo organizado.
La ausencia de una clase obrera revolucionaria con peso suficiente para dirigir el proceso de cambio en un país mono productor como el nuestro, dejó en manos de la clase media de ideas progresistas (en la cual me incluyo), la conducción del movimiento revolucionario cuya máxima expresión estuvo representada por la lucha armada que se inicia en los años sesenta del siglo pasado, expresión esta signada por el inmediatismo, y alucinada por lo que representó el triunfo de la revolución cubana. Pocos dirigentes revolucionarios como Gustavo Machado, y Pedro Ortega Díaz, quienes a pesar de acatar la decisión de la mayoría dentro del comité central del PCV a favor de la lucha armada, alertaron como inconveniente y extemporánea dicha decisión. El rotundo fracaso de la misma les dio la razón. Como resultado inmediato, la derrota llevó a la disgregación del movimiento revolucionario, disgregación esta signada por una desmoralización profunda, que conllevó a la deserción en número importante de militantes y simpatizantes de esa izquierda ilusa que pretendía en breve tiempo la toma del poder, pasándose en buen numero a las filas de la reacción, y neutralizándose políticamente otros tantos, sin incluir aquí la vergonzosa y cuasi criminal voltereta de altos dirigentes de ese desastre que significó la lucha armada, algunos de los cuales no es de dudar que ya desde hace tiempo habían sido ganados por el imperialismo a favor de sus intereses de dominación. Casi en solitario un líder revolucionario comprende que no es el aventurerismo el camino para el logro de los cambios que la vanguardia revolucionaria desea para el país, auto marginado de la escisión del PCV que dio a luz al movimiento al socialismo MAS, Alfredo Maneiro emprende lo que desde un principio y a partir de la caída de Pérez Jiménez, debía ser la tarea de esa izquierda que en pos de la ilusión del logro del poder en forma inmediatista no se preocupó por trasmitir la ideología revolucionaria al proletariado, a los sectores desposeídos de la población, a entender sus necesidades, y a el cómo canalizar esfuerzos para el logro de la toma del poder ayudándolos en su organización como contingente revolucionario. Los esfuerzos de Maneiro dieron sus frutos con resultados tales como el nacimiento de organizaciones comunales en el sector de Catia en la Capital, la formación del movimiento Matanceros en Guayana que termina por desplazar a los adecos de la dirección del movimiento sindical en SIDOR.
La muerte prematura de Maneiro quien estratégicamente se había aliado con Jorge Olavarría, que sin ser revolucionario, para ese momento histórico representaba un cambio cualitativo importante en la lucha por el poder, descabeza a la vanguardia del movimiento revolucionario fundamentalmente en cuanto a claridad ideológica se refiere. Sin embargo su semilla sembrada en lo que constituyó la llamada CAUSA R, logra frutos importantes, tales como una representación pequeña pero combativa en el viejo Congreso Nacional, que llevo sobre sus hombros todo el peso de la oposición al sistema una vez que el MAS claudicó sus principios y se pasó con armas y bagajes al enemigo. Dos veces seguidas gana también la CAUSA R la gobernación del Estado Bolívar. Su firme toma de posición al lado de los sectores populares después del Caracazo en febrero de 1989, le permite obtener en las elecciones de 1992 un aluvión de diputados y senadores que representaron la oposición al sistema durante el periodo parlamentario de 1993 al 1998, o mejor dicho una parte de ellos (en los cuales para esa época también estuve incluido), ya que su escisión en 1996 deja solo al movimiento que tomó el nombre de Patria Para Todos (PPT), que en ese momento quedó como única oposición en el Congreso a la tendencia neoliberal y privatizadora representada por los otros partidos políticos en el Parlamento de esa época.
La llegada y el asentamiento de Chávez al poder con todas las dificultades en torno a su mandato, a partir de su enfrentamiento con la política Imperial, y sus consecuencias representadas en primer lugar por el abortado golpe de Estado, y el paro petrolero, amén del saboteo continuo a las empresas del Estado y el sostenido ataque mediático diario a nivel nacional e internacional, sumado a lo cual las deserciones de líderes que hasta ese momento se vendían y eran aceptados como dirigentes revolucionarios, quienes al pasar a la oposición de derecha nos demuestran su debilidad ideológica, su oportunismo, o su personalismo, para no entrar a pensar en el peor de los casos hayan sido agentes infiltrados del enemigo desde tiempos atrás, ya que una cosa es apartarse por disentir del cómo se conduce el proceso de cambio, y otra cosa es “el cómo no me gusta, o como no me colocan donde creo debo estar me paso al enemigo”. Todo lo antes expuesto a pesar de contribuir a obstaculizar la marcha revolucionaria no ha podido detener los avances sociales obtenidos durante el proceso, ya que en su momento como en el caso del golpe de estado y el paro petrolero fueron ampliamente derrotados y sus secuelas fueron reparadas, el ataque mediático es a diario respondido con mayor o menor efectividad, el saboteo molesta pero no paraliza, y en cuanto a los que desertaron del proceso se han ido diluyendo en su “propia salsa”, pasando a ser todos los antes nombrados peligros controlables. El verdadero peligro que puede poner en jaque este intento revolucionario reside en las entrañas del mismo proceso, su evolución representada por una masa aluvional que encierra en su seno tendencias ideológicas que van de extremo a extremo del espectro político, agrupadas en lo que fue el movimiento Bolivariano doscientos (MBR 200), luego el movimiento Quinta República (MVR). y actualmente el partido Socialista unido (PSUV), partidos netamente electoreros, cuyos cambios de siglas no han contribuido en lo más mínimo al enriquecimiento ideológico de sus militantes, profundizándose cada vez más dentro del mismo un liderazgo que no solo es pragmático, si no que utiliza el pragmatismo a favor de los intereses personales en la mayoría de los casos de cada gobernador y de cada alcalde además de ser el denominador común de la mayoría de sus dirigentes, los cuales dentro de la defensa de sus intereses personales se rodean de quienes estén prestos a servirle, sin importar la formación ideológica, ni los antecedentes conductuales de dichos servidores, por supuesto una buena parte del erario público que baja de la administración central del Estado Nación para las Misiones y otras obras de contenido social reivindicador, se queda en el camino en el del pago de los favores recibidos, es más, estos funcionarios atentando gravemente con los principios revolucionarios del socialismo del siglo XXI cuya principal bandera es la de instaurar el Poder Popular a través de los Consejos Comunales y de las Comunas, han secuestrado dichos organismos populares a bases de prebendas, erogando el dinero para la construcción de obras de interés social sin ninguna auditoria ni supervisión efectiva por ejemplo, además de excluir de la toma de decisiones a todo aquel que no defienda o difiera de los intereses enarbolados por el líder local “revolucionario” que en ese momento se encuentre en funciones de poder, la espontanea emoción inicial de grandes sectores populares que esperaban cambios profundos y apoyaba con concentraciones multitudinaria a este proceso, ha sido cambiada por el pago de “viáticos” sin los cuales difícilmente movilizan a los asistentes a los eventos políticos. Se puede así hablar sin rubor alguno de que estos politiqueros disfrazados de revolucionarios, no son más que capos mafiosos cobradores de comisiones, con un aparato delincuencial a su servicio presto a actuar para suprimir cualquier disidencia que pueda afectar a sus intereses particulares, socios en gran cantidad de casos con representantes económicos de la oligarquía a quien dicen combatir. Por supuesto que la gente de los sectores populares no se llaman a engaño cuando ven a aquel líder de humilde extracción nacido en el barrio, aparecerse de visita en busca de votos montado en una camioneta 4x4 último modelo de las más costosas, rodeado de guarda espaldas. Ejemplos como los últimos resultados electorales en Anzoátegui y Sucre, hasta hace poco tiempo bastiones del Chavismo, y una mengua notable de votos favorables al mismo en todo el País, son muestras palpables del repudio popular a estos dirigentes impuestos y a sus conductas politiqueras que no políticas, lejanas de la verdadera acción revolucionaria y de espalda a los intereses populares. Afortunadamente gracias a la inversión masiva de recursos por parte del Ejecutivo Nacional, los estratos populares aun palpan en medio de la ineficiencia y la corrupción con que estos se administran, que aun hay esperanzas de cambio para volver al camino correcto que se les prometió, para la consecución a plenitud de zenda revolucionaria. Sin embargo no bastan las inversiones sociales, se necesita la formación ideológica masiva de la militancia revolucionaria, y el control efectivo de la población sobre los recursos del Estado y su administración.
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