Carlos Escarrá “In menoriam”

Pildoritas 09 Año V

 Dicen que “Dios escribe derecho con líneas torcidas”, que de cuando en cuando, somete a su pueblo que es toda la humanidad, a pruebas, a veces incomprensibles. Es lo que, si miramos las cosas que le han sucedido a la Revolución, podemos, inferir,  para no ir mas atrás, con tragedias como la de Vargas, y las subsiguientes como las impulsadas por el demonio opositor, vale decir golpe cruento de estado, paro petrolero también cruento, desapariciones físicas de prestantes figuras ejemplos de entrega a las causas más justas, como Danilo, William Lara, Clodovaldo Russian, García Ponce, entre otros,  la enfermedad de nuestro líder  y ahora la inesperada partida de un hombre incomparable, querido por millones y odiado por quienes casi destruyen la Patria de Bolívar, odiado porque después del líder de la Revolución, era quizá quien mas dolores de cabeza les causaba, cuando los dejaba de una sola pieza y en evidencia de sus desafueros, con su verbo elocuente y enmarcado de tal manera en bases doctrinarias y legales, que no bahía manera de refutárselas, a no ser con las características mentiras a que nos tienen acostumbrados los lacayos concentrados en la actual Asamblea Nacional.

Nadie duda que este hombre, que se fue físicamente pero queda sembrado y produciendo frutos por siempre, fue de los que no abundan, brillante en todas sus acciones, ejemplo vivo para la cientos de jóvenes que tuvieron la fortuna de recibir sus enseñanzas en la UCV y en la UCAB quienes en su honor deberían intentar emular su obra.

Sus palabras cada vez que intervenía por los medios eran cátedras perfectas de buen derecho, del irrefutable argumento y dignas de ser estudiadas por quienes pretenden utilizar la digna profesión de abogado con fines poco honorables, de lo cual tienen fama muchos.

Su bonhomía era una de su más admiradas virtudes, por ello, tantos hemos sentido  su inesperada partida, como si fuese alguien de nuestra familia, de nuestra más cercana proximidad, fue un ser excepcional de esos que hay que intentar no llorar, como no se debe llorar a los muertos, sino en su memoria seguir la lucha y elevarse cual cometa de sus manos para llegar a las alturas que las circunstancias nos reclaman, ello ha de ser la meta de todo revolucionario.

Por él, en su memoria, cuando esté siendo sembrado, todos los revolucionarios deberíamos, a la par que elevamos una oración al Altísimo, para que lo reciba en su reino y lo premie por todo el bien que aportó a los pobres de esta Patria, hacerle la promesa de que el próximo 7 de octubre, circunstancia, a la que se le ha dado la categoría de misión, vamos a redoblar los esfuerzos para que en su honor el triunfo sea tan grande y tan hermoso, que él desde el más allá celebrará con quienes Dios permita, podamos vivir es momento histórico.-

yuviliz40@hotmail.com



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Saúl Molina Z


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