Hay avenidas de Caracas y también de otras grandes ciudades del país que son una estupenda vitrina en las cuales miles de transeúntes clavan sus miradas en estos días pre electorales para conseguirse con imágenes deprimentes muy a pesar del esfuerzo gubernamental por recuperar el disfrute de la ciudad nunca antes visto, y que operarían como situaciones "mata voto", al parecer intencionalmente propiciadas.
Sin negar que ello obedezca a la ineficiencia de los entes públicos responsables del ornato de la ciudad, desde los nacionales hasta los municipales, ciertos detalles pueden inducir a pensar que obedece a acciones de desestabilización bien planificadas en laboratorios de desestabilización.
Ya los caraqueños, o los valencianos, o los marabinos, tienen elementos de juicio para pensar en esa posibilidad, cuando al hacer un breve ejercicio memorístico les viene a la memoria aquéllos días previos al referéndum revocatorio en los que las avenidas caraqueñas amanecían impregnadas de aceite quemado y restos de bolsas plásticas negras, en los cuales eran lanzados por la noche desde vehículos en marcha.
Pudiese pues extrapolarse esta acción de sabotaje a la de la cada vez más frecuente presencia de personas en situación de calle en las avenidas “vitrinas” de Caracas, mejor aun si logra una deprimente y por supuesto impactante imagen; más aún cuando a ésta se lo opone la de funcionarios gubernamentales que pasan indiferentes a pie o en vehículos oficiales, y con su guayabera roja-rojita, ante el repelente cuadro de miseria humana, pues, ¿casualmente?, estas personas escogen colocarse con sus pústulas de miseria y sus colchones de cartón cerca de sedes ministeriales y de otros organismos.
Aquí cabe muy bien ese refrán, o como diría un lingüista: lexía estereotipada: "El picao de culebra cuando ve bejuco se asusta", aplicable por cierto en varios sentidos en los actuales momentos en Venezuela, pero que además parecen confluir en un solo gran significado: desestabilizar política de un país por medio de guerra mediática y asimétrica de IV Generación, la cual prevé los más deleznables métodos.
En este sentido, quien haya leído el manual de desestabilización de la CIA, no dejara de considerar que situaciones de alto impacto negativo visual en la conciencia de las personas, como las arriba mencionadas, están contempladas en este “manual”, que a su vez es parte de lo que se conoce como guerra sucia , guerra encubierta o guerra baja intensidad; y que prevé los sabotajes de todo tipo a los servicios públicos, las trancas de vías por supuestos manifestantes, y por supuesto, la súbita aparición de cantidad personas en situación de calle, con sus no menos deprimentes dramas humanos en calles y avenidas altamente transitadas a pie o en vehículo, en una sospechosa reincidencia, más aún si se supone fueron abordados por el Programa Negra Hipólita.
Bastaría agregar, que generar ficticiamente esta situación de caos público para afectar a un gobierno equis, sobre todo en un período electoral, requiere contar con importantes recursos financieros y de otra índole, como pudiese ser incluso el suministro de porciones de droga a esta personas en situación de calle, y para lo cual la CIA tiene suficientes, así como sus redes en el país para su distribución; a lo cual parece le llegó la hora de ser investigado a fondo. Y donde seguramente será muy útil la labor de inteligencia social de consejos comunales y otras organizaciones sociales y políticas que defienden la revolución bolivariana.
*Miembro de la Coordnación Nacional del Movimiento Social de Medios Alternativos y COmunitarios (MoMAC)
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