No, como valor de uso, pero sí como “valor de cambio”

“El Dinero no Tiene Precio”

El dinero es una de las categorías económicas más intrincadas de la Economía Política tratada por marxistas y no marxistas, por Nobeles y mediocres. Al final, la literatura económica suele evadir o silenciar su   elucidación científica, y, como era de esperarse, los “dueños del dinero” han terminado adaptando su definición académica y transnacional a su mejor conveniencia, es decir, le han dado el tratamiento vulgar que   armoniza con todo el bagaje literario de la Economía Posclásica no marxista.

El dinero es la forma de objetivar universalmente la medida inmanente de los valores de cualesquiera mercancías, es decir, la duración del trabajo. El dinero, cuando alude a la producción, sirve de equivalente general para todas las mercancías, y a pesar de que también lo conocemos como una mercancía, el dinero no tiene precio aunque su uso sea el de facilitar el intercambio mercantil. Mal podríamos decir: ¿cuánto cuesta Bs.F. 1,00?; tendríamos que ir a las listas de precios y allí ver el monto de mercancías que podemos comprar con aquél. O recurrir a la paridad cambiaria internacional.

No tiene precio porque carece de valor intrínseco, carece de lo que en común y materialmente ha costado la fabricación de las mercancías intercambiadas. Se trata de una funcionalidad ideal, imaginaria, como el metro que construimos de madera: ocurre que cuando lo usamos sirve para apreciar las dimensiones de los objetos, pero ninguno de estos contiene metro alguno. El reloj mide horas en cualquier lugar, pero en ninguno de aquellos existen tales lugares. Se trata de una mercancía (de ella en sí misma) que sirve de equivalente general del valor o trabajo de todas las demás mercancías. Lógicamente, lo hace mediante determinada unidad dineraria o moneda que suele ser diferente en cada país.

Poor eso, también se usa el dinero como   como patrón de los precios, cuando alude al mercado, entonces su valor de cambio tendrá el precio o valor del material que se use en pago de las mercancías adquiridas con él. Como patrón de precios alude a la cantidad de metal de monedas fijadas y convenidas oficialmente. Nos referimos al material del que esté hecho el dinero como medio de intercambio, como m. de pago y como depósito de valor, porque el dinero debe reunir en paralelo todas esas cualidades. Si su material es oro amonedado o lingotes de determinado tenor, por ejemplo, el resto de los metales preciosos y no preciosos expresarán en ese dinero su valor de cambio o su valor. De aquí que las versiones y divisiones entre teóricos y críticos bi y monometalistas carezcan de fundamento.

Cuando estuvo rigiendo el “patrón oro” (patrón de precios), hablábamos del bolívar oro venezolano, del dólar oro estadounidense o canadiense, etc.; c/u de esas monedas básicas pudo ser de diferente peso y tenor, además de sus correspondientes y diferentes formatos de anverso y reverso; se las consigue circulares y poligonales, cosas así.

El dinero, como patrón, puede ser cualquier objeto, cualquier mercancía, y la prueba es que hoy por hoy se maneja un dinero enteramente fiduciario, de papel, de metal feble, virtual y cosas así. Pero el valor del dinero, como valor de cambio, también posee su correspondiente calidad. Así, hay monedas de bajo poder adquisitivo, mediano y alto. En el caso del papel moneda y la calderilla, su calidad no tiene nada qué ver con el papel o metal utilizado, ni su tinta, porque estos son caracteres destinados sólo a la evasión de falsificaciones, controles de calidad del carácter oficial a fin de evitarse timos y e indeseables desajustes monetarios en la economía nacional.

El dinero metálico se usa por su durabilidad natural y demás características físicas que hacen de ese dinero un objeto resistente a las más altas velocidades circulatorias, al manoseo, por así decirlo. Casi todas las monedas de oro se conservan muy bien hasta ahora porque sus usuarios se cuidaban de no maltratarlo, ya que al golpearlo y rozarlo con superficies rústicas perdía peso y como metal precio hasta sus pequeñas porciones resultan significativas. Pero las transacciones voluminosas requieren papel moneda porque sería muy molesto cargar un lingote en los bolsillos, cosas así.

La calidad del dinero se refiere concretamente al respaldo, a su valor, a poder adquisitivo frente a otras monedas. Dentro de un mismo país, basta la oficialidad del Estado para convertir en dinero cualquier tipo de instrumento práctico destinado a la intermediación de las mercancías. La calidad del dinero cobra importancia cuando entramos en relaciones comerciales internacionales. Debemos, pues, analizar más el precio del dinero, como valor de cambio, a pesar de que curiosamente, como valor de uso no tenga precio.

Para comprender y conocer qué y cómo es el dinero debemos pasearnos por su origen. Marx lo hizo. Se trata de una medida de valor usada para tasar el valor de las mercancías, o sea, valores de uso cargados de valor trabajo o de esfuerzos aplicados a su producción. Esta medida sólo puede concebirse cuando se reconozca, de alguna forma, empírica o científica, que el valor de las mercancías lo da el valor trabajo, las horas de aplicación de fuerza de trabajo humano aplicadas a la metamorfosis de determinadas materias primas, con o sin ayuda de otros medios de producción.

 El genio de Aristóteles se ocupó de ese valor en su obra “Ética a Nicómaco”, pero no pudo llegar hasta aquella explicación porque él vivió en un mundo de esclavos, y estos, quienes eran los únicos que trabajaban, no se consideraban seres humanos y en consecuencia mal podía atribuírseles la cualidad de ser los creadores de la riqueza material con sus interminables horas de trabajo aplicado, en algunas regiones hasta en las peores condiciones humanas. Marx escribió: “Todas las mercancías terminan siendo valores iguales, en cierta proporción”. Por tal razón científica, para conseguir oro no necesariamente hay que ir a Guayana, sólo basta trabajar y producir alguna mercancía con demandantes, inclusive cualquier guarapo desasistido de todo control sanitario vendido por sucias manos y en ambientes de lo más insalubres, como ocurre en muchos países del mundo. La chatarra, los desechos y la basura son tan valiosos como el oro mismo, de acuerdo con eso.

Carlos Marx fue el primero en descubrir el encanto del dinero y develar su misterio. Mediante este hallazgo, convalidó la esencia y fuente del valor de las mercancías. El dinero, independientemente de la que se convierta en tal, es la única mercancía real o imaginaria que logra uniformar a todos los bienes entre sí y diferenciarse cuantitativamente unos de otros, o sea, no sólo por sus específicos valores de uso o cualidades naturales, sino por el quantum de su costo de producción medido en horas de trabajo. Marx halló en el dinero el rasgo común que permite intercambiarlas, además de la relación cuantitativa en sí misma de unas mercancías con otras. Son dos cosas diferentes: la cantidad de un bien que se cambia por otro u otros (patrón de precios), y la razón o explicación de esa posibilidad (medida de valores). La cantidad de monedas puede variar, según el metal y el respaldo de ellas, pero sea cual fuere esa cantidad, ella siempre expresará el valor intrínseco de las mercancías intercambiadas. 

La esencia funcional de la mercancía dinero consiste precisamente en que el resto de las mercancías son asimiladas a múltiplos y submúltiplos de la unidad monetaria que se apruebe, en un marco internacional de determinadas dimensiones de giro, de oferentes y demandantes de mercancías. En este sentido, el dinero se valoriza y expresa en todos los valores del resto de las mercancías que pasan a ser sus valores equivalentes.

marmac@cantv.net

11/02/2012 9:29:37




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Manuel C. Martínez


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