El problema de los precios tiene que ver con el desempeño de los mercados. Los mercados tienen un comportamiento de implicaciones sociales, puesto que el desenvolvimiento de la sociedad y la interacción en el intercambio de los individuos, son un acto social, por lo tanto el mercado reflejará la psiquis de una sociedad.
Un mercado es un acuerdo de intercambio entre vendedores y compradores, es un ambiente que propicia dicho intercambio. Los primeros mercados en la historia usaron el trueque, pero luego, con la invención del dinero, a éste se le dio un valor aceptado según un código establecido en ese comportamiento social, un valor sicológico, que según sea puede valer mucho o depreciarse.
Un mercado eficiente y equilibrado no requiere regulaciones, intervenciones ni normas estatales para fijar precios, porque en el intercambio, el acuerdo entre vendedor y comprador resulta equilibrado. Pero se requiere que en el intercambio, ambas partes estén conformes. En un mercado en que haya poca disposición de productos y alta oferta de moneda, los precios de los productos serán altos. Es lo que ocurre en Venezuela.
Establecer un control de precios para tratar de frenar el desequilibrio que está generando en el país la poca producción interna, junto a la alta liquidez monetaria, no tendrá otro resultado que el de empeorar la situación. Ni siquiera el comerciante más socialista, ni porque quisiera, podría ofrecer productos por debajo del precio que la demanda por alta liquidez ha puesto, porque al tratar de reponer inventarios, se quedaría sin capital para que el ciclo continuara. En la visión socialista actualmente, el asunto de la producción es un saludo a la bandera, una mención, un reconocimiento en discursos, pero en la acción muy poco se hace.
El comentario tiene que ver con la propuesta de gobierno de control de “precios justos”. El precio justo lo define el mercado en el intercambio y el gobierno como regulador de la relación debería más bien promover una mayor disposición de bienes y servicios que compitan en cantidad contra la creciente liquidez que cada vez dispone el sistema, de modo que los precios busquen el equilibrio en la relación demanda-oferta. Resulta ridículo tratar de definir la demanda-oferta como una “ley mercantilista o capitalista” porque podemos tener demanda y oferta de bienes y servicios o demanda y oferta de dinero líquido, cuando un aspecto se impone al otro se produce el desequilibrio de valores, uno baja y el otro sube, como ocurre actualmente en el país, se dispone cada vez más de bolívares y por ejemplo menos disposición de cemento, ambas condiciones han creado un mercado paralelo o negro con precios fuera de lo dispuesto en las regulaciones.
La mayor disposición de bienes no tiene que ser tampoco un incremento de las importaciones, porque se queman divisas, necesarias para otras situaciones del desempeño macroeconómico.
Si el país continúa elevando la disposición de dinero circulante y no se preocupa por elevar su producción interna, la inflación no será controlada por ninguna ley, de hecho, en el intercambio comercial, habría muchos que en vez de pedir bolívares en sus transacciones, prefieran pagos en otro tipo de monedas, en bienes, especies o lo que permitió crear los mercados en un principio, un trueque, al final de cuenta quien querría dinero sin valor por su excesiva disposición, la ley de control de precios en ese momento quedaría obsoleta y la situación económica de las mayorías en muy graves dificultades.
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