Gastos de representación, celulares, chóferes, automóviles, restoranes, etc

Más sobre Costes y Precios

 Entre los costes de producción declarados en toda Contabilidad de Costo figura con alto peso económico lo que he dado en llamar “costes ilícitos”. Se trata de desembolsos que realiza la empresa a fin de poder dar empleo útil a sus trabadores. Por ejemplo, debe disponer en propiedad privada o arrendada de un terreno, un edificio, muebles varios de oficina, equipos y maquinaria de los talleres. Debe contratar contables, gerentes, vigilantes, etc.

Hoy hacemos énfasis en los gastos recogidos en el título de esta entrega, mismos que están subsumidos en los llamados “gastos de representación”, como complemento de los sueldos de una parte del personal de “confianza”, así designados en el argot de las Relaciones Públicas (RR PP), como si el resto de los trabajadores fueran personas poco o nada confiables.

Se trata de importantes costos de producción”, que, aunque no son nada productivos, resultan muy necesarios para ese personal de horario elástico y vida dentro y fuera de la empresa con importantes diligencias varias derivadas de su alta responsabilidad en la custodia, promoción y relaciones de “su” empresa con otras empresas, proveedores de materias primas, de maquinarias y equipos, para ventilar personalmente asuntos judiciales, municipales y estatales, actividades de esa índole; para actualizar y mejorar su currículo gerencial, cosas así.

Digamos que son gastos hasta ahora y por ahora imprescindibles y de forzosa presencia, pero, y este es el punto económico,   los gastos en teléfonos fijos,   móviles,   transporte de personal, hoteles, restoranes y dietas extras, etc., tampoco deben  formar parte del costo de producción cargable al precio de venta, ya que los consumidores, por ejemplo, hasta ayer no pagaban recargos por esa nueva tecnología   comunicacional de hoy, pero aun así recibía la misma calidad y cantidad de mercancía que ahora recibe, céteris páribus, ni mucho menos tiene porqué alimentar a un personal que no opera en los talleres donde se procesa la materia prima, se empaca, estiba y caletea.

Al igual que el resto de los costes ilícitos, los de representación del personal de “confianza” deben ser considerados como condiciones infraestructurales que terminan justificando y perfilando la figura del empresario porque sólo el dispone de dinero y capital para comprar los medios de producción que no puede comprar ni tiene en propiedad privada el trabajador en general. Si este fuera propietario de medios de producción, seria productor y empresario por sí solo, pero con la venta de sus mercancías sólo podría retirar valor por valor invertido, tanto dinero como costo de producción cueste lo que fabrique, abstracción hecha del alquiler del taller inmueble donde opere; no puede inflar el precio por concepto de sus gastos personales de comida, transporte, teléfonos, etc. Tales costos los rebajaría del diferencial entre el precio de venta y el costo de las materias primas. Y en ese precio de venta está comprendido el valor de su jornada laboral, corta, mediana o larga, no viene al caso, más la materia prima consumida. Digamos que esos gastos ilícitos van con cargo a la ganancia, y no al bolsillo de su clientela. Son sencillamente costos   personales. Vale decir: si los consumidores pagan esos costes, entonces están costeando parte de la exquisita cesta básica del personal de “confianza”, mientras aquel, como trabajador, insume una cesta básica usualmente de tercera.   

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez


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