Observación preliminar: Las negrillas altas y cursivas me pertenecen y representan mis observaciones interlineadas:
“camino imperial
La decadencia de EE.UU. en perspectiva, II parte
Autor: Noam Chomsky/Tom Dispatch
Fecha de publicación: 21/02/12
En los años de consciente, auto-infligida decadencia
en el país, las “pérdidas” siguieron aumentando en otros
sitios. En la última década, por primera vez en 500 años, Suramérica
ha emprendido pasos exitosos para liberarse de la dominación occidental,
otra pérdida seria. La región ha progresado hacia la integración,
y ha comenzado a encarar algunos de los terribles problemas internos
de sociedades gobernadas por elites en su mayor parte europeizadas,
pequeñas islas de extrema riqueza en un mar de miseria. También se
han librado de todas las bases de EE.UU. y de controles del FMI1. Una organización recientemente formada, CELAC,
incluye a todos los países del hemisferio con la excepción de EE.UU.
y Canadá. Si realmente funciona, será otro paso en la decadencia de
EE.UU., en este caso en lo que siempre ha considerado como su “patio
trasero”.
Incluso más seria sería la pérdida de los países de MENA –Medio
Oriente/Norte de África– que han sido considerados por los planificadores
desde los años cuarenta como “una estupenda fuente de poder estratégico,
y una de las mayores preseas materiales en la historia del mundo”.
El control de las reservas energéticas de MENA generaría “un sustancial
control del mundo”, en las palabras del influyente consejero de Roosevelt,
A.A. Berle.
Sin duda, si las proyecciones de un siglo de independencia energética
de EE.UU. basada en recursos energéticos norteamericanos resultaran
ser realistas, la importancia de controlar MENA disminuiría en algo,
aunque probablemente no en mucho: la preocupación principal ha sido
siempre el control más que el acceso. Sin embargo, las probables consecuencias
para el equilibrio del planeta son tan ominosas que la discusión puede
ser en gran parte un ejercicio académico.
La Primavera Árabe, otro evento de importancia histórica, puede presagiar
por lo menos una “pérdida” parcial de MENA. EE.UU. y sus aliados
han hecho lo posible por impedir ese resultado – hasta ahora con considerable
éxito. Su política hacia las revueltas populares se ha ajustado de
cerca a las líneas directivas estándar: apoyar a las fuerzas más
sensibles a la influencia y el control de EE.UU.
Los dictadores preferidos son apoyados mientras puedan mantener el control
(como en los principales Estados petroleros). Cuando ya no es posible,
son descartados y se trata de restaurar el antiguo régimen en la mayor
medida posible (como en Túnez y en Egipto). El patrón general es familiar:
Somoza, Marcos, Duvalier, Mobutu, Suharto, y muchos otros. En un caso,
Libia, las tradicionales tres potencias imperiales intervinieron mediante
la fuerza a fin de participar en una rebelión para derrocar a un dictador
mercurial y poco fiable, abriendo el camino, como se espera, a un control
más eficiente de los ricos recursos de Libia (primordialmente el petróleo,
pero también el agua, de particular interés para las corporaciones
francesas), a una posible base para el Comando África de EE.UU. (limitado
hasta ahora a Alemania) y a la inversión de la creciente penetración
china. En lo que respecta a la política, ha habido pocas sorpresas.
Crucialmente,
es importante reducir la amenaza de una democracia que funcione, en
la cual la opinión popular pueda influencia significativamente la política.
Esto, de nuevo, es rutina, y es bastante comprensible. Una mirada a
los estudios de opinión pública realizados por agencias de sondeo
en los países de MENA explica fácilmente el temor occidental a una
auténtica democracia, en la cual la opinión pública influencie significativamente
la política.2
Israel y el Partido Republicano
Consideraciones semejantes se trasfieren directamente a la segunda preocupación
importante planteada en la edición de Foreign Affairs citada en la
primera parte de este artículo: el conflicto Israel-Palestina. Será
difícil mostrar con más claridad el temor a la democracia que en este
caso. En enero de 2006, hubo una elección en Palestina, calificada
de libre e imparcial por monitores internacionales. La reacción instantánea
de EE.UU. (y claro está de Israel), y Europa lo siguió cortésmente,
fue imponer duras sanciones a los palestinos por haber votado de manera
equivocada.
No es ninguna innovación. Está perfectamente de acuerdo con el principio
general y nada sorprendente reconocido por los expertos dominantes: EE.UU. apoya
la democracia si, y solo si, el resultado está de acuerdo con sus objetivos
estratégicos y económicos, 3la conclusión lastimera del neo-reaganita Thomas
Carothers, el más cuidadoso y respetado analista experto de las iniciativas
de “promoción de la democracia”.
De un modo más general, durante 35 años EE.UU. ha encabezado el campo
negacionista sobre Israel-Palestina, bloqueando un consenso internacional
que pide una solución política en términos demasiado conocidos como
para que requieran repetición. El mantra occidental es que Israel busca
negociaciones sin condiciones previas, a lo que se niegan los palestinos.
Lo contrario es más exacto. EE.UU. e Israel exigen precondiciones estrictas
que, además, han sido elaboradas para asegurar que las negociaciones
conduzcan a una capitulación palestina sobre temas cruciales, o a ninguna
parte.
La primera condición previa es que las negociaciones deben ser supervisadas
por Washington, lo que tiene tanto sentido como exigir que Irán supervise
la negociación de conflictos entre suníes y chiíes en Iraq. Las negociaciones
serias tendrían que tener lugar bajo los auspicios de alguna parte
neutral, preferiblemente una que goce de un cierto respeto internacional,
tal vez Brasil. Las negociaciones tratarían de resolver los conflictos
entre los dos antagonistas: EE.UU./Israel por una parte, y la mayor
parte del mundo por la otra.
La segunda condición previa es que Israel debe tener libertad para
expandir sus asentamientos ilegales en Cisjordania. Teóricamente, EE.UU.
se opone a esas acciones, pero con un ligerísimo tirón de orejas,
mientras sigue suministrando apoyo económico, diplomático y militar.
Cuando EE.UU. tiene algunas objeciones limitadas, impide con gran facilidad
las acciones, como en el caso del proyecto E-1 para vincular Gran Jerusalén
con la ciudad de Ma’aleh Adumim, dividiendo prácticamente en dos
Cisjordania, una altísima prioridad para los planificadores israelíes
(de todo el espectro), pero provocando algunas objeciones en Washington,
por lo que Israel ha tenido que recurrir a medidas tortuosas para mermar
el proyecto.
El fingimiento de oposición llegó al nivel de farsa en febrero pasado
cuando Obama vetó una resolución del Consejo de Seguridad que pedía
la implementación de política oficial de EE.UU. (agregando también
la observación no polémica de que los propios asentamientos son ilegales,
a diferencia de su expansión). Desde entonces se ha hablado poco de
la terminación de la expansión de asentamientos, que continúa, con
una provocación premeditada.
Por lo tanto, mientras representantes israelíes y palestinos se preparaban
para reunirse en Jordania en enero de 2011, Israel anunció nuevas construcciones
en Pisgat Ze’ev y Har Homa, áreas de Cisjordania que considera que
se encuentran dentro del área considerablemente expandida de Jerusalén,
anexada, cubierta de asentamientos y construida como capital de Israel,
todo en violación de órdenes directas del Consejo de Seguridad. Otras
acciones incluyen el mayor plan de separar los enclaves que le puedan
quedar a la administración palestina del centro cultural, comercial
y político de la vida palestina en la antigua Jerusalén.
Es comprensible que los derechos palestinos deban ser marginados en
la política y el discurso estadounidense. Los palestinos carecen de
riqueza y de poder. No ofrecen prácticamente nada a los intereses políticos
de EE.UU.; de hecho, tienen valor negativo, son una molestia que moviliza
a “la calle árabe”.
Israel, al contrario, es un valioso aliado. Es una sociedad rica, con
una industria de alta tecnología sofisticada, en gran parte militarizada.
Durante décadas, ha sido un altamente apreciado aliado militar y estratégico,
en particular desde 1967, cuando hizo un gran servicio a EE.UU. y a
su aliado saudí al destruir el “virus” nasserista, estableciendo
la “relación especial” con Washington en la forma que ha persistido
desde entonces. También es un centro creciente para inversiones de
alta tecnología de EE.UU. De hecho, las industrias de alta tecnología,
y particularmente militares, en los dos países están estrechamente
vinculadas.
Aparte de semejantes consideraciones elementales de política de gran
potencia, hay factores culturales que no deben ser ignorados. El sionismo
cristiano en Gran Bretaña y en EE.UU. precedió de largo al sionismo
judío, y ha sido un significativo fenómeno elitista con claras implicaciones
políticas (incluida la Declaración Balfour, que se basó en él).
Cuando el general Allenby conquistó Jerusalén durante la Primera Guerra
Mundial, fue aclamado en la prensa estadounidense como Ricardo Corazón
de León, quien había finalmente vencido en las Cruzadas y expulsado
a los paganos de Tierra Santa.
El siguiente paso fue que el Pueblo Elegido volviera a la tierra que
le fuera prometida por el Señor. Articulando un punto de vista común
de la elite, el secretario del Interior del presidente Franklin Roosevelt,
Harold Ickes, describió la colonización judía de Palestina como un
logro “sin igual en la historia de la raza humana”. Semejantes doctrinas
encuentran fácilmente su lugar dentro de las doctrinas providencialistas
que habían sido un fuerte elemento en la cultura popular y de la elite
desde los orígenes del país: la creencia en que Dios tiene un plan
para el mundo y que EE.UU. lo está realizando bajo guía divina, como
es articulado por una larga lista de personajes destacados.
Por otra parte, el cristianismo evangélico es una importante fuerza
popular en EE.UU. Más hacia los extremos, el cristianismo evangélico
del Fin de los Tiempos también tiene un enorme alcance popular, vigorizado
por el establecimiento de Israel en 1948, revitalizado aún más por
la conquista del resto de Palestina en 1967 – todas señales de que
se acercan el Fin de los Tiempos y la Segunda Venida.
Estas fuerzas se han vuelto particularmente significativas desde los
años de Reagan, ya que los republicanos han abandonado la pretensión
de ser un partido político en el sentido tradicional, mientras se dedican
en virtual formación uniforme a servir a un ínfimo porcentaje de súper
ricos y al sector corporativo. Sin embargo, el pequeño electorado que
es servido primordialmente por el partido reconstruido no puede proveer
votos, de modo que se han vuelto a otra parte.
La única
alternativa es movilizar tendencias que siempre han estado presentes,
aunque raramente como una fuerza política organizada4: primordialmente nativistas que tiemblan de miedo y
odio, y elementos religiosos que son extremistas según estándares
internacionales, pero no en EE.UU. Un resultado es la reverencia por
supuestas profecías bíblicas, de ahí no solo el apoyo a Israel y
sus conquistas y expansión, sino un amor apasionado por Israel, otra
parte fundamental del catequismo que debe ser entonado por candidatos
republicanos – y demócratas, de nuevo, no demasiado lejos.
Dejando de lado estos factores, no hay que olvidar que la “Anglosfera”
– Gran Bretaña y sus retoños – consiste de sociedades de colonos,
que surgieron de las cenizas de poblaciones indígenas, reprimidas o
virtualmente exterminadas. Las prácticas del pasado deben haber sido
básicamente, en el caso de EE.UU., incluso ordenadas por la Divina
Providencia. Por lo tanto a menudo existe una simpatía intuitiva por
los hijos de Israel cuando siguen un camino semejante. Pero primordialmente
prevalecen los intereses geoestratégicos y económicos, y la política
no está grabada en piedra.
La “amenaza” iraní y el tema nuclear
Finalmente consideremos el tercero de los principales temas encarados
en los periódicos del establishment citados anteriormente, la “amenaza
de Irán”. Entre las elites y la clase política es considerada generalmente
como la amenaza primordial para el orden mundial – aunque no entre
las poblaciones. En Europa, los sondeos muestran que se considera a
Israel como la principal amenaza para la paz. En los países del MENA,
este estatus es compartido con EE.UU., hasta el punto que en Egipto,
en vísperas del levantamiento de la Plaza Tahrir, un 80% pensaba que
la región sería más segura si Irán tuviera armas nucleares. Los
mismos sondeos establecieron que solo un 10% considera que Irán constituye
una amenaza – a diferencia de los dictadores gobernantes, quienes
tienen sus propias preocupaciones.
En EE.UU., antes de las masivas campañas propagandísticas de los últimos
años, una mayoría de la población estaba de acuerdo con la mayor
parte del mundo en que, como firmante del Tratado de No Proliferación
Nuclear, Irán tiene derecho a enriquecer uranio. E incluso ahora, una
gran mayoría está a favor de medios pacíficos para tratar con Irán.
Incluso existe una fuerte oposición a una participación militar si
Irán e Israel estuvieran en guerra. Solo un cuarto considera que Irán
sea de alguna manera una preocupación importante para EE.UU. Pero no
es poco usual que haya una brecha, a menudo un abismo, que divide a
la opinión pública y la política.
¿Por qué, exactamente, se considera a Irán como una amenaza tan colosal?
La pregunta es poco discutida, pero no es difícil encontrar una respuesta
seria – aunque no, como de costumbre, en los pronunciamientos febriles.
La respuesta mejor documentada es provista por el Pentágono y los servicios
de inteligencia en sus informes regulares al Congreso sobre la seguridad
global. Informan que Irán no plantea una amenaza militar. Sus gastos
militares son muy bajos incluso según los estándares de la región,
minúsculos, claro está, en comparación con EE.UU.
Irán tiene poca capacidad para desplegar fuerza. Sus doctrinas estratégicas
son defensivas, diseñadas para disuadir una invasión durante suficiente
tiempo para quela diplomacia solucione los problemas. Si Irán desarrollara
una capacidad de armas nucleares, informan, formaría parte de su estrategia
de disuasión. Ningún analista serio cree que los clérigos gobernantes
estén ansiosos de ver que su país y sus posesiones sean vaporizados,
la consecuencia inmediata de que llegaran incluso cerca de iniciar una
guerra nuclear. Y es apenas necesario mencionar las razones por las
cuales cualquier dirigencia iraní estaría preocupada por la disuasión,
bajo las circunstancias existentes.
No cabe duda de que el régimen es una seria amenaza para gran parte
de su propia población – y desgraciadamente, no se puede decir que
sea un caso único desde ese punto de vista. Pero la amenaza primordial
para EE.UU. e Israel es que Irán pueda estorbar su libre ejercicio
de violencia. Otra amenaza es que los iraníes buscan evidentemente
extender su influencia a los vecinos Iraq y Afganistán, y también
más lejos. Esos actos “ilegítimos” son llamados “desestabilizadores”
(o algo peor). Al contrario, la imposición por la fuerza de la influencia
sobre la mitad del mundo contribuye a la “estabilidad” y al orden,
de acuerdo con la doctrina tradicional de quién es el dueño del mundo.
Tiene mucho sentido el intento de impedir que Irán se sume a los Estados
con armas nucleares, incluidos los tres que se han negado a firmar el
Tratado de No Proliferación –Israel, India y Pakistán– todos los
cuales han recibido ayuda de EE.UU. para el desarrollo de armas nucleares
y siguen recibiendo esa ayuda. No es imposible acercarse a ese objetivo
por medios diplomáticos pacíficos. Una actitud, que goza de abrumador
apoyo internacional, es emprender pasos significativos hacia el establecimiento
de una zona libre de armas nucleares en Medio Oriente, incluidos Irán
e Israel (aplicado también a fuerzas de EE.UU. desplegadas en el área);
mejor todavía si se extiende al Sur de Asia.
El apoyo para tales esfuerzos es tan fuerte que el gobierno de Obama
se ha visto obligado a aceptar formalmente, pero con reservas, que:
crucialmente, el programa nuclear de Israel no debe ser colocado bajo
los auspicios del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA),
y que no se debe pedir a ningún Estado (lo que quiere decir EE.UU.)
que divulgue información sobre “instalaciones y actividades nucleares
de Israel, incluida información relacionada con anteriores transferencias
nucleares a Israel”. Obama también acepta la posición de Israel
de que toda propuesta semejante debe estar condicionada a un acuerdo
de paz exhaustivo, que EE.UU. e Israel pueden seguir retardando indefinidamente.
Este estudio no se aproxima en nada a ser algo exhaustivo, sobra decir.
Entre tópicos importantes que no son considerados es el cambio en la
política militar de EE.UU. hacia la región Asia-Pacífico, con las
nuevas adiciones al inmenso sistema de bases militares que tiene lugar
ahora mismo, en la Isla Jeju frente de Corea del Sur y en el Noroeste
de Australia, todos elementos de la política de “contención de China”.
Estrechamente relacionado está el tema de las bases de EE.UU. en Okinawa,
a las que se ha opuesto acremente la población durante muchos años,
y una continua crisis en las relaciones EE.UU.-Tokio-Okinawa.
Revelando lo poco que han cambiado las presunciones fundamentales, analistas
estratégicos estadounidenses describen el resultado de los programas
militares de China como un “clásico ‘dilema de seguridad’ por
lo cual programas militares y estrategias nacionales consideradas defensivas
por sus planificadores son vistos como amenazadores por el otro lado”,
como escribe Paul Godwin del Foreign Policy Research Institute. El dilema
de la seguridad aparece respecto al control de los mares frente a las
costas de China. EE.UU. considera su política de control de esas aguas
como “defensiva”, mientras China la ve como amenazante. Ni siquiera
es imaginable un debate parecido respecto a las aguas costeras de EE.UU.
Este “clásico dilema de seguridad” tiene sentido, de nuevo, sobre
la base de la presunción de que EE.UU. tiene derecho a controlar la
mayor parte del mundo, y que la seguridad de EE.UU. requiere algo que
se acerca al control absoluto del globo.
Mientras los
principios de la dominación imperial han experimentado poco cambio,
la capacidad de implementarlos ha disminuido considerablemente a medida
que el poder se ha distribuido más ampliamente en un mundo que se diversificastas
( ojo, no sus persona, sino a sus ctividades de explotación sañlaraial)5. Las consecuencias
son muchas. Es, sin embargo, muy importante recordar que –por desgracia–
ninguna disipa las dos oscuras nubes que se ciernen sobre toda consideración
de orden global: la guerra nuclear y la catástrofe medioambiental,
que amenazan ambas la decente supervivencia de la especie.
Al contrario, ambas amenazas con siniestras, y aumentan.
………….
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística
y Filosofía del MIT. Es autor de numerosas obras políticas que son
éxitos de ventas. Sus últimos libros son
Making the Future: Occupations, Intervention, Empire, and Resistance,
The Essential Chomsky (editado por Anthony Arnove), una colección de
sus escritos de los años cincuenta hasta la actualidad, Gaza in Crisis,
con Ilan Pappé, y Hopes and Prospects.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144943
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144942
Copyright 2012 Noam Chomsky
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175503/tomgram%3A_noam_chomsky%2C_imperial_hegemony_and_its_discontents/#more”
Tomado de APORREA.org.
1 Impostura sin tapujo alguno, según nos informa la mediática sobre las bases norteamericanas colombianas de reciente instalación y multiplicación (gobierno del Presidente Uribe)
2 Una verdad subrepticia, muy posiblemente cargada de subliminalidad imperialista, digamos que acalla el objetivo principal del Capitalismo Mundial vigente, vale decir: Una verdadera neorrevolución, o Tercera Revolución Industrial Organizativa del Proletariado. Se halla en pleno proceso formativo, y es viable por gobiernos (del mismo Estado burgués, administrador de los fondos burgueses, según Carlos Marx- Manifiesto el Partido Comunista, un día como hoy, 1847) capaces de redistribuir la renta nacional entre las masas ya pauperizadas y la hasta ahora ya privilegiada y elitista clase media de creciente y elevado costo salarial (clase de los escuálidos, en el argot venezolano venezolano). Sirva esta entrega de modesto homenaje al científico “liberalista” de la Política Universal más leído y mal leído y cuestionado y admirado y respetado y odiado de todos los tiempos, luego de ciento sesenta y cuatro (164) años.
La mal llamada Tercera Revolución Industrial (sic) o de la “Inteligencia emocional” no ha pasado de ser otro de los trillados artilugios ideológicos o idealistas del apologismo burgués y de los Economistas posclásicos o vulgares. Es una ratificación errónea de las versiones schumpeterianas, según las cuales, los empresarios capitalistas han sido y serían una suerte de elegidos de dios con una cerebro especialísimo cuya configuración neuronal y visceral es tal que lo hace un ávido e insaciable buscador de riqueza creada por terceros, poderosamente impedido para tirarle un palo al PIN de cada día. http://www.elblogsalmon.com/economistas-notables/economistas-notables-joseph-schumpeter
3 Mal podría EE UU admitir otro resultado sin que se halle en tela de juicio su imperialidad como representante principal de la clase burguesa mundial. La democracia es clasista per se, nacieron sus ideas en la Grecia esclavista de Aristóteles, Sócrates, Platón, aunque etimológica, abstracta y semánticamente signifique otra cosa en la teoría literal. Los nombres no necesariamente reflejan simétricamente ese contenido que por abstracción hallamos en los diccionarios burgueses.
4 La principal tendencia del capitalismo es hacia la pauperización generalizada de toda la masa obrera del mundo ocupado por empresas burguesas. Tal es el caso de los movimientos actuales proletarios suramericanos y centroamer, y que, en armonía coherente con los proletarios de la rancia Europa Occidental, conforman la gran masa proletaria mundial que hoy rompe con la contrata obrero-patronal tradicional, los unos para salir de la miseria, y los otros para conservar las mejoras económicas que han estado masoquistamente disfrutando su explotación burguesa a espaldas de los proletarios peor explotados en todo el continente americano, africano, y de Europa Oriental . Los obreros de la nueva generación remplazan los activos de ahorita; estos perderán privilegios y engrosarán el “Ejército Industrial Jubilado”, serán sacado del mercado laboral, y aquellos ascenderán al nuevo status económico que brida todavía un sistema que, según Marx, no se extinguirá mientras haya ganancias suficientes para industriales, comerciantes, financistas, sindicalistas y burocracia parasitaria que sepa proteger y administrar la renta de la burguesía y su capital dinerario, sus reservas de medios de producción.
5 La nueva y revolucionaria organización de la mano de obra, hasta ayer selectiva e individualista, hoy se empieza a configurar u organizar en bloques masivos de proletarios, los de menor costo dejarán más ganancias, y los mejor pagados sufrirán mermas en sus remuneraciones globales. Ciertamente, los precipuos principios capitalistas no cambian: Máxima ganancia con empleo de menor capital, y despliegue abierto de ese “liberalismo” que hoy se le atribuye despectivamente a la burguesía de alto giro, pero cuyo pionero y máximo defensor fue, paradójicamente, Carlos Marx, habida cuenta de que él hipotetizó una sociedad liberada absolutamente del yugo estatal. El comunismo, como forma de vida sucesor del capitalismo. verá y conocerá la imprescindibildad de una burocracia que, por eficiente y eficaz que sea, siempre supondrá una sobrecarga para el pueblo directamente trabajador. El Estado, por supuesto, se extinguirá con el desenvolvimiento pleno de la fase transicional socialista, pero mientras tanto seguirá jugando un importantísimo papel para evitar anarquías de producción e interrupciones del proceso social de relevo. Hoy será más importante que ayer proteger la propiedad privada mientras esta siga resultando rentable para la clase burguesa, lo será balancear los abusos del burgués desenfrenado, y de las protestas salariales que necesariamente seguirá practicando un proletariado que robustecerá su lucha hasta “enterrar” definitivamente a sus opresores Observación: No se refiere al entierro físico de nadie, sino a su actividad mercantil como explotador de asalariados.
1 http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com
21/02/2012 18:28:24