La historia es mas allá que un cuento o una visión del pasado, la historia comienza en nuestra propia casa, en nuestra propia familia, en nuestra propia comunidad, en nuestro propio país y así se va expandiendo la visión y entrelazándose en una serie de vínculos que generan la cotidianidad que vivimos; es obligación del ser humano revisar su propia historia para poder tener un punto de equilibrio, un punto de comparación y un punto de apoyo para defender o rechazar lo que sucede en el momento presente.
La historia no es para nada un culto al pasado, la historia es tan diversa que debe ser buscada con interés y detenimiento, con ilusión y preocupación, la historia debe ser analizada y no aceptada a priori.
La historia es la acumulación de anécdotas, de acciones, de vivencias; se ha dicho que la historia es de quien la cuenta, es decir, del que sobrevive a un determinado momento o evento, pero la historia va mas allá de una simple visión por muy general que sea la aceptación del punto de vista del historiador; la historia es una realidad palpable porque el pasado nunca termina para que comience un presente y con él una historia, el pasado sigue siendo una parte del hilo de la historia que vivimos a cada día.
Cada acción genera una reacción esa es la fórmula para que el día a día se convierta en una historia, por eso es que a medida que vivimos vamos escribiendo un capítulo de la historia que nos toca vivir y por eso, para que podamos analizar ese capítulo nuevo, tenemos que irremediablemente voltear al pasado y tratar de averiguar de dónde vino la acción que genero tal reacción.
Para analizar la historia debemos despojarnos de prejuicios y evitar aceptar como correctas o incorrectas las decisiones que impulsaron una reacción, debemos analizar los asuntos con perspicacia y con cierto recelo sobre la veracidad de algunos episodios que mas que historia son cuentos, fabulas y mitos.
Comencé hablando sobre la historia porque siento que la mayor deficiencia de la juventud disociada es un desconocimiento y rechazo a la historia y un desanimo a la investigación del pasado lejano o cercano aun cuando sientan que este influye directamente sobre el presente.
La flojera no puede tener cabida en la mentalidad o en el accionar de la juventud, la flojera y el desinterés es el pecado mayor que un joven puede cometer ya que esto es un crimen contra el mismo y contra la sociedad que le tocará construir; la juventud debe estar ávida en ganas de saber, la juventud debe ser curiosa y debe ser inquieta, la juventud debe estar despierta y emocionada buscar por todos los medios el conocimiento.
La juventud debe estar atenta y revisar las gavetas y leer las cartas amarillas y alimentado por la duda y la incredulidad buscar la verdad, la juventud no puede ser boba ni dejarse manipular, la juventud debe ser irreverente.
Con tristeza y cierto desconcierto se observa en nuestra amada patria una juventud que sigue con emoción y con esperanza a unos viejos que con rostros nuevos los guían cual flautista de Hamelin hacia un mañana de destrucción, de muerte y de miseria que ya pensamos habíamos superado.
Con desconcierto y tristeza vemos a una juventud que sigue emocionada a los viejos con rostros nuevos que son financiados por el grupo económico que no aceptó el tratado de Kioto sobre las emisiones de gases a la atmosfera en Dinamarca y que, esta demás decir, no asistió a la cita de Sud África, donde era necesario ratificar el compromisos para enfrentar el daño que esta ocasionando el acelerado calentamiento global.
Con desconcierto y desilusión vemos a una juventud ciega y disociada que celebra la posibilidad de la asunción al poder en nuestra amada patria al mismo grupo económico que nos mantuvo durante cien años o más sumidos en la más terrible de las miserias, cerró universidades, asesinó a jóvenes luchadores sociales; un grupo económico que mantuvo porque, así les convenía, a nuestra juventud aislada del conocimiento y a la mayor parte de la población en un cruel analfabetismo.
Los jóvenes que no saben a quién siguen porque la apatía no les permite averiguar ni estudiar, no pueden llamarse jóvenes y los que lo saben y sin embargo apoyan a esos grupos no tienen nombre pero podrían catalogarse como zombis.
Esta tierra donde un José Félix Rivas acompañado de jóvenes estudiantes se enfrentó con desventaja numérica a las huestes del sanguinario Boves y venció, no puede ser la misma que pisan jóvenes que pisotean los más sagrados valores, como la naturaleza y la vida.
El capitalismo en toda su extensión y, más allá, el fundamento neoliberal aplicado a las economías está destruyendo al planeta, ¿Cómo vamos a tratar de imponerlo en nuestro suelo sagrado? ¿Cómo puede un joven defender la destrucción y la muerte y seguir llamándose o creyéndose joven?.
Y hablo de y a los jóvenes sin intensión de ofender a los viejos o sin intensión de significar que en el viejo es válido que apoye esas prácticas, hablo a y de los jóvenes porque una juventud disociada es sinónimo de un fracaso en la educación que le dimos los viejos y porque una juventud disociada es un peligro para la sociedad que se forja.
Los grupos económicos y de amplio poderío militar que representan los Estados Unidos de América y sus políticas imperialistas y de dominación, han ocasionado y siguen ocasionando daños irreversibles a los ecosistemas; sus políticas económicas y sus modelos capitalistas han sobrepuesto el valor del capital por encima de la naturaleza y de la propia vida; ¿Como hemos sido tan inútiles en la educación como para permitir que jóvenes de amplio corazón y de inmensas ganas de vida, apoyen la asunción al poder de grupos políticos financiados y organizados por estos poderes universales?.
He ahí mi crítica, el niño no nace aprendido, el niño tiene que aprender y somos nosotros los encargados de educarlo y luego reforzar sus conocimientos, de la manera más necesaria: educándolo a las ganas de aprender, induciéndolo a una inmensa avidez por el conocimiento; pero para que esto sea efectivo, mas allá de las ganas que tengamos de educar, tiene que haber un inmenso deseo de los jóvenes por aprender; la flojera no puede ser sinónimo de juventud, el joven tiene que empeñarse en buscar conocimientos.
Parte de la juventud que marcha con amor a la vida, parte de la juventud que marcha con amor a la naturaleza es también parte de la misma juventud que de manera contradictoria aúpa, apoya y vitorea de manera ingenua y seguramente confundida a estos grupos que desparraman miseria y muerte por dondequiera que van.
Capriles Radonsky no representa a la juventud ni mucho menos representa a la corriente progresista, Capriles Radonsky representa a los grupos económicos y militares que tanto daño le hacen al planeta y a la vida, Capriles Radonsky representa al Fondo Monetario Internacional, al pentágono y su maquinaria de guerra y de destrucción; vean jóvenes hacia Europa, y la crisis económica del capitalismo, vean jóvenes hacia el cielo y hacia el mar y vean los desastres irreversibles que las grandes economías mundiales le están haciendo al planeta, mi planeta, tu planeta, nuestro planeta.
La historia está para analizarla, analícenla pues, investiguen pues, la juventud no puede ser disociada, la juventud no puede ser floja, la juventud tiene que ser irreverente, estudiosa, acuciosa, intrépida; la juventud tiene que ser picara, indómita, la juventud tiene que estudiar para poder tener herramientas para el combate que desea realizar y del cual tiene todo el derecho.
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