Hace más de 500 años nuestra tierras fueron invadidas y ocupadas por hordas venidas de Europa, entonces parecían hienas depredadoras de todo cuanto hallaban a su camino de penetración tierras adentro a este continente que hoy conocemos como América, sometieron torturaron y exterminaron a los pueblos originarios y su cultura, por que para éllos, el progreso significaba riqueza y bienestar para el imperio español y hambre y miseria para el aborigen.
Una práctica constante del invasor fue aquella de mariar al nativo, cambiándoles espejitos y bagatelas por trozos o collares de oro, es decir aquellos rufianes ocupantes de este vasto territorio virgen se enriquecieron a costa de la explotación del hombre y mujer primitiva que por siglos había vivido en una especie de paraíso; hasta que después de 300 años de resistencia terrible y aprovechando la debacle del imperio, América latina y muy particularmente los revolucionarios venezolanos echaron al ocupante invasor no sin antes tener combatirlo y derrotarle en los campos de batalla durante más de una década hasta consolidar la independencia política que se la debemos a aquellos pueblos que acertadamente condujera en el arte de la guerra el Padre Bolívar.
Claro está que después aparecieron contradicciones de lucha de clases entre quienes combatieron en el mismo frente y que son propias al mismo tiempo en toda revolución; porque las oligarquías casi siempre están al acecho moviéndose como caimán en boca de caño, adulante o lanzo zarpazos sin dar tregua, tal cual hicieron con la demolición de la Colombia Grande que había concebido Miranda y hecha realidad por el pensamiento unitario de Bolívar.
Entonces, Godos y Liberales, o lo que es lo mismo Paecistas y Monaguistas se repartieron lo que éllos al igual que los Invasores ocupantes concibieron como progreso, que no era otra cosa que la riqueza y el bienestar para las elites que tenían bajo su control el poder, mientras que el pueblos o descendientes de los de abajo, de los que habían dejado su sangre y sus vidas en los campos de batalla rumiaban de dolor y pobreza, esa ha sido siempre la idea del progreso de la oligarquías de ayer , antier y hoy.
Y es que cada vez que en el contexto histórico ha aparecido alguien con visión de cambiar la tortilla, la burguesía parasitaria se mueve como hiena herida para sacar de juego a quienes pretendan quitarles ese privilegio de vivir de lo lindo a costa de la pobreza de millones de seres humanos.
Eso mismo hicieron a partir de 1958, cuando después de una larga lucha de resistencia revolucionaria, la oligarquía económica y política desnacionalizada presento de manera maquillada su idea del progreso, al convenir con su amo de norte lo que desde entonces conocimos como “Pacto de Nueva York que luego dieron por llamar Pacto de Punto de Fijo” situación que se concretó en los que los gringos bautizaron como “Alianza para el Progreso” que no fue otra cosa que volver a cambiar espejitos por oro; éllos enviaban ropa usada, harina precocida con gorgojos, manteca vegetal para palear el hambre de los de abajo y al mismo tiempo, instructores policiales para que persiguieran, torturaran y desaparecieran a todo aquel que osare oponerse a la auto proclamada “Democracia representativa “ que durante más de 40 años presentaron como la panacea .
Claro está que en ésta oportunidad los espejitos los cambiaron por el excremento del diablo, es decir por el oro negro, por el petróleo que se lo llevaron a precio de gallina flaca; ese es el tipo de progreso que le agrada a la oligarquía rentistas y parasitaria que vendió o mejor dicho regalo el petróleo, a sus amos de norte, hasta que por fin nuevamente el pueblo venezolano irreverente y rebelde dijo ¡basta y echo andar aquel 27 y 28 de Febrero de 1989! y que la mediática califico como “El Caracazo” ; ciertamente aquel pueblo insurrecto devolvió la esperanza de que si es posible la redención de la humanidad cuando los pueblos se levantan y toman conciencia de que el progreso que históricamente han ofrecido y puesto en prácticas las burguesías, nunca han sido buenas para los pueblos, ya que los ricos se ponen buchones, mientras que los de abajo sufre la desesperanza y la pobreza.
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(*) Integrante equipo PSUV-Táchira
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