Hace 23 años el pueblo venezolano protagonizó una justa y digna acción: se rebeló contra las inhumanas condiciones impuesta sobre sus hombros por el Fondo Monetario Internacional a través del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Esta explosión de rebeldía popular, que careció casi en su totalidad de orientación política revolucionaria, fue señal inequívoca del descontento inmediato de las masas contra el “paquetazo” antipopular anunciado por CAP pero que mucho más allá de eso era signo de la decadencia del puntofijismo y del próximo fin de los gobiernos autocráticos y represores de la Cuarta República devenidos de populistas en neoliberales; las heroicas jornadas de aquel 27 de febrero de 1.989 eran el anuncio de una nueva etapa en la política venezolana que iría teniendo sus albores poco tiempo después con la rebelión militar del 4 de Febrero de 1992 y con la derrota electoral del bipartidismo en 1.993, en condiciones sociohistóricas que no siempre son estudiadas a la luz de la dialéctica y de la complejidad de la política.
Hoy, a 23 años de aquella explosión popular de rebeldía cuando Venezuela transita un camino diferente que pudiese, si se ejecutan acciones correctas, terminar en avances importantísimos a favor de la derrota del capitalismo y que tiene precisamente en ese 27 de Febrero uno de sus antecedentes inmediatos, se hace necesario que hagamos lecturas correctas de ese episodio que sirvan de lecciones sobre los errores, faltas y carencias en la conducción del proceso de liberación nacional por los caminos del socialismo.
Una de esas lecciones es precisamente la necesidad de una vanguardia que le de contenido programático, que encause pues, esa rebeldía, llevada a los extremos del heroísmo por lo pueblos cuando deciden enfrentar las injusticias, profundizar sobre esto es realmente importante en la actualidad mucho más cuando a lo interno del proceso parecen ganar posiciones posturas que hablan en contra de las vanguardias y a favor de ese concepto amorfo y abstracto de “las minorias activas” que llegan incluso a cuestionar la necesidad de la toma del poder político por la clase obrera en alianza con todas las capas interesadas en la emancipación verdadera.
Y esa es una de las más importantes y dolorosas lecciones de aquel 27 de febrero: no basta con la dispoción al sacrificio y a la rebeldía, no es suficiente, aunque siempre necesaria, la movilización popular, hace falta que toda esa voluntad se encause para que esos sacrificios logren objetivos tácticos y estratégicos de largo alcance.
Lo anterior nos lo ha enseñado la historia muchísimas veces y en distintas condiciones, en el caso de “El Caracazo” el pueblo puso a temblar el sistema y también puso los muertos, hubo una situación de insurrección popular de magnitudes propicias para desembocar en una situación prerrevolucionaria, pero que en lo inmediato se perdió por falta de direccionalidad política; fue de tal magnitud la movilización y presión popular contra el gobierno genocida de CAP II en eso días, que aún no logrando objetivos estratégicos por la causa ya señalada, entre otras, sirvió esta jornada como catalizador de la descomposición y ruina del modelo puntofijista.
Que compleja es la historia, hoy el acicate neoliberal asfixia Europa, y especialmente en Grecia se viven días parecidos a aquel febrero venezolano, con su diferencia claro está, una de ellas: el KKE encabezando la direccionalidad de esas jornadas también luminosas.
Por eso en Venezuela, o en cualquier parte del mundo dónde los pueblos se mantienen en lucha contra el capital y sus abominables y diversas formas de opresión, debemos decir ¡Gloria al Bravo Pueblo!
Militante del PCV
@edgarmelendez79