Al revisar los Lineamientos que la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), presentó al país el 23 de enero pasado, son muchas las interrogantes que surgen. Sobre todo, porque la derecha venezolana tiene a su disposición a los intelectuales orgánicos del capital financiero, tanto nacional como internacional; a significativos sectores del mundo académico y universitario; a la alta gerencia de las grandes corporaciones industriales, asociaciones empresariales; cuentan además con el apoyo de instituciones multilaterales; del Departamento de Estado de EEUU, a través de la USAID y la NED; del Partido Popular de España; del gran capital israelí, entre otros, que le suministran recursos financieros e insumos conceptuales para la comprensión e interpretación de la “realidad nacional”, la cual realizan “llevando el agua a su molino”.
Uno se pregunta: ¿por qué recurrir a un concepto tan demodé como el progreso, como formula salvadora de la nación?, sobre todo, cuando dicho concepto ha sido presentado -a lo largo de estos más de 500 años de modernización capitalista-, como el pilar fundamental para su desarrollo. Inagotable ha sido la fraseología a partir de la cual se ha intentado demostrar, como una verdad inobjetable, que el progreso constituye la base fundamental a partir de la cual pueda explicarse la “evolución humana”; se ha hecho creer, a través de una visión utilitaria de la historia, que esta “representa el pasado como una progresión inevitable hacia cada vez más libertad y más ilustración”.
Así tenemos por caso que, como lo ha dicho el escritor español Josep Fontana, con “la producción de bienes y riquezas la humanidad había avanzado hasta la abundancia de los tiempos modernos a través de las etapas de la revolución neolítica y la revolución industrial. Después había venido la lucha por las libertades y por los derechos sociales, desde la Revolución francesa hasta la victoria sobre el fascismo en la Segunda guerra mundial, que permitió el asentamiento del estado de bienestar”.
Sin embargo, la realidad que hoy viven los pueblos del mundo es otra. La modernización capitalista, sustentada en el dominio “científico-tecnológico”, como base del progreso in finitum, ha entrado en su ocaso. Ya no puede seguir dominando la naturaleza a su antojo. Y, lo que es más grave, la población mundial ha alcanzado niveles de empobrecimiento inimaginables: el hambre la azota diariamente, de manera inclemente.
Sirva, para constatar esta afirmación, los datos aportados por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas: “En el mundo hay cerca de 925 millones de personas con hambre—cifra que supera a la suma de las poblaciones de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea… El 98 por ciento de las personas con hambre en el mundo viven en países en desarrollo…Las mujeres representan casi la mitad de la población mundial, pero sin embargo representan más del 60 por ciento de las personas con hambre en el mundo… Cada año mueren unos 10,9 millones de niños menores de cinco años en los países en desarrollo. La desnutrición y las enfermedades relacionadas con el hambre son la causa del 60 por ciento de las muertes… La desnutrición contribuye con el 53 por ciento de las 9,7 millones de muertes al año de niños menores de cinco años en países en desarrollo”.
Los anteriores datos constatan el fracaso del progreso capitalista; ellos nos dicen que, lo que hay que salvar es la existencia misma de la humanidad. La Historia, que al decir de Fernad Braudel es el juez más inclemente, juzga el progreso capitalista neoliberal, como la negación del desarrollo humano integral.
Es por ello que, el progreso que nos propone la MUD y su candidato, Capriles Radonski, formulado en sus lineamientos o programa de gobierno, es una vuelta al pasado, es una regresión a la ortodoxia neoliberal implementada en nuestro país a partir de los años setenta, intensificada durante los ochenta y noventa de la centuria pasada, con las desastrosas consecuencias que generaron a la sociedad venezolana. Como gustaba decir al Maestro Prieto Figueroa: “pa´ tras ni pa´ coger impulso”.
Profesor ULA
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