Un nuevo "movimiento" político ha nacido de las filas de la oposición. Liderado por el recalcitrante golpista, Oswaldo Álvarez Paz, e integrado por furibundos antichavistas de la talla de Armando Duran, Roche Lander, Maxim Ross, José Toro Hardy y Manuel Felipe Sierra, entre otros, la "Alianza Popular" - que de popular solo tiene el nombre - pretende hacerle frente "radicalmente y sin dilación" al plan de imponer "una revolución comunista con pretensiones supranacionales… fríamente dirigido desde La Habana y audazmente ejecutado desde Caracas…" (Álvarez Paz, 2005) No obstante, Felipe Sierra advierte que "la nueva organización no se trata de un partido político ni una estructura partidista... [El nuevo movimiento] está dirigido a la ciudadanía que rechaza el proyecto autocrático de Chávez, pero que tampoco encuentran respuesta satisfactoria en las políticas que desarrollan las organizaciones tradicionales." (El Universal, 11 de Mayo de 2005)
La estrategia que ha asumido Alianza Popular para cautivar al antichavismo y poder acceder mas fácilmente al financiamiento internacional tomando distancia del puntofijismo - que llevan impreso en la sangre - no es nueva. A raíz de la crisis de descrédito que sufrieron los partidos tradicionales, agrupaciones y personalidades políticas comenzaron a desarrollar su militancia partidista bajo el atractivo manto de organizaciones civiles no gubernamentales, las cuales sirvieron como base social y medios de financiamiento de los partidos de derecha, canalizando los jugosos desembolsos provenientes de Estados Unidos, que en primer lugar buscaba implantar una clase política neoliberal subordinada a sus pretensiones hegemónicas, y que después fueron utilizados para sustentar la conspiración golpista que pretendió derrocar al gobierno democrático del presidente Chávez.
Uno de los primeros en transitar el camino fraudulento del "civilismo" hacia la militancia partidista fue Primero Justicia, que bajo la bandera de una "justicia de paz" se presentó ante el país como una ONG de la "sociedad civil" venezolana, logrando el financiamiento de corporaciones privadas, instituciones y fundaciones nacionales e internacionales para su causa "altruista". El analista Fernando Vegas, (Programa "Interview", Emisora 100.3 en Red Bolivariana, 19 de Abril de 2002) define a Primero Justicia como "un puñado de jóvenes que funcionaba como una ONG subsidiada por National Edowment for Democracy (NED) [y que] se prepararon en universidades norteamericanas para asumir cargos de gobierno, como relevo de los envejecidos lideres y cuadros de la alta burocracia de COPEI y AD." Por su parte, Earle Herrera considera que "el truco de organización civil fue una buena jugada" de Primero Justicia: "Ya financiados y con un nombre posicionado, esperaron las elecciones regionales. Cayó la máscara civilista y no sería la única. Armaron una plancha a puro dedo, en el más tradicional estilo partidista. Enrique Mendoza los apoyó mientras le sirvió. Al aceptar ese respaldo, también cayó el discurso contra la vieja clase política. Pero no les fue mal. Así, regando máscaras si rubor, accedieron a algunas cuotas de poder." (El Nacional, 17 de Octubre de 2000) No obstante, Vegas asegura que la aparición de Hugo Chávez en la arena política le complicó su agenda, obligándolos a convertirse en un partido político opuesto radicalmente al proceso constituyente y bolivariano.
Como partido político, Primero Justicia siguió percibiendo apoyo logístico y financiero internacional. Documentos desclasificados de la CIA indican que el NED lo financió a través del proyecto "Fortalecimiento de Partidos Políticos", en el cual se señala al Instituto Republicano Internacional (IRI) "trabajando estrechamente con Primero Justicia para desarrollar la plataforma política del partido." En este sentido, un reporte del director de proyectos del NED para América Latina y el Caribe, Christopher Sabatini, asegura que "Primero Justicia es el socio principal del IRI" en Venezuela, mientras que un reporte trimestral del IRI señala que Mike Collins, ex Secretario de Prensa del Partido Republicano, "trabajó con Primero Justicia, el movimiento político de Alfredo Peña, Unión para el Progreso, COPEI, AD y un grupo de periodistas convocados por la organización de la sociedad civil Cedice", con el objetivo de desarrollar "estrategias comunicacionales" y de "imagen". (Valero, 2004)
El NED también financió a otras organizaciones de la mal-llamada "sociedad civil" cuyos lideres respaldaron el golpe fascista del 11 de abril: "Rocío Guijarro y Vilma Petrash de Cedice; Carlos Fernández y Julio Brazon de Fedecamaras; Carlos Pumar de la CTV; Armando León de Asamblea de Educación y Maxim Ross de Asamblea de Ciudadanos", y hoy fundador de Alianza Popular. De igual manera, la organización privada Súmate de la antichavista María Corina Machado, recibió enormes recursos del NED para realizar actividades partidistas y fungir como órgano paraelectoral asumiendo la guardia y custodia de datos privados, y usurpando la competencia exclusiva y constitucional del CNE. Siguiendo los pasos de Primero Justicia, la "ONG" de Súmate acaba de asumir su postura de "partido político" bajo la mascara de "movimiento ciudadano nacional" después de haberse erguido como órgano "independiente" de la "sociedad civil."
Los recientes acontecimientos políticos han demostrado que ni la metamorfosis fraudulenta del antichavismo, ni los inmensos recursos logísticos y financieros que continúa recibiendo desde el exterior, serán suficientes para fracturar el inmenso apoyo popular que respalda al presidente Chávez y al proceso bolivariano. Se equivocó Primero Justicia; se ha equivocado Súmate; y también se equivocará la Alianza neo-Popular si con su retórica neoliberal y pitiyanqui pretende "enamorar" a un pueblo irrevocablemente bolivariano. Los inagotables recursos del NED solo le permitirán a estos grupúsculos mantener cierta fluidez en su caja chica para sufragar gastos de nomina, panfletos y encartes antichavistas en medios privados, así como posicionarse económica y políticamente dentro del antichavismo aun a costa de traicionar la confianza quienes a estas alturas aun los perciben como genuinos representantes de la "sociedad civil".
(*) Internacionalista, MA