En 1898 estalló el acorazado gringo Maine en el puerto de La Habana. Inmediatamente los Estados Unidos invadieron a Cuba para salvarla de sí misma, como han hecho con tantos pueblos. En 1964 dos destructores gringos fueron atacados en el Golfo de Tonkín, en el Vietnam. Ello llevó a los Estados Unidos a arreciar la guerra contra aquel país. Parecido sucedió con las Torres Gemelas de Nueva York. Un ataque de lo más oportuno lleva a los Estados Unidos a una guerra. Otros sucesos dan que pensar, como el ataque a El Álamo o a Pearl Harbor.
Es operación de bandera falsa cuando se atribuye un ataque, atentado, etc., a un enemigo, lo que sirve de excusa para un contraataque. Se llama así porque el verdadero ejecutor iza sin permiso una bandera ajena.
En Venezuela estamos saturados de hechos así, bombas en legaciones diplomáticas de Colombia y España en 2003, por ejemplo (http://j.mp/HnldMA). Luego se descubrió que la autoría no fue del gobierno bolivariano sino de la oposición. O los asesinatos en Puente Llaguno el 11 de abril de 2002, que solo discutiré con quienes hayan visto el documental Puente Llaguno: claves de una masacre, de Ángel Palacios. Con quien no quiera verlo puedo hablar de pelota, de la moda de verano o de lo que desee, pero no de ese tema.
Otros ataques oportunos ocurrieron en los Metros de Madrid en 2004 y de Londres al año siguiente. Da que pensar.
Como la información opositora de que el agua de las pocetas de Maracay sale por los grifos de Caracas. Y Tania Díaz preguntaba cómo es que con tanta contaminación no hay epidemias de todo tipo. Pudiera darse esa putrefacción, digo, por los antecedentes de esa gente, es decir, un caso de profecía autocumplida, que organicen una descomposición deliberada para que se cumpla el anuncio. No sería la primera vez.
Hay un caso doloroso. El joven Libero Iazzi, mánager del grupo musical Caramelos de Cianuro, fue secuestrado. Su familia pagó el rescate exigido y de todos modos lo mataron. Inmediatamente los medios golpistas (dieron un golpe en 2002) desataron una campaña escandalosa en que lo único que faltó fue que dijesen que Chávez participó en el crimen con sus propias manos. Pocos días después el padre de Libero recibió una llamada de cuatro policías de Miranda en que pedían un rescate de Bs 10.000,oo por el auto del joven asesinado, que supuestamente hallaron de modo fortuito. Preguntas: ¿Cómo supieron que el coche era de Libero? ¿Cómo conocían el teléfono del padre? Argumentaban que si la Fiscalía tomaba control del vehículo este quedaría retenido en el largo proceso judicial. Obviamente se proponían «encochinar» la investigación. ¿A quién conviene eso? A los secuestradores. Como decía José Ignacio: no sé si Lusinchi y Blanca Ibáñez están robando, pero su dispendioso nivel de vida causa mala impresión. No sé si este crimen fue consumado deliberadamente para perjudicar al gobierno, pero esta conducta de una policía comandada por el candidato de oposición causa mala impresión. Muy mala.
El peor efecto es el fariseísmo, porque hay un gentío que arma la alharaca contra el gobierno sin importarle un comino ni el muerto ni sus deudos. La corrupción no solo es robar.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com