Democracia: disenso y pasión

Creemos firmemente que el conflicto es inherente a la vida en sociedad y, tal como afirma Chantal Mouffe (En torno a lo político), es imposible erradicar la dimensión conflictual de la vida social y alcanzar el consenso absoluto. Compartimos la tesis de que es imposible concebir una sociedad sin conflictos y sin antagonismos y apoyamos la concepción de la política que se opone a los consensos y enfatiza la inevitable existencia de conflictos en cualquier sociedad.

Para Mouffe, las concepciones acerca de la democracia que pretenden soslayar la confrontación y plantean la política como terreno neutro son antipolíticas, por cuanto se niegan a reconocer la dimensión antagónica de "lo político". La tarea de la política democrática no consiste en superarlas mediante el consenso, sino en construirlas de modo tal que activen la confrontación democrática. Así, concebir el objetivo de la política democrática en términos de consenso y reconciliación es conceptualmente erróneo y, además, implica riesgos políticos.

Es más, se debe promover la creación de una esfera pública vital, intenso escenario de una lucha "agonista", que permita la confrontación de diferentes proyectos políticos hegemónicos, antagónicos entre sí, siempre dentro de las reglas del sistema democrático. Así, la tarea de teóricos y políticos democráticos debería dirigirse a proporcionar un marco político en el cual se desarrolle democráticamente la ineludible confrontación.

En ese marco conceptual abordamos la estrategia discursiva de los dos candidatos a la Presidencia de la República. El uno, se planta en una visión idealizada, elude el antagonismo entre proyectos hegemónicos y percibe la política en tanto terreno neutro, suerte de campo de negociación en el que se compite por intereses.

Las diferencias se solventan en una suerte de mesa de negociación y se superan mediante la reconciliación y el consenso, desconociendo que no existe un consenso sin exclusión. El otro juega en un terreno "amigo-enemigo", en el que el opositor es un enemigo al que hay que destruir y al cual no se le concede legitimidad alguna.

Desconociendo que la tarea de la política democrática consiste en activar la confrontación democrática entre diferentes proyectos políticos hegemónicos. Olvidando que la negación del pluralismo es incompatible con la democracia.

maryclens@yahoo.com


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Maryclen Stelling


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