Venimos de un domingo festivo. No sólo porque como cada año en estas segundas semanas de mayo, celebramos a unas madres a las que si no les regalamos somos malos hijos o unos muérganos ñangaroseados, sino porque en este año bisiesto, en mayo de flores, amaneceres, novias cumpleañeras y otros presagios, resulta que Pastor Maldonado conquista la victoria en inédita competencia de Fórmula Uno en la que todas las derechas -Capriles Radonsky mediante- apostaron en contra de un atleta chavista al volante.
Pastor Maldonado, ejemplo de perseverancia y abnegación, ganó en esa competencia del pasado domingo en la Fórmula Uno. Su victoria, que es auténtica victoria del pueblo venezolano generó inmensa alegría entre quienes nos identificamos con un esfuerzo que, en buena medida se parece al que hacemos a diario y durante un prolongado tiempo para en algún momento, ver coronados nuestros sueños.
La victoria de Pastor Maldonado es la de quienes creemos y construimos, desde hace muchos años, la convicción de poder vivir en una sociedad de los iguales, en oportunidades, en acceso a la salud, a la educación, a la alimentación, a la vivienda y a la auténtica felicidad compartida, tal como lo hacemos en la actualidad venezolanas y venezolanos, quienes disfrutamos del mejor de los gobiernos, del único e indiscutible liderazgo del comandante Hugo Chávez, y de la convicción de que su ejercicio lo realiza porque obedece a su pueblo y a su visión de clase de quienes combatimos la relaciones de explotación capitalista y sus nefastas consecuencias.
Por eso la victoria Pastor es la victoria pueblo, es la victoria revolución y, así le duela a quien le duela, es la victoria Chávez, la victoria chavismo y la victoria Patria socialista.
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