Testigo de excepción (Parte I)

De los tres cargos que he ejercido en la presidencia de Hugo Chávez: Canciller, Ministro de la Defensa y Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, el que más me gustó fue el de Ministro de la Defensa. Cabe recordar que para el 11 de abril de 2002, el día del golpe de Estado del cual se conmemoran 10 años, yo era ministro de la Defensa. Yo suelo levantarme muy temprano, a las 3 o 4 de la madrugada, y así lo hice el 11 de abril,  trabajé en algunos informes en mi casa. Me desayuné y posteriormente me fui al Palacio de Miraflores, donde se había convocado una reunión del Consejo de Ministros. El ambiente de la calle era tenso. Veíamos como la gente se iba concentrando en el Este de la ciudad. Acordamos posponer la reunión. Algunos ministros fueron a hablar con la gente que se había concentrado en Miraflores y yo me fui para el Ministerio de la Defensa, donde había convocado una reunión con el Alto Mando. Se discutía lo que había que hacer, siempre en contacto con el Presidente que estaba en Miraflores. La situación se volvió más tensa y los mensajes por televisión eran más agresivos. Ya se deslizaba la idea de que la marcha debía ir a Miraflores. Consideré que había que tomar medidas, entre otras, una alocución del general Lucas Rincón dirigida a la Fuerza Armada, y se preparó un escenario para que se dirigiera al país. Ésto se consultó con el Presidente Chávez y él lo prohibió. Por decisión propia llamé a los directivos de las plantas televisoras, les dije que la sugerencia directa de ir a Miraflores era muy peligrosa, que tomaran en cuenta la paz del país. Me dijeron que la información estaba planteada, que tenían que informar. Les dije que podían hacerlo, pero que había un problema de orden público y la situación se podía tornar sumamente grave. Yo hice contacto con los medios directamente.

También llamé a varios jerarcas de la Iglesia Católica. Les pedí que intercedieran, de alguna manera, para bajar las tensiones. Pero realmente no había ninguna disposición de evitar la confrontación. Yo me concreté a la cuestión militar y despaché permanentemente desde el Ministerio de la Defensa. Llamé a algunos dirigentes políticos que estaban en la calle, quienes a su vez me preguntaban por la situación, que era muy delicada. A las 2:00 p.m. Lucas Rincón habló, quería que estuvieran presentes todos los jefes militares, no pudimos localizar a Efraín Vásquez Velasco, comandante del Ejército. Según informaciones que me dieron ese día, se había escondido en un baño para eludir la convocatoria. Evidentemente, estaba comprometido con el golpe que luego se produjo. Posteriormente, ante la gravedad de la crisis, el Presidente decidió hablarle al país. Los medios decidieron partir la pantalla. Aquello evidenciaba que estábamos en una confrontación abierta. Había gente alrededor de Miraflores y la marcha se dirigía hacia allá. Creo que eso fue planificado. No hay una sola razón para dudar de que esa marcha hacia Miraflores fuera planificada desde el primer momento. Mucha gente incauta participó en ella porque no se les dijo con claridad qué iba a hacer la gente reunida.
Había gente que quería marchar, pero que no estaba dispuesta a una confrontación. Por eso, cuando la marcha llega a Miraflores, el volumen era mucho menor al que tenía inicialmente.

Uno se tiene que preguntar por qué se reunió esa gente para asumir esa actitud y menos de 48 horas después toda esa estructura de gobierno de facto que se montó se desplomó y no hubo una sola persona que saliera en defensa de Carmona y el golpe. Yo creo que mucha gente y sectores políticos de oposición no estaban ganados para un golpe, entre otras cosas porque lo consideraban una aventura. Pero había un liderazgo, una conducción, y sectores muy radicalizados en esa marcha que explican lo que ocurrió. En ningún momento perdí el contacto con el Presidente. Yo estuve en el Ministerio de la Defensa incluso después de que se desencadenaran los hechos violentos y de la alocución del vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, quien fungía como uno de los líderes del movimiento y que luego fue designado ministro de la Defensa por Pedro Carmona. Esa alocución fue grabada antes de que se produjeran las víctimas pero donde ya se anunciaba que había muertos. Estuve en Fuerte Tiuna hasta las 6 p.m. De ahí salí en un helicóptero junto a Lucas Rincón y otros oficiales de la Fuerza Armada al Palacio de Miraflores. Desde ese momento estuve permanentemente en el despacho del Presidente Chávez haciendo un seguimiento de lo que estaba ocurriendo, recibía información de los distintos frentes y componentes militares. Fue una experiencia impactante, porque pude constatar allí la capacidad de liderazgo del Presidente Chávez.

joseameliach@hotmail.com

Junio de 2.012



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José M. Ameliach


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