Cuando estudiaba en la Universidad, quería ser periodista. Pero como son las cosas, ya estaba por graduarme y estos carajos del Consejo Universitario decidieron aprobar la nueva carrera de Comunicación Social para ese mismo año.
Si soy de malas –dije- Ahora como hago si ya me van a dar trabajo como profesor… es imposible que pueda estudiar. En consecuencia, me aguanté un poco mas dejando algunas materias para sacarlas en el último semestre de mi especialidad. Lo que quería era entrar como oyente en las clases para saber como era la cuestión de ser periodista.
Como yo era viejo en la Universidad, sabia como era la vaina del comedor, de los servicios, de la biblioteca y otras cosas de las cuales me sirvieron de mucho para conocer muchos estudiantes “nuevos” que venían de otras regiones del país. Ya me había acostumbrado a andar con ellos y los compañeros míos me dejaron de hablar, porque decían que me había cambiado de facultad.
Un día un profesor de Periodismo Investigativo coloco un trabajo de campo sobre un problema social que mas nos gustase y que tuviera impacto en la comunidad. El premio era la publicación en el periódico de la ciudad.
Sin embargo, me acuerdo muy bien que mis notas habían caído estrepitosamente por estar metido donde no me habían llamado. Céntrese en lo suyo me dijo una muchacha de mi equipo, deje de asistir a esas clases, estas perdiendo el tiempo y descuidando lo suyo. Si es verdad –reflexione- pero me llamaba la atención a aquel premio… quería hacer el trabajo, pero como diablos si no soy estudiante de esa carrera. Esta situación me estaba preocupando demasiado de la cual debía tomar una decisión, si seguía inventado o seguir en lo mío para poder finalizar mis estudios.
Me decidí y le eche el cuento al profesor de la materia de que yo no estudiaba periodismo y que mi rama era otra y que posibilidad tenía en participar en aquel escrito. Me miro y comenzó a reírse –dijo- cual es el problema. Eres estudiante, para mi todos en esta universidad son iguales, así que esperas y ponte a trabajar.
Eran los tiempos en que gobernaban los partidos de la derecha. Como ya sabia algo de redacción, me ubique en el tema político. De allí pues salió mi idea de entrevistar a algún político serio, pero la búsqueda fue en vano… que político respetable hay? Ninguno. Así que invente esa entrevista con un personaje que reuniera todas las condiciones del personaje que transmitiera confianza, honradez y credibilidad sobre todo que estuviera a favor del pueblo.
Me senté frente a la maquina de escribir y comencé a tipiar como un loco todo lo que me salía de la cabeza, por lo menos hice unas veinte hojas escrita. Las tome y la hojeé, pero no me gustaba nada de lo que había escrito. Era evidente que no me salían las ideas. Las cosas se me habían complicado y el tiempo se me estaba acortando… que hacia entonces? No quería salir derrotado… Por eso doce años después escribí este artículo… “Escrito en tiempo de revolución”
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