No se trata de un simple ejercicio de futurología, de prospectiva alejada de la realidad, sino de analizar el estado en que se encuentra el proceso electoral presidencial, para hacernos de él una visión lo más próxima a su realidad real.
La situación política actual nos dice que la MUD atraviesa uno de sus peores momentos. Las diferencias internas son muy profundas. Las mismas, no son solo las referidas al tema de la tarjeta unitaria. La procesión que anda por dentro demuestra que en ella no existe unidad, que los diferentes partidos que la conforman tienen como objetivo supremo la sobrevivencia, que la alianza que los integra está guiada por un pacto burocrático que tiene como objetivo el reparto dadivoso de cuotas de poder, sus miembros cada día constatan la conducta antidemocrática, de soberbia y desprecio con que son tratados por Primero Justicia y su candidato Herique Capriles. Dichas diferencias son determinadas, asimismo, por las carencias que tiene Henrique Capriles, como candidato. Los informes que le hacen semanalmente los “analistas y expertos”, que asesoran a la MUD, señalan la dificultad que tienen para posicionarlo, como competidor del Presidente Hugo Chávez. Las notas escritas por Rafael Poleo, en El Nuevo País y por Andrés Openhaimer, en el New Herald, son la constatación de esta afirmación. El vacío programático que acompaña a Henrique Capriles, es de tal magnitud que ha tenido que recurrir al plagio, la copia de propuestas programáticas fundamentales del gobierno nacional, como las Misiones Socialistas, cuyos logros, avances y beneficios a favor de todo el pueblo venezolano han sido negados y condenados, incluso, en más de una oportunidad, anunciaron su eliminación. Y, no pueden elaborar un programa porque no tienen proyecto de país. La policromía de “ghetos”, llamados partidos, que le acompañan es de tal variedad que hay desde neoliberales ortodoxos hasta nostálgicos de un “pasado izquierdista”; pero, a todos, absolutamente a todos, los une el odio, la frustración, el narcisismo, la megalomanía, el “si yo no lo hice no lo puedes hacer tú”; en fin, los une la más ruin de las conductas éticas en política: el desprecio por el otro.
Si algo caracteriza el actual proceso electoral es que, este trascendió los marcos de la política nacional. Henrique Capriles y su “sindicato” la MUD, no han tenido el menor escrúpulo de incorporar a sus huestes lo más nefasto de la política internacional: reciben asesoramiento, instrucciones y financiamiento del Departamento de Estado, de los Partidos Demócrata y Republicano, de los EEUU, a través de la USAID, la NED, el IRE, entre otros organismos; entre sus principales colaboradores se encuentran, asimismo, el Partido Popular de España, el sionismo israelí, sectores neo nazis y neo fascistas europeos; el descarado apoyo del narcotráfico colombiano, a través del jefe del paramilitarismo de esa nación, el expresidente Álvaro Uribe Vélez; y, la última adquisición, el apoyo del Banco Mundial, institución financiera empobrecedora de nuestros pueblos la que, seguramente, activará mecanismos para drenar recursos al candidato de la derecha, la reciente declaración de su presidente, Robert Zoellick, en contra del Presidente Chávez, es la prueba de ello, para solo mencionar algunos.
Si a estos apoyos agregamos, la vocación golpista y antidemocrática existente en algunos sectores de la oposición, demostrada en diversas oportunidades y de diversa forma, los cuales contaron con el apoyo, directo o solapado, de los partidos miembros de la MUD. Si tenemos presente el estado de incertidumbre que se cierne sobre el futuro de los mismos y que, como es sabido, nada hace más peligroso a un político y a un partido pragmático, que la pérdida de poder, es por lo que tenemos que pensar que estos, en su afán de recuperar sus privilegios, son capaces de todo.
Por todo ello, afirmó que después de la victoria del Presidente Hugo Chávez, el 7 de octubre, los peligros que nos acechan serán mayores. El libreto está escrito, de nuevo emprenderán una campaña contra el CNE, para deslegitimarlo; dirán que hubo fraude, para no reconocer los resultados; recurrirán a “personalidades”, organismos multilaterales e internacionales, como parte de la campaña externa para crear opinión en contra de los resultados; promoverán conflictos de calle, revivirán los cacerolazos y las guarimbas; en fin, buscarán crear una situación interna de conflictividad que presente a Venezuela como un país sumido en el caos, ingobernable.
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