La dispersión y disolución de las condiciones de posibilidad de la participación social organizada, es una de las características de la formación social capitalista. El modo de producción de valor es también a su vez modo de unificación de las prácticas sociales, unificación que opera a través de la dispersión del mercado y la homogenización de las prácticas de consumo-forma privilegiada de realización del deseo, presentado como “participación social”.
De manera que expresiones de “las formas históricas de la memoria en su dimensión simbólica”, es decir, de las manifestaciones culturales seculares, serán separadas y aisladas por la subjetividad dominante. Sólo lograrán sobrevivir, si son subsumidas en la recuperación que lleva a cabo la lógica de mercado, que las hace inteligibles a la sensibilidad del consumo.
Nuevas maneras de filiación social de las sensibilidades, organizarán el deseo, generando lo que Maffesoli llama “tribus urbanas”. La moda, la intensidad efímera de estar juntos alrededor de una forma de consumo, así como la ocupación territorial en torno a una expresión musical; hábitos de habla, acompañada de toda suerte de puesta en escena y gesto ritual, etc., caracterizan a este momento de la lógica del capital haciendo cuerpo y carne biopolítica en la gente.
Ahora bien, ante el poder de la lógica del capital, se erige una lógica otra. Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, lo expresa en su libro La Potencia Plebeya. Adopta el concepto de Multitud aportado por Toni Negri, guardando distancia de las visiones dogmáticas. García Lineras reconoce la potencia de esta nueva manera de mencionar a la clase alternativa al capital. Se trata de un texto que no tiene desperdicios a la hora de comprender el proceso Boliviano y la revolución continental bolivariana, desde un proletariado que se organiza en sujeto, “como potencia plebeya en acción”, que no es ya movimiento espontáneo, sin perder su espontaneidad.
Se trata de otro relato. “Hemos trabajado la idea de multitud, como bloque que organiza y despliega la acción colectiva, pues articula formas ancestrales, nuevas prácticas y estructuras organizativas autónomas de los estratos subalternos en torno a construcciones discursivas y simbólicas que dan cuenta de la existencia de una tendencia hegemónica distinta al capital; movimiento tendencial que tiene la característica de variar sus particularidades y diseminar su origen entre los distintos segmentos de las clases subalternas”, dice.
La emergencia de la forma multitud, es producto del movimiento de lo real. Es la resistencia material de los pueblos y la construcción de la acción colectiva, es la “forma de expresión ante un modo de producción de la vida”. El estallido de los partidos de izquierda rompió la camisa de fuerza ideológica y ha facilitado el surgimiento de un movimiento de movimientos capaz de hacerse del poder político y proponerse otra forma Estado. “Lo decisivo de La multitud, es que se diferencia de la muchedumbre, que no es más que una agregación de individuos sin necesaria filiación o dependencia organizativa. Va más allá de la euforia inmediata; es un colectivo que expresa la diversidad y que sin embargo consigue la unificación en la entidad colectiva de la práctica, la decisión y la palabra. El poder de intervención de La Multitud tiene su expresión cotidiana en La Comuna y El Partido no es más que una bisagra que garantiza el flujo de información y la organización laxa para convocar y dirigir lo que es ya vida cotidiana. “En París del 68, una pancarta sobre El Odeón, principal teatro de la ciudad, decía: “Cuando la sociedad se convierte en un gran teatro burgués, volvamos a las fábricas, instalemos consejos y comunas y desenmascaremos la farsa de las instituciones”.
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