Recuerdo que hasta hace muy pocos años, la gente en la calle al leer la prensa sobre la guerra de Medio Oriente, decía: “ese es un problema de los árabes” o “ellos siempre se han estado matando por la religión”. Ello no era más que el resultado de una estrategia de desinformación y tergiversación intencional de los hechos a escala planetaria que arrecian a partir de la guerra fría los estamentos de poder capitalistas, y que posterior a este período siguió funcionando con más fuerza al caer el bloque soviético y consolidarse un gran polo hegemónico.
Es a partir del nacimiento de cadenas de comunicación alternativas, tales como Al Jazeera, Telesur, y de las acciones de muchos periodistas valientes, que se empieza a hacer contrapeso a las grandes cadenas y en consecuencia el pueblo puede tener un mayor acceso a la información, aunque no la suficiente, que le permite aproximarse a una valoración más objetiva de la situación mundial. No obstante, los grandes medios siguen ocultando las verdaderas razones de las guerras e invasiones en Medio Oriente, además de enfatizar el carácter bélico, fanático-religioso de estos pueblos. Esta fórmula se replica con particularidades culturales en distinto partes del mundo, lo cual está en correspondencia con la visión unipolar y hegemónica del capitalismo, que impone ideas, héroes, mártires, tiranos, divide, toma y entrega territorios a su arbitrio.
El conflicto palestino, que los grandes medios han enfatizado su origen y permanencia en elementos de carácter religioso, y no en el político que es el fundamental, es emblemático y puede sintetizar la historia de violación de la soberanía de los pueblos del mundo, que a través de la ONU se legitimó con la resolución de 1947 que dividió el territorio palestino y adjudicó la administración de su capital a las grandes potencias. El conocimiento profundo de esta realidad puede ayudar a desmontar la tramoya oculta de la verdad de otros pueblos. Palestina, un pueblo prácticamente desalojado de su territorio para entronizar en sus tierras a un nuevo Estado, el de Israel; acometida auspiciada por Gran Bretaña y los Estados unidos y como resultado de tal atropello, en la actualidad a los palestinos sólo les han dejado 1600 km² de su territorio, en tanto que el Estado de Israel ocupa 20.700 km², y Jerusalén, su capital, está bajo el dominio de la ONU. Como dato curioso, el ingreso per cápita anual de los palestinos es 1600 dólares y el los israelitas de 19.000 dólares, ello gracias a la industria armamentista desarrollada con patrocinio de Estados Unidos. La ocupación palestina, es en la contemporaneidad, el caso más descarado de violación de soberanía, con la cual el Estado judío, se convierte en el guardián y gran aliado de los intereses gringos en Medio Oriente (al estar ubicado estratégicamente entre Siria y Arabia).
Comprender la situación Palestina debe generar en los latinoamericanos la alerta necesaria en una época en que, ante la crisis por el agotamiento de las fuentes de suministro de recursos, las grandes potencias miran hacia nuestro sur puesto que tenemos en el amazonas, casi ocho millones de kilómetros cuadrados plenos de biodiversidad, recursos hídricos y minerales que garantizan la vida de la humanidad por muchos siglos. Ya en Estado Unidos se ha generado una campaña en los textos escolares donde se señala que para salvaguardar el agua y el oxígeno del planeta es necesario que ellos tomen el control del Amazonas. Esto parece irracional; sí, tan irracional como la situación Palestina que es una gran vergüenza para la humanidad.
Ante la pervivencia de un orden internacional caracterizado por un poder capitalista hegemónico, es conveniente preguntarnos: ¿Interesa a las grandes potencias, la configuración de un mundo multicéntrico y pluripolar? ¡Denegado! Pero esa es precisamente una propuesta que el Presidente Chávez plantea impulsar en su próximo período, a fin de que una política internacional de desde esa óptica, “…permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria” (IV Objetivo histórico. PNSB 2013-2019). Es una oferta pacifista que se torna contracorriente.
Sólo esta propuesta, por atentar a los intereses y fines expansionistas de los países poderosos, les hace poner más de cerca la mira a la revolución venezolana. UNASUR y el ALBA, están llamados en este momento estelar a ser referencias mundiales para la constitución de bloques regionales que permitan que sus naciones tengan la independencia y el crecimiento económico y cultural que les posibiliten visibilizarse con sus riquezas y sus voces en la conformación de un mundo mejor.
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