La noticia que ocupó la mayor atención durante el fin de semana pasado, fue la reunión de Cancilleres en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos. El propósito de la misma, tuvo como principal cometido la creación de una Comisión que, supuestamente, se encargaría de la supervisión de la democracia en los diversos países de América. Semejante clase de propuesta, que desde todo punto de vista atenta contra la soberanía de los pueblos y que representa sin lugar a dudas una lanza para el intervencionismo en países libres y soberanos, no podía ser sugerencia sino de uno de los gobiernos más abusivos e hipócritas que existe sobre la faz de la Tierra, como lo es el representado por el presidente Bush.
Efectivamente, como resulta evidente, la propuesta debatida este fin de semana en la OEA no es más que otra de las maniobras que el actual Gobierno de los Estados Unidos quiere implementar para continuar con el desarrollo de las políticas intervencionistas que ha venido practicando a lo largo de su historia, pero que cada vez se hacen más evidentes y descaradas.
Frente a ello debe decirse que tan sólo el hecho de proponer que una organización, comisión o cualquier forma que se adopte para conceder a una entidad supraestatal la posibilidad de intervenir directamente en el control de los sistemas de gobierno, comporta un irrespeto al auténtico poder soberano que en cada Estado existe, como lo son sus pueblos, y que con base en su capacidad de autodeterminación se atribuye sus propios sistemas de gobierno, así como las formas de control del mismo; a su vez, ello refleja una injerencia en los asuntos internos de cada país que en principio se muestra ajena a la esencia que debe orientar las relaciones que deben existir entre los diversos países de la comunidad internacional. Sin embargo, lo que resulta aún más cínico y burdo, es que precisamente sea un gobierno como el del Presidente Bush el que propulse una propuesta de esta clase; y no porque ello resulte extraño en su conducta, ya que en definitiva la historia universal es testigo del pensamiento colonizador y del complejo de policía del mundo que han reflejado los gobiernos norteamericanos en su existir; sino porque ello comporta una manifestación más del descaro que ha caracterizado su proceder en los últimos tiempos, y que sus lacayos en el resto del continente americano siempre están prestos a secundar.
Y es que, de cualquier forma que se vea, resulta altamente reprochable, por decir lo menos, que el Sr. Bush, venga a hablar de democracia y de la defensa de los derechos humanos, cuando el mundo ha sido testigo de la serie de invasiones injustificadas que su gobierno ha perpetrado en diversos países de la orbe, sometiéndolos con su capacidad bélica, matando de manera indiscriminada, por motivos meramente económicos, que resultan la inspiración que mueven al espurio imperio del norte. ¿Puede acaso comprenderse que un Estado que ha dedicado su vida al sometimiento y a la dominación mundial de los pueblos más débiles; que ha sido partícipe y muchas veces creador de los más grandes genocidios que ha experimentado la humanidad, pueda tener otro tipo de intenciones con este tipo de propuesta que no sea las que siempre ha exhibido?; ¿Puede acaso creerse que el Sr. Bush, sea un paladín en la defensa de los derechos humanos, cuando en su país existe todavía la pena de muerte, y él mismo, cuando ejerció el cargo de gobernador, se encargó de firmar las autorizaciones para más de 150 condenas a muerte?; ¿Es que acaso tiene ese país la suficiente moral para hablar de democracia, cuando su sistema electoral permite que llegue a la presidencia una persona que no haya tenido la mayor cantidad de votos, cuyas máximas autoridades del Poder Judicial son elegidas por el propio Presidente, y que los Gobernadores de los Estados pueden intervenir con amplias facultades para atrasar procesos judiciales en curso y hasta suspenderlos?.
Creo en definitiva que los sistemas de control de las democracias deben recaer exclusivamente en manos del pueblo, y que las organizaciones, comisiones, o entes que se creen para tales propósitos, deben estar compuestas y conformadas bajo parámetros verdaderamente democráticos, y no por los lineamientos que pueda realizar un gobierno como el de los Estados Unidos, en las que se den cabida a todos los sectores que hacen vida dentro del Estado, y se deje atrás ese viejo y exclusionista concepto de sociedad civil; que históricamente surgió por oposición y lucha a la sociedad militar y eclesiástica y que tiene por propósito dejar por fuera a otros sectores de la sociedad, para dar paso a un verdadero sistema incluyente en el que se dé cabida a todos los sectores sociales.