La derrota como espectáculo

Al leer, como necesario es, la información sobre la campaña electoral que lleva adelante este joven, tan diligente y empeñoso, como poco hábil en política, me sorprende la cantidad de monerías que debe hacer para camuflarse diariamente con las costumbres y modos de cada ciudad y región para llevar arengas a lugares y gentes que nunca antes conoció, y peor, mas nunca volverá a mirar.

Sus tácticas no son políticas, sino escenificaciones fugaces, extremas y ambiguas con poca eficacia electoral. Cierto que son de notable presencia mediática pero poco logro. Rendimiento electoral: bajo. Las encuestas se lo demuestran mes a mes: no avanza.

Sus paseos por las regiones son una mezcla de realidad y ficción. Son una representaciones de mala factura que termina en lánguidos como fríos y vergonzosos discursos. Nunca dice nada que merezca rescatarse. Cuando se le reivindica alguna idea es por la hilaridad que provoca.

Todo es un mero artificio de sus publicistas de Carcas; mas actores y actrices que lo acompañan en su farsa diaria.

Cuanto hace lo acerca dramática y espectacularmente a fotografiar como estará al despertar, al otro día, en el ratón de su derrota.

Al abrir la claraboya de mi computadora me transporto a un mundo de fantasía y espectáculo. Circo de: editorialistas, “articuleros” y hasta historiadores que hacen loas y dirigidas a glorificar la imagen fraudulenta del candidato perdedor, como si se tratara un líder continental.

El único fraude lo cometen ellos diariamente con el espectáculo de sus mentiras sobre el derrotado. 

tuliom@cantv.net



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Tulio Monsalve


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