Sobre mi jefe, la planificación y la subjetividad

Antes de ser mi jefe, era un jefe pequeño, de otros; y en apariencia nuestro compañero de trabajo y de otras luchas. No advertimos su tendencia a la improvisación, como dicen: “de repente no se dio el momento” para darnos cuenta de que pata cojeaba.

A mi jefe no lo llamo por su nombre, porque puede sonar ofensivo y como dice Frei Betto puedo asaltar la aspiración que siempre ha tenido, de que no le llamen por su nombre, sino por otras formas Doctor, Jefe, Director, Licenciado, y pare Usted de contar.

Vueltas da el mundo y nosotros dentro de Él. Ahora es mi jefe. Y más evidente es su gusto por la improvisación y su disfrute por compartir lo que se ocurrió anoche, o “hace un momentito”. Es más cotidiana la justificación de esta conducta, y su ensalzamiento como herramienta de gerencia.

Lo peligroso es que el Jefe de mi Jefe también piensa así, quienes trabajamos bajo sus órdenes, hace mucho tiempo que no sabemos cuáles son las orientaciones organizadas en un plan y la realidad al que éste responde. Hace mucho más tiempo que ni siquiera participamos. Sospecho… que sólo llama a quienes considera que lo escuchan atentamente… o quizás sólo a quienes lo adulan.

El Jefe de mi Jefe, es el superjefe. Al igual que a mi Jefe, a su superjefe le cuesta entender que cada año se hace un Plan, que tiene que tener recursos y el cual debe ser hecho realidad, o al menos hacer lo máximo para que así sea.

Mi Jefe, sus compañeros Jefes y el superjefe, no entienden que no podemos hacer todo lo que queremos, por esto debemos atender la demanda cotidiana y ubicar cuales son los énfasis e implementar un plan coherente.

Mi Jefe no debate… ordena. A lo sumo consulta para, finalmente, cuestionar todo aquello que adverse su propuesta y hacer valer su “autoridad”. Mi Jefe, es solo mi Jefe, solo tiene el poder que da un nombramiento. Ha perdido la autoridad para liderar los procesos.

Este relato nos permite hacer un paisaje cotidiano del papel de la planificación en la gestión del Estado. Razón por la cual parece pertinente hacer algunos apuntes sobre la historia, el papel y las funciones de la planificación como herramienta en la gestión de gobierno y en la construcción del socialismo.

Comencemos por el principio, el surgimiento de la noción de planificación aplicada a la administración pública, para sorpresa de muchos, se originó en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), dentro del proceso de construcción del socialismo real. Fue una experiencia que derivó en un enfoque normativo, es decir riguroso y dogmático en cuanto a su relación con la realidad y los sujetos que participan de ella.

En Occidente el enfoque de planificación se examinó y redimensionó en función de un contexto capitalista y adoptó un enfoque estratégico, que fundamentalmente reconoció la realidad como una construcción social que varía. En función de esto, lo estratégico supone entender el fin e identificar escenarios probables donde se puede operar. Se evolucionó sobre la noción inicial de la planificación, y, finalmente, terminó siendo una herramienta muy importante para el desarrollo del capitalismo.

Carlos Matus ha propuesto la vinculación de la planificación y el gobierno, como expresión del Estado, así pues propone el “triangulo de gobierno”, que reconoce al menos tres elementos: Proyecto de Gobierno (Propuestas de acción), Gobernabilidad (Posibilidades de acción) y Capacidades de gobierno (Capacidades de acción). De tal manera que la planificación, se incorpora en el primer elemento y actúa sinérgicamente con los otros dos, en particular soporta la capacidad del gobierno, en tanto “el liderazgo sin capital cognitivo, se transforma en caudillaje, con gran capacidad para luchar por el poder como un fin en si mismo (micropolítica) e incapaz de enfrentar y direccionar las profundas transformaciones” (macropolítica).

En el proceso revolucionario que vivimos los venezolanos, requiere una mediación entre el presente (capitalismo) y el futuro (socialismo), y es la planificación parte de esta mediación. Los avances en este sentido, a nivel estatal no son los más rápidos, ni los más visibles. Lo más visible es el Plan Nacional Simón Bolívar, Primer Plan Socialista, el cual ha permitido sintetizar un rumbo. En otro sentido, existen esfuerzos de que a partir del Plan Nacional Simón Bolívar, se articulen sustantivamente las acciones de todos y cada uno de los entes del Estado y las acciones comunitarias, no importa el tamaño, ni su relevancia. El Comandante Chávez al menos discursivamente ha impulsado esta visión.

Quiero creer, que mi Jefe ignora toda esta historia que se ha resumido dramáticamente sobre la planificación. Él, junto con otros Jefes de su mismo nivel consideran que “como vaya viniendo vamos viendo”, es más que un decir, es una fórmula de éxito.

Aun así, considero que mi jefe comparte el imaginario como pueblo que asume la incertidumbre, como escenario permanente, frente al cual no tiene capacidades para operar, amén de una representación normativa de la planificación.

¿Que será de mi Jefe, cuando deje de ser mi Jefe?. Si la cosa sigue así, puede que sea superjefe.

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jesusalbertorondon@gmail.com

Sociólogo


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Jesús Alberto Rondón

Sociólogo. Se desempeña como Facilitador en el Inpsasel, ha sido electo Delegado de Prevención (2011-2013 y 2013-2015) y es Vice-Presidente del Consejo de Vigilancia de la Caja de Ahorros de los Trabajadores y Trabajadoras del Inpsasel (2.011).

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