Creemos en George W. Bush, señor omnipotente del ejército que invadió a Irak y Afganistán y de los marines que el 11 de abril de 2002 merodearon en las costas de Venezuela; protector y benefactor de Luis Posada Carriles; pastor adorado de todas las ONG venezolanas y de la grey oposicionista a él confiada.
Creemos en Bush, amo de la Casa Blanca, lugar donde María Corina fue tomada de las manos por proclamar todos sus prodigios y para darle casquillo a Julio Borges. Creemos en Bush, resurrección en carne y hueso de la doctrina del Big Stick esparcida por toda la redondez de la tierra por obra y gracia de los halcones del Pentágono. Creemos en Bush, porque nos ayuda con dólares a través de la bienaventurada Nacional Endowment for Democracy, creada hace quince años para hacer de manera abierta lo que ha hecho la CIA subrepticiamente durante décadas.
Creemos en Bush, cantamos tus glorias por ser nuestro refugio desde que firmamos el decreto de Carmona y apoyamos la detención de Tarek William Saab y Rodríguez Chacín, cuando el golpe de Estado del 11A. Creemos en Bush, financista del programa "Consenso País", bautizado como "Consenso pa`Bush" y bateado por Chávez hasta el jardín de la Casa Blanca.
Creemos en Bush, única persona en toda la bolita del mundo que creyó que habíamos recogido 27 millones de firmas para solicitar la convocatoria del referendo revocatorio. Creemos en Bush, quien ha invertido más de treinta millones de dólares para fomentar el conflicto y la inestabilidad en Venezuela en nombre de la "promoción de la democracia". Creemos en Bush, anfitrión de los venezolanos ultraconservadores que viajan frecuentemente a Washington. Creemos en Bush, aunque haya sido derrotado por Chávez en siete procesos electorales.
Creemos en Bush, quien ha puesto en marcha un plan concebido habilidosamente para ayudar al movimiento contra el presidente Chávez. Creemos en Bush, por haber fomentado y ayudado económicamente la alianza entre la CTV, Fedecámaras, los medios de comunicación privados y los partidos políticos tradicionales. Creemos en Bush, por habernos enviado a Charles Shapiro, ex asesor militar de la embajada estadounidense en Chile cuando Pinochet derrocó a Salvador Allende y embajador de EE UU durante el golpe de Estado contra el presidente Chávez.
Creemos en Bush, quien no deja de soñar con una Pdvsa privatizada y un barril de petróleo barato, como se lo habían garantizado los fracasados meritócratas petroleros. Creemos en Bush, financista todopoderoso para que Carlos Ortega continúe luchando clandestinamente desde las casas de juego de Caracas.
Creemos en Bush, nuestro sumo pontífice, porque con su concurso y a través de objetivos propagandísticos intenta hacer creer que Súmate está por encima del Consejo Nacional Electoral, como medio de conflictividad política que pueda generar comportamientos individuales y grupales potencialmente violentos. Por nuestro señor Bush, gracias por los favores recibidos. Amén.