Mi buen amigo Dimitri Briceño Reyes, y cuando digo amigo es porque en verdad lo es aunque tengamos posiciones políticas distintas, me enseño una otoñal tarde de octubre del año 1995, cuando caminábamos por la emblemática zona madrileña de la “Puerta del Sol”, como entender a los trujillanos. Nosotros, que habíamos asistido a un evento académico, concluido éste, decidimos, con la mayor seriedad, ir al encuentro del Dios Baco a quien siempre hemos preferido antes que a Neptuno. De tasca en tasca y chato tras chato, fuimos dando rienda suelta a un diálogo que, como era lógico suponer, no tendría conclusión. No hubo tema que no comentáramos, y no hubo personaje del cual no habláramos. El que más se me grabo fue el de la trujillanidad. Recuerdo que me dijo que su tío Pancho gustaba comparar la conducta de algunos trujillanos, con la de los cangrejos metidos en una jaula, todos querían salir de ella, pero cuando alguno estaba próximo a la “puerta” lo alaban, para que no fuese el primero. Recuerdo éste que hoy viene a mi mente, al ver las cosas que se dijeron y se dicen en el marco del proceso electoral pasado y en el que se inicia. Sobre todo en las huestes chavistas, y no tengo por qué dudar que lo sean.
Que la oposición invierta su tiempo, sus recursos y sus neuronas en criticar al gobierno regional es explicable desde cualquier punto de vista, para eso son oposición. Pero que chavistas en medio del proceso electoral presidencial, y sobre todo en sus días finales, dedicaran su tiempo, sus recursos y sus análisis, a enfrentar al Gobernador del Estado y Jefe del Comando de Campaña Carabobo, nos pareció, por decir lo menos una impertinencia que, antes que contribuir con la victoria del Presidente Chávez, daba razones a la oposición en su propósito de derrotarlo. 250.135 trujillanos, equivalente al 64.03% del electorado regional, votaron por el Presidente Hugo Chávez, ganamos en los 20 municipios que conforman la división política del Estado. Se podrá decir, que son votos de Chávez, ello es innegable. Pero, si las cosas que dicen del gobierno regional fuesen totalmente ciertas, tal vez, la votación del Presidente Chávez hubiese sido menor. Los trujillanos no somos eunucos, desde 1999 aprendimos a votar.
Es verdad que el acto político requiere de una dosis de pasión; pero, lo que no podemos, es permitir que ésta supere a la razón. Afirmación que hacemos teniendo presente que, en el año 1999, se inició un proceso de transformación radical, de la formación social capitalista y dependiente venezolana. Proceso que nos conduce al establecimiento de un nuevo proyecto de nación, coloca al venezolano como el centro de su estructuración. Verdaderamente democrático, por tanto de democracia participativa y protagónica. Solidario, exigente, serio y responsable.
Pues bien, avanzar en la construcción de esa nueva formación social venezolana exige al liderazgo, y a quienes militamos en dicho propósito, entender que el Socialismo del Siglo XXI, es una nueva forma de socialismo, que éste fragua su estructuración en la realidad venezolana, que para nosotros el socialismo es la expresión más acabada de la democracia, y que ésta es una forma de vida, en donde podemos convivir, quienes piensan como nosotros, parecido a nosotros e incluso quienes piensan de forma distinta a nosotros. Debe entenderse que la transformación del Estado Capitalista en un Estado Socialista, no es tarea fácil, ni se logra por decreto; que no podemos andar haciendo selecciones para determinar quién es el más revolucionario, transitar ese camino nos lleva a la exclusión y, lo planteado -en nuestro proyecto socialista- es que este sea lo más inclusivo posible, para ser verdaderamente democrático.
Que grande es la deuda que tenemos con Freud, nos incitó a revisar nuestro “disco duro”, y nos encontramos con “el izquierdismo la enfermedad infantil del comunismo”, de Lenín. Cuanta falta hace leerlo de nuevo y, a quienes no lo han hecho, hacerlo.
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(*) Profesor ULA