Era la 1:00 de la tarde, del 7 de octubre, y la información que llegaba desde algunos espacios donde se le hacía seguimiento al evento electoral, en la ciudad de Caracas, a pesar del radiante sol, parecía ensombrecer con la más oscura penumbra, la esperanza y el cielo revolucionario. Esa había sido la hora, en la cual el Comandante nos había pedido que se inclinara determinantemente, la balanza a nuestro favor. A pesar del esfuerzo y la confianza en nuestro pueblo, aquel frío sombrío que se hizo presente durante la elección de la reforma, no desestimó la oportunidad de recorrer nuestros espacios de concentración. Pero luego de conocerse el escenario, el remate fue demoledor. Hay que estar claro que aunque la diferencia al final fue significativa, existen muchos elementos aquí, que no deben ocultarse, situaciones que deben ser corregidas a la brevedad posible, para que no nos sorprenda un próximo proceso presidencial, en una situación similar o más lamentable.
Toda reflexión debe comenzar, comparando el respaldo dado por el pueblo a nuestro líder en el año 2006, con el recibido en el año 2012. Y debe culminar con el aporte que cada uno de los funcionarios revolucionarios de este país, ha tributado para con la reelección del constructor de la patria nueva. En el año 2006 Hugo Chávez sacó 7.309.080 (62,84%) votos, contra los 4.292.466 (36,9%) del candidato Rosales. Una diferencia de 26,24 puntos porcentuales. En este año, Hugo Chávez obtuvo 8.181.122 votos (55.13%) contra los 6.566.712 votos (44,25%) de Capriles, una diferencia de 10,88 puntos porcentuales. Entre el año 2006 y 2012 la revolución disminuyó en un 15.36 puntos porcentuales su aceptación en el pueblo.
Pero antes de entrar a analizar las posibles causas de la pérdida del respaldo mencionado, hay que recordar que la política nacional de Hugo Chávez ha transformado la Venezuela del año 2006 en un país mucho más moderno y próspero. En estos 6 años, son incuantificables las obras de gobierno, y el bienestar que ha experimentado nuestra población, producto de las políticas de la revolución bolivariana. En pocas palabras, Hugo Chávez en lo que respecta a su gestión de gobierno, llega a este proceso electoral, mucho más fortalecido. Entonces corresponde aquí preguntarse, ¿cuáles son las razones que han incidido para que el resultado actual no haya alcanzado las expectativas planteadas?.
Contrario al análisis en blanco y negro que hacia el camarada Mario Silva, en su programa, en el cual sostenía que no creía que las gestiones de alcaldes y gobernadores afectasen la reelección de Hugo Chávez, “ya que son cosas distintas”, soy creyente al igual que muchos analistas, que sí afectaron y de manera contundente. Y esto tomando en cuenta lo que ya se dijo, que Hugo Chávez llega a este proceso electoral muchísimo mas fortalecido. Lo que indica, que la macro política, los programas y los proyectos nacionales, deben ir acompañados de buenas gestiones regionales y locales. En otras palabras, aunque la fabricación de productos al mayor sea efectiva, se debe cuidar también las condiciones y las situaciones que privan en el intercambio al detal, en la relación directa con el pueblo, en la satisfacción directa de las necesidades básicas y directas de la gente. Por supuesto que son personas y gestiones diferentes, pero es lógico entender que una cosa es el pensar y el análisis del militante, del formado ideológicamente, que puede diferenciar entre situaciones y otra la del ciudadano común, que se limita a la búsqueda de la solución de sus problemas y que con sólo relacionar la militancia de un funcionario, se crea su idea y toma su decisión.
Sería absurdo desestimar el efecto contrario que ocasiona a la Revolución, un gobernador o un alcalde cuya aceptación no llegue al 10 o al 15% y las implicaciones que trae consigo el hecho de que la percepción positiva del pueblo llegue a ser tan baja. Eso es un elemento cotidiano en muchas de nuestras regiones, y por supuesto que tiene su incidencia negativa y determinante en la decisión electoral del votante.
Lo otro que hay que tomar en cuenta, es la poca disposición que se ha tenido en la búsqueda de formar ideológicamente a nuestra población. Entendiendo que no basta con repartir folletos (cuando se hace), es necesario una cultura y una conducta que determine y caracterice nuestra ideología. Porque lo ideológico no radica en elementos materiales, sino espirituales y morales. ¿Y qué convence e inspira más que el ejemplo? Pero en este aspecto, la falla es terrible. En la calle se comenta como temas del día, actos de corrupción en espacios conducidos por revolucionarios, quejas constantes frente a ineficiencias e ineptitudes. Impunidades frente a actos que la gente conoce y que percibe como inmorales. Muchos de nuestros gobernadores y alcaldes “socialistas” están bien lejos de parecerse a Hugo Chávez. Y no sólo esto, sino que una cosa es lo que orienta el Líder y otra es la que se termina haciendo en las regiones. Entonces pretender banalizar lo que viene ocurriendo, es bastante peligroso.
Poner en riesgo la transformación de un país, por querer priorizar la permanencia de elites, clubes, corrientes o amistades, pudiera terminar de comprometer el futuro de la patria nueva que se levanta y la vida de los dirigentes que defienden con entrega y amor profundo este proceso. Aquí lo que se debe imponer, es que en el mes de enero, todos los que tengan responsabilidad de gobierno y de dirección en el partido, deberían auto condicionar su continuidad al frente de sus responsabilidades, a la evaluación y aprobación del líder. ¿Pero cuándo ocurrirá eso?, si altos dirigentes del partido, a los que se les ha dado la posibilidad de coordinar regiones, insisten en proponerle al presidente a funcionarios que presentan más del 70% de rechazo y menos del 15% de aceptación, para los cargos que ostentan u otros superiores. Hay muchos que en vez de fortalecer la revolución, lo que piensan, es en fortalecer su grupo a lo interno del partido. Para ellos no existen otros dirigentes en este país que puedan hacer un mejor trabajo, y es allí realmente donde radica el problema.
En lo personal, considero que sería bien lamentable que se imponga el borrón y cuenta nueva, también en esta oportunidad. Porque no se requeriría de adivinos para saber el futuro que se nos depara. Pretender justificar lo sucedido, diciendo que Capriles fue mejor candidato que Rosales, no pareciera ser tan convincente. Ya que si este quiso mimetizarse con Chávez, el otro utilizó el artilugio de la tarjeta mi negra, que cayó tan bien en algunos sectores. Por esto, es de considerar que los problemas parecieran no estar afuera, sino a lo interno de nuestras filas.
Más que la crítica y la autocrítica, o la simple determinación de las fallas, debe imponerse con urgencia, correctivos profundos que den al traste con los graves errores que tanta afectación trae a la continuidad del proceso bolivariano. Pareciera que existen grupos de poder a lo interno, que hasta se atreven a chantajear a Hugo Chávez (único inspirador de este proceso). En la próxima entrega hablaremos de los eventos que parecieran evidenciar esta afirmación.
Lcdo. Pedro Figueroa
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