Recientemente en un acto de contrición, el Presidente Chávez ilustraba con el caso de la fábrica de helados Coppelia, como la ineptitud, la ineficiencia e ineficacia golpean la posibilidad de lograr la calidad revolucionaria.
En este caso no pretendo profundizar en la crítica del asunto, sólo quiero puntualizar que lo que menos me preocupa es que esto pase en una fábrica de helados, por cierto, un asunto poco estratégico desde mi perspectiva ante los asuntos más relevantes que debe atender una revolución socialista. En todo caso lo que más me ocupa es que esto pasa en sectores más neurálgicos como en el sector de la producción de alimentos básicos, en la creación de vías de comunicación y mantenimiento de calles, en el sector eléctrico o en edificaciones como por ejemplo la Torre Este de Parque Central.
Pero al final de todo, la "mano de hierro" o el "látigo Chávez" podrá fustigar lo que le dé la gana, y seguro logrará acelerar algunos proceso o resolver algunos problemas a punta de recursos asignados y reasignados para tal fin, pero seguiremos teniendo la misma crisis estructural hasta que no resolvamos el problema de fondo: "Formación Política y Capacitación Técnica" de los cargos directivos, equipos ejecutivos medios y funcionarios públicos, dentro de un "Sistema de Formación para los Servidores del Pueblo", que pueda permitir servir las bases para la "transformación del Estado", tomando distancia de la vieja y vencida "Copre".
No podemos seguir reformando al Estado, es imprescindible avanzar en el cambio de conciencia de los funcionarios públicos, entendiendo que esta denominación debe ser superada por la concepción de los "servidores del pueblo soberano", las estructuras del Estado debe así pasar a ser subordinado al Poder Comunal, y viabilizar el Estado Comunal, si no, esto no será un proyecto socialista nunca.
Para ello, sin un sistema de formación avanzado, y sin la dirección política en manos de cuadros políticos formados por la revolución para tal fin, lo único que se logrará es la emoción de cambios coyunturales sin posibilidad de que el proceso trascienda más allá de Chávez. La revolución puede vivir sin helados pero no puede vivir sin revolucionarios formados para la revolución, al menos que aceptemos que los cuadros político-técnicos del chavismo se sigan formando en el IESA.
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