Hace 17 años, cumpliendo yo 55 años de edad, me gradué de Politólogo en la ULA, mención CumLaude. Con la presencia de 6 de mis 7 hijos, mi compañera Beatriz, varios de mis hermanos venidos de Caracas y amigos de Mérida celebramos lo que para mi y todos ellos, era la culminación de una meta: Llegar a tener un título Universitario. Por ese hecho yo debería haber logrado entrar a la exquisita clase media venezolana. Al fin y según los patrones de la época, yo pasaba a “ser alguien”. Ya tenía un titulo universitario en una de las universidades de más prestigio del país.
Hoy tengo 72 años y todavía sigo sin ser “alguien” y sin haber pasado a formar parte de la “clase media” venezolana. Gracias a que trabajé como obrero y promotor social durante toda mi vida y habiendo cotizado al SSO, logré que al cumplir 60 años obtuviera mi pensión que me correspondía. (Epa, esto no es una autobiografía).
Lo que me inspiró a escribir este articulo es, que hoy 15 de Noviembre del 2012, pasando por el Rectorado de la Universidad de los Andes (Mamá ULA), como cariñosamente la llamamos, vi a muchas personas de otras ciudades del país, acompañando a los que hoy se les otorgaba títulos universitarios y sentí una profunda pena y vergüenza, aun cuando no soy merideño de nacimiento.
Ver a personas ancianas y graduandos, brincando para pasar las montañas de basura y sobre todo las que había frente a la sede del Rectorado, producto de los desperdicios de McDonald’s, me produjo no solo pena sino arrechera. Me sentí impotente al pensar que una empresa transnacional gringa, no solo nos envenene con su comida chatarra, sino que además contribuya a ensuciar a nuestra ciudad y no haya Alcalde, Gobernador ni autoridad alguna que le dé un parao a semejante abuso.
Me provocó gritar a todo pulmón, como hacen los españoles: “me cago en la ostia” y prender fuego a esa montaña de basura. Sólo la cobardía me detuvo, no hay otra explicación. Lamenté no ser joven y tener 20 años para atreverme.
Yo pienso que todo lo que ha sufrido Mérida, durante estos últimos 12 años, es un karma que deben estar pagando los merideños por haber permitido que sus gobernantes les hayan hecho estatuas al asesino Rodríguez Suarez (“fundador de Mérida”) y apoyar la matanzas de toros y sobre todo por haber electos para gobernadores a gente que no es de Mérida y por lo tanto no sentirla y quererla.
Quiero a través de este artículo, pedirles público perdón, a todos los que vinieron, de todas partes del país, a acompañar a sus hijos, nietos, sobrinos y primos, a celebrar la graduación de uno de sus familiares. Nosotros no somos cochinos ni sucios. Todo lo que Uds. vieron es producto de la negligencia, abulia, sentido común y cualquiera otra cosa que Uds. puedan agregarle, de un Alcalde empeñado en ser gobernador, que incumplió con sus deberes y tiene varios meses haciéndonos sufrir a todos los que aquí habitamos, con esa basura y pestilencia con la cual Uds. se han topado hoy.
Quisiera también informarles, que el Alcalde de Mérida, Lester Rodríguez, fue Rector de la Universidad en la cual se están graduando sus muchachos y él es el responsable de toda esa basura acumulada y que Uds. tuvieron que brincar por encima de ella para poder asistir al acto de graduación. Aunque yo no soy responsable directo, les pido perdón.
Juanveroes64@hotmail.com