Señores de la comunidad organizada de Esperanto. Por notificación de un camarada me enteré de la Carta que ustedes publicaron en aporrea dirigida a mi persona. No estaba al alcance de internet cuando ustedes la publicaron. La leí varias veces y le presté toda la atención posible que se merece. Luego, meditando y reflexionando sobre su contenido, me dije: es necesario que satisfaga la inquietud de la comunidad organizada de Esperanto hablantes con una respuesta realmente objetiva y sincera, aunque siendo sincero mis opiniones no tienen el valor que alcanza la de una persona o un intelectual real y verdaderamente conocido por la opinión pública como para causar perjuicio a algo.
Comprendo y respeto mucho vuestra preocupación por lo que denominan como un comentario inadecuado cuando escribí “El Esperanto no caló en su tiempo y se extinguió como esos vientos que parten de la cima de las montañas y llegan sin vida a las costas de los mares”. Y ustedes, en la vocería del compatriota o camarada Ricardo Coutinho consideran, igualmente, fue un comentario muy a la ligera.
En verdad, respondiéndoles con la mano puesta sobre el corazón, nunca ha sido mi intención el causar daño absolutamente a nadie ni a nada que no sea una expresión de capitalismo salvaje. Cuánto quisiera uno que con simples palabras el capitalismo sufriera herida mortales, pero eso va mucho más allá de las utopías porque, además y entre cosas importantes que se debe saber, ninguna ideología decide en la lucha de clases por mucha importancia que contenga ella y prestigio quienes la prediquen.
Jamás he sido enemigo del Esperanto . En varias oportunidades he escrito sobre el mismo. Incluso, creo que el mundo y ustedes lo saben mejor que yo, tarde o temprano, se conduce al establecimiento de un idioma que universalice el lenguaje y la comunicación entre los seres humanos tal como será lo mismo con la cultura y el arte. La única revolución, para ser completamente exitosa y completa –la socialista- está en el deber de someter a trasformación el idioma con el mismo ímpetu con que debe hacerlo con la estructura y resto de la superestructura del modo de producción capitalista. A mi juicio, corriendo el riesgo que ustedes no lo compartan, el comunismo hará desaparecer o extinguir, tal vez, la mitad o más de los términos que se encuentran actualmente explicados brevemente en los diccionarios de las lenguas. Y eso, creará condiciones ideales para el establecimiento de un idioma universal que, quizás sea el Esperanto o no, en todo caso será la lengua universal que comunicará a la humanidad de una forma sencilla y entendible.
Pues, compatriotas o camaradas de la comunidad organizada de Esperanto hablantes, reconozco ante ustedes y ante cualquier lector que no debí usar el término “extinguió”, porque en verdad el Esperanto no se ha extinguido. Sin embargo, quiero aclararles que nunca escribo a la ligera y que si una vez lo hice fue en la madrugada del 12 de abril de 2002 al elaborar un documento de nacimiento del EPA en las montañas de Colombia como consecuencia del golpe de Estado que le propinaron al camarada Chávez. Del resto, reconociendo que no soy académico ni gozo de un elevado nivel de conocimientos, cuando escribo un artículo echo mirada de consulta a varios textos de cabecera. Como nunca, igualmente, me atrevería escribir dejándome guiar por el sentido del odio personal. Ahora, a esta altura de mi vida y muchísimo más que antes, de todo error que se me señale y me convenza de ello, no sólo lo reconocería públicamente sino que trataría de corregirlo lo más inmediatamente posible, tal como lo estoy haciendo en relación con el señalamiento que ustedes me hacen de haberlo cometido al opinar sobre la extinción del Esperanto, cosa que en la realidad no se ha materializado, es decir, son ustedes quienes tienen la razón y no yo.
Pero, al mismo tiempo, deseo expresarles mi criterio de que una persona puede emitir una opinión equivocada sin que ello signifique que es un comentario a la ligera. Si alguien dijera que el camarada Marx fue muy ligero al escribir su opinión, a mi juicio, errada sobre el Libertador Bolívar, pienso que se equivoca. No estoy diciendo que soy dueño de la verdad. Lo hizo sobre la base de los datos en los que creyó y lo que hizo convencerlo de sus comentarios. Si alguien dijera que el camarada Gramsci emitió, de manera muy ligera, su comentario condenando el Esperanto por prematuro, inconveniente e innecesario, diría que no es así aunque –aun reconociendo que haya estado errado- habría que analizar las razones en su tiempo que lo hicieron decir tal cosa. Si alguien dijera que Stalin fue muy ligero en mandar el Esperanto al ostracismo, diría que no es así. Simplemente, a su Gobierno no le convenía que el proletariado y el pueblo soviético se comunicaran en un solo idioma. Igual podría decirse del nazismo en sus ataques desmedidos y crueles contra los hablantes del Esperanto. ¿Qué hubiese sido de Europa si en el tiempo del nazismo se hubiera hablado un idioma de fácil entendimiento para toda la población europea?
Por otra parte, y eso no es aclarándole a ustedes que ciertamente tuvieron razón en darse por afectados por el uso que hice del término “extinguió” sino más bien como información, no acostumbro a escribir sobre materia que no conozca o que no haya leído nada sobre ella. Cuando escribo y en alguna parte del desarrollo del contenido me acosa una duda, suelo decirlo o destacarlo entre comas o entre paréntesis porque si algo he aprendido en la vida es a no creerme nunca dueño de la verdad. Al saber que ésta es siempre concreta –fuera de las absolutas- puede ser hoy valedera y mañana no o viceversa. Por eso, procuro, cuando escribo, estar lo mejor posible informado sobre la materia que trato como igual se lo deseo a todo quien escriba u opine en base a sus derechos de la libertad de expresión, de pensamiento y de juicio.
Esperando sepan disculparme por lo inapropiado del término que utilicé en relación con el Esperanto, me despido con fraternal saludo.