"El infierno son los otros." Jean-Paul Sartre
La salud del presidente Chávez, es uno de los temas más importante en la actualidad en la opinión pública venezolana e internacional, el tema tiene incidencia en los mercados energéticos, financiero y en el futuro de la izquierda regional en los próximos años. Con una agenda radical contra el modelo neoliberal, Chávez fue una pieza clave del viraje político latinoamericano que abandonó las recetas del FMI y se acercó a posiciones menos conservadores, para manejar los bolsones de pobreza que se acumularon producto del quiebre de las economías locales.
Finalizado el receso navideño en Venezuela, los dispositivos de control mediático - hegemónicos han acelerado el proceso de creación de matrices que en palabras claves plantean: el vacío de poder y la transición política. Desde una lectura fatalista, en ambas se da por descontado la imposibilidad del retorno del presidente Chávez y su muerte, se entendería que el “chavismo” llegó a su derrota definitiva con la ausencia del líder y, que existe una situación de conmoción social que demanda de un proceso rápido de negociación política entre los bloques en pugna durante la última década para evitar el abismo.
Las elecciones presidenciales de hace tres meses marcaron una significativa derrota a las fuerzas de la oposición, que se agudizaron con las regionales que técnicamente la redujeron del mapa, en una situación de raquitismo para el control gubernamental de mediano nivel, el escenario elegido es la Asamblea Nacional donde la oposición intentará posicionar no en la balanza de las decisiones (sin mayoría) sino el control mediático. El papel de las redes sociales es significativo en este proceso, todo apunta a la generación del “malestar” como un indicio inequívoco del ambiente del país, en el mundo al revés como diría Galeano la oposición intenta hacer creíble que Venezuela demanda un cambio en la direccionalidad política cuando el “chavismo” arraso en procesos electorales continuos recientemente.
Detrás del planteamiento de transición se afirma la vieja tesis de la dictadura, y que es fundamental una coalición entre sectores menos radicales del “chavismo” y la derecha para reproducir el viejo pacto de Punto Fijo. Las fricciones al interior del “chavismo” son exaltadas como bandera de una pugna por la sucesión como si se tratara del tiempo de la URSS, se analizan gestos, miradas, para minar la credibilidad en la unidad de la izquierda y desatar espacios para la especulación. Lo cierto es que a días del 10 de Enero la situación del país es de normalidad, la oposición no logra movilización de ningún tipo y se reduce al espectro virtual para reciclarse en los viejos argumentos que invocaron el golpe de Estado del 11 de Abril.
¿Un golpe de Estado?, una oposición menguada en su capacidad de convocatoria, tiene difícil el éxito en una aventura violenta fuera del cauce constitucional, con la tesis de un país divido y el “fin” de la dictadura se apresura a una convocatoria de nuevos comicios electorales, haciendo una interpretación constitucional parcial, la oposición olvida que el chavismo mantiene la legitimidad – legalidad del poder originario producto del sufragio el 07 de octubre y que aún en ese escenario la candidatura de Radonski pondría a fuego su propia unidad. ¿Aceptaría la oposición una nueva derrota? El crecimiento de la oposición no depende ya de un proyecto factible en el marco constitucional sino de acelerar la industria del rumor, crear condiciones de desestabilización y la posibilidad de pescar en aguas revueltas en una desesperada maniobra por evitar sucumbir en la profundización del proyecto bolivariano.
jfortique@hotmail.es
@josefortique