Cuando entré a la escuela de Derecho, donde no estuve mucho tiempo, porque rápidamente advertí que eso no era lo mío, lo poco y de primero que allí aprendí, fue por boca de Aquiles Monagas, el profesor de Derecho Constitucional.
“Las decisiones de la Corte Suprema de Justicia, en este país nuestro, son inapelables. Si a alguien se le ocurre lo contrario, tendrá que ir a la Corte Celestial.”
Coloquialmente, aquel principio constitucional casi universal, lo había traducido el pueblo en la expresión, “quien no esté de acuerdo vaya al cielo a quejarse.”
Por cierto, quien así hablaba, tenía fama de masón, hombre de derecha y poco amigo de la iglesia. Pero también considerado como un profundo conocedor de los asuntos que enseñaba en la facultad correspondiente de la UCV. En los tribunales de la época, los abogados le tenían como un escollo difícil a la hora de litigiar con él. Era, en suma, un hombre de prestigio y respetado en su mundo.
De manera que ese principio, el cual obliga a Insulza meterse la sin hueso en un bolsillo, lo internalicé desde muy joven y me consta, que los adecos y copeyanos, siempre le tuvieron como “algo sagrado”. Por eso, “extraña” que los descendientes de éstos, hayan decidido tirar a la basura su santo dogma. La Corte aquella era tan “independiente” como ésta y uno ni siquiera tenía el privilegio de decirlo.
Uno admite que el Colegio de Abogados, se pronuncie contra la interpretación del TSJ del 231 Constitucional, todo lo relacionado con el tema presidencial y diga que no hay independencia de poderes. Es más, que afirme que lo decidido por el” más alto tribunal de la república”, este calificativo lo rescato yo, es una posición política. Tiene su derecho, como uno, de responderle sin mayor esfuerzo devolviéndole la pelota. Pues eso mismo vale para el Colegio de Abogados, cuyos representantes no aportan absolutamente nada valedero y digno de tomar en cuenta, en su afán de servir a los planes desestabilizadores. Y aquí se acaba este debate.
Pero cuando uno escucha a un obispo, en nombre de la Conferencia Episcopal, decir que en Venezuela la “cosa está muy oscura” y que ese organismo revisará la decisión del TSJ, se acuerda de inmediato de aquella frase del profesor Monagas y la sotana del cura.
El obispo de Cumaná, mi tierra natal, Diego Padrón, cuyo nombre uno debe escribirlo y pronunciarlo con mucho cuidado, sobre todo cuando está en medio de estas cosas, porque por ofuscación puede cambiar la letra inicial del apellido y decir una barbaridad, pareciera que viera el país tras la tela de su sotana negra; lo que por supuesto, en su febril imaginación, le pinta un panorama del color al cual le da el significado racista y de la vieja usanza. Pues lo de oscuro, viene por allí. En este país nos entendemos, por lo menos en cuanto al significado de las cosas y la mala intención. Para él, lo negro es feo, su sotana es fea y está fea la cosa en Venezuela. En conclusión, para el angelical señor, lo negro u oscuro es horrendo y mal presagioso.
Pero nos acordamos de Aquiles Monagas, porque el cura Padrón - ¡cuidadito señor gato! -, informó por allí a algún medio que la Conferencia Episcopal, que ve “la cosa negra”, revisará la decisión del TSJ.
Es posible que haya sido alumno de quien también fue mi profesor, no condiscípulo mío, pues pese tener aproximadamente mi misma edad, no recuerdo haberle visto nunca; mucho menos en Cumaná, donde nací, pateé sus calles hasta desgastar miles de suelas de alpargatas, zapatos y me zambullí, todas las veces del mundo, en el Manzanares todavía lleno de perro de aguas y cotúas.
Pero digo que pudo haber sido alumno de Monagas, porque parece haber interpretado a su gusto aquello que el viejo profesor de Derecho Constitucional decía en broma. Pues Padrón, “creyendo” –ojo: encomillé esta palabra-, por vainas de los políticos y la política, como dijo el Colegio de Abogados del TSJ, que la Conferencia Episcopal es la Corte Celestial, anuncia que ésta revisará la sentencia.
En este país pasan unas vainas increíbles. Gente que uno cree seria y está obligada a serlo, bota la cédula con facilidad ante el menor atoro. Está bien que Leopoldo López, diga que desconoce la sentencia y saldrá a la calle a repudiarla y rechazarla, pero que haga algo parecido el obispo presidente de la CEV, parece como una insensatez. ¡Qué loquera Dios mío!
En lo personal, me apena que el personaje, deseoso de colaborar para encaratar la cosa en Venezuela, sea el “guía espiritual” de Cumaná.
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