Cuando hablamos sobre el Docente o Maestro, lo hacemos sobre una persona que por vocación y compromiso abrazo la causa del magisterio, a través del cual se traza la meta de cerrar filas en la formación generacional de la sociedad en su conjunto.
Ser MAESTRO, así con mayúscula, en primera clase, siempre ha sido una actividad de mucho riesgo, ya que su función fundamental es abrir y despejar el camino para el conocimiento, es ayudar a descubrir las realidades ocultas dentro de la maraña social, conocerla, estudiarla para luego ser capaz de transformarla y adaptarla a las necesidades del común de la gente; esta función cuando se cumple y se asume a cabalidad, pues el docente es más que el trasmisor operativo del saber, lo es también junto con sus alumnos, la comunidad el protagonista por excelencia, es la conciencia que indica el sendero a seguir, proponiendo soluciones, es sujeto y actor de la historia de un pueblo, es su ductor mayor, actividad humana que va más allá de la nobleza y abnegación, que no pocas veces genera enfrentamientos y contradicciones en su praxis educativa contra el orden establecido en cualquier latitud, pues la educación desde tiempos remotos siempre ha tenido carácter subversivo, ya que el hecho educativo que se cumple a través del Docente que es quien entrega las herramientas conceptúales para sacar de la ignorancia a sus semejantes.
Siempre hemos escuchados a educadores esclarecidos que los niños y jóvenes de Venezuela serán lo que quieran sus MAESTROS, de allí que el MAESTRO tiene que ser una persona comprometida con un proyecto de país, que privilegie los valores de la solidaridad, del trabajo en equipo, de compromiso con la comunidad, ser capaz de entender que la educación encierra un carácter político, que la pedagogía tiene un estrecho vinculo con la realidad social, que la crisis de la enseñanza es crisis de los contenidos de la misma.
El papel del Docente de hoy, para ponerse a tono con los cambios por los cuales transita el país en revolución, es formar al nuevo republicano dentro de la diversidad cultural y étnica; superar el reduccionismo científico, superar la fragmentación y atomización del saber y la separación entre las actividades manuales e intelectuales ; proveer al educando de los instrumentos necesarios para resistir los poderes del desarraigo frente a la cultura del consumismo que se encuentra armada para provocarlo .Para ello el docente no puede hacer concesiones a la sumisión y al racionalismo tecnocratico, por el contrario, se hace imprescindible abandonar críticamente la “cultura afirmativa”, que hace del Maestro un ser contemplativo de la realidad y en ningún momento puede plantearse la posibilidad de transformarla, por el contrario, se debe asumir el compromiso con la practica, visualizando que el proyecto pedagógico con sentido social se crea como objeto de ubicar a las vidas dentro del aula, y de emplear el conocimiento y la transformación como armas para cambiar el mundo. Desde la perspectiva del lugar social que ocupan los condenados de la tierra, llega a ser claro que el solo conocimiento, como lo propone la escuela tradicional, no transforma la vida. Sólo la conversión del conocimiento en acción puede operar ese cambio. Esto define concretamente el significado de la práctica: el movimiento dialéctico que tiene lugar entre la conversión de la acción transformadora en conocimiento, y la conversión de esto ultimo en acción transformadora.
En consecuencia, se requiere un Maestro que rompiendo con el conformismo paralizante sea capaz de hacer de su actividad en el aula o fuera de ella, un espacio donde se profundice la confrontación para la búsqueda de una escuela más democrática con verdadero sentido de la participación, donde se impulse la creatividad y se ponga termino con la práctica de copiar formas culturales foráneas.
El MAESTRO, como preceptor de la comunidad debe asumirse como intelectual fronterizo, activista social, investigador critico, agente moral, trabajador católico insurgente, filósofo radical y revolucionario político.
El Educador de hoy, desde una teoría de la liberación, tiene que ayudar al desarrollo del alumno en su aspecto social, intelectual y afectivo, haciendo de ÉL, un elemento socialmente comprometido consigo mismo y con el colectivo al cual pertenece.
“....cuando el MAESTRO no es culto, la educación es un poste de tortura para el alumno.....”
…..”la educación tiene politicidad, la cualidad de ser política.De igual forma la política tiene educabilidad, la cualidad de ser educativa. Los eventos políticos son educativos y viceversa. Dado que la educación es politicidad, nunca es neutral. Cuando pretendemos ser neutrales, como Pilatos, apoyamos la ideología dominante. Al no ser neutral, la educación debe ser liberadora o domesticadora”…..MAESTRO Paulo Freire.
“La educación es una función política de las actividades del hombre, porque por medio de ella se forja la nación, se orienta el porvenir y se impulsa el progreso de los pueblos. El más político de los ciudadanos debe ser el MAESTRO”
Luís Beltrán Prieto Figueroa
“La enseñanza tiene que dejar de ser solamente una función, una especialización, una profesión y volver a convertirse en una tarea política por excelencia, en una misión de transmisión de estrategias para la vida” Edgar Morín.
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