El historiador carupanero Bernardo Tavera Acosta, hablando de cómo en la cultura caraqueña hubo, ha habido y hay una tendencia a minimizar o subestimar a lo que allá llaman aún el “interior del país” o la “provincia”, para lo cual mantienen viva una categoría colonial, porque “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra”, refiere como llaman al Congreso de Cariaco simplemente “congresillo” y a la Gloriosa Campaña de Oriente apenas “Invasión de Chacachacare”.
Justamente por eso y porque nos acercamos a la fecha de cumplimiento del bicentenario de este último acontecimiento, hemos querido hacer las siguientes reflexiones. También, porque pocos meses atrás, el presidente de la República habló de celebrar el bicentenario de “La Campaña Admirable”, aquella inconmensurable gesta iniciada por el Libertador en enero de 1813, tomando la ciudad de Ocaña, cerca de Cúcuta, con la intención de invadir a Venezuela, tal como lo había sugerido en “El Manifiesto de Cartagena”. Una vez obtenido la autorización respectiva del gobierno Neogranadino, Bolívar entra a Venezuela el 14 de mayo de 1813, pasa por Mérida, donde recibe el título de “Libertador”, después de cumplir una gesta heroica y maravillosa, que significó remontar los Andes, desafiar riscos y bajísimas temperaturas, desafiar al hambre y al agotamiento para seguir a Caracas y dar inicio a la II República.
Pero mientras aquello se gestaba, casi al mismo tiempo, pero mucho antes que el ejército libertador de occidente, proveniente de Colombia o Nueva Granada, entrase al territorio venezolano, en el lado opuesto del país, en esta parte de oriente, otro grupo de patriotas, cuyos nombres conoceremos más adelante y quienes dieron inmensos aportes a la causa republicana y americanista a lo largo de la guerra independentista, sin conocimientos de lo que hacían Bolívar y su gente, adelantaban otro proyecto, invadir con el mismo fin de aquellos, “salvar nuestra patria de la dependencia”, como dijo el Acta correspondiente a la gesta iniciada en Chacachacare.
Allí en Chacachacare, una pequeña isla cerca de Trinidad, donde doña Concepción Mariño, hermana de Santiago Mariño, uno de los jefes del plan, tenía una hacienda, se reunieron los patriotas el 11 de enero de 1813 y de inmediato dieron inicio a la “gloriosa Campaña de Oriente”, lo que la historia oficial ha subestimado de varias formas, incluso sólo llamándole “Invasión de Chacachacare” y hasta condenándole al olvido.
Después de la Capitulación de Miranda, los jefes realistas desataron una cruel e intensa represión entre los jóvenes patriotas orientales. Muchos de ellos huyendo de aquel vandalismo fueron reuniéndose en la isla de trinidad. Llegado el momento, cuarenta y cinco de aquellos muchachos, se reunieron en la pequeña isla de Chacachacare, propiedad de doña Concepción Mariño, hermana del prócer. Según Bartolomé Tavera Acosta, no se conoce con exactitud los nombres de todos los hombres que allí estuvieron y agrega, “es necesario observar que, con excepción de Mariño, Manuel Piar, los Bermúdez, José Francisco Azcùe, Manuel Valdez, Agustín Armario, Juan Bautista Videau, Pbro. Domingo Bruzual de Beaumont, José Rafael de Guevara, Rafael de Mayz, José María Otero, Mateo Guerra Olivier, Juan Bautista Cova, José Leonardo Brito Sánchez, Juan Bautista Darìus, Bernardo Martínez, Fernando Gómez de Sàa y uno que otro más, del resto no hay constancia histórica para poder afirmar que fueron de los de Chacachacare”. Pero el mismo autor supone que estuvieron allí, José María Sucre y el futuro Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, “quienes habían salido de Cumaná para Trinidad trece días antes y aparecen luego en los sucesos de Maturín”.
Y aquellos muchachos, reunidos en Chacachacare, “bajo los auspicios” de la hermana del general Mariño, expidieron la siguiente Acta:
“Violada por el jefe español D. Domingo Monteverde la capitulación que celebró con el ilustre general Miranda, el 25 de julio de 1812; y considerando que las garantías que se ofrecen en aquel solemne tratado se han convertido en cadalso, cárceles, persecuciones y secuestros, que el mismo general Miranda ha sido víctima de la perfidia de su adversario; y en fin, que la sociedad se halla herida de muerte, cuarenta y cinco emigrado nos hemos reunido en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña, la magnánima señora doña Concepción Mariño, y congregados en consejo de familia, impulsados por un sentimiento de profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Venezuela, con el objeto de salvar esa patria querida de la dependencia”.
Esta gesta, subestimada por la historia oficial hasta hoy, condujo a la liberación del territorio oriental; pues después de rebasar los límites de la Provincia de Cumaná, llegar a la de Barcelona e incluso hasta la ciudad de Maturín y tomar el control de ese inmenso territorio, aún pudo intentar apoderarse de Guayana.
El individualismo o quizás sòlo por una “inspiración” en el romanticismo, lo que tiene de lo mismo, dejándose llevar por la avasallante figura de Bolívar y por las discrepancias que hubo entre éste y los jefes orientales, sobre cuya naturaleza nos hemos referido en otros trabajos, condujo que a éstos y aquel acontecimiento en particular, se les subestimase, en casos ignorase y hasta se les intentase olvidar. Por eso, evidentemente se les aplicaron nombres con aquel fin.
Si la Campaña Admirable, contribuyó a la restitución de la República, lo mismo hizo la “Gloriosa Campaña de Oriente” y hasta un poco más. Caracas fue siempre una plaza vulnerable. Con frecuencia cambió de manos y eso, más tarde dará origen o fundamento al proyecto de Manuel Piar, largamente acariciado por los patriotas orientales, de tomar a Guayana. Bolívar en Caracas, después de la Campaña Admirable, no pudo soportar el asedio español, particularmente de las gigantescas fuerzas de José Tomás Boves y se dio inicio a lo que se llama en la historia nacional como “Emigración a Oriente”. Se abandona Caracas y las fuerzas militares patriotas, detrás y por delante de ellas, parte de la población caraqueña, parten hacia oriente en busca del amparo de los jefes de esta regiòn del país. En aquella larga jornada e incontables acontecimientos, defendiendo Cumaná del ataque masivo de Boves, el general Manuel Piar Gómez, en la Sabana del Salado, recibió su única derrota
Por lo anterior, para resarcir la gloria de aquellos héroes orientales y particularmente aquel acontecimiento, le llamamos “Gloriosa Campaña de Oriente” y proponemos a las autoridades, tanto nacionales como a la parte del país donde aquellos hechos se produjeron y dieron nacimiento a los hombres promotores de la hazaña, se celebren dignamente, tal como se propuso con la “Campaña Admirable”. Con anticipación, en la oportunidad de dictar una conferencia en la Alcaldía de Puerto La Cruz, hicimos esa proposición.
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