En San Cristóbal estamos de Feria es la época en que mucha gente pasa directa de las rumbas de diciembre y se entrega a disfrutar con los pocos reales y energías que le puedan quedar de las atracciones del jolgorio anual, en que hay de todo, para todos los gustos, aunque no para todos los bolsillos, pues los precios de todo se duplican y hasta se triplican, las llamadas ciudades mecánicas, que enloquecen sobre todo a los infantes son una verdadera estafa, cinco (05) minutos en cualquier aparato cuesta 16 bolívares fuertes, 16.000 de los antiguos, un refresco 15 bolívares, lo sirven en un vaso plástico, toman el hielo con las manos que se limpian con el cabello, manos con la que reciben dinero y dan vueltos y no se diga de la comida chatarra todo sin ningún tipo de control sanitario, pues las autoridades sanitarias brillan por su ausencia, en fin ir la complejo ferial y consumir cualquier cosa es buscarse una infección gástrica que sería lo menos.
Pero además no pocos, sobre todo damas que cuelgan sus carteras de su hombro, tienen que sufrir la sorpresa y la rabia de comprobar que fueron robadas, les abren las carteras sin que se den cuenta, y les hurtan dinero y documentos.
Policías, si, muchos pero comadreando unos con otros en las esquinas, mirando con lascivia a las damas que les pasan por el frente, en lugar de estar circulando ojo avizor, para cumplir con lo que deben, que es detectar los melandros que vienen a la feria a hacer su agosto a costa de incautos.
Mientras ello sucede, los comerciantes del centro de la ciudad y de las zonas comerciales, quedan huérfanos de seguridad y vigilancia, y se convierten en una presa fácil para las acciones delictivas de pistoleros, no son pocos los atracos a que son sometidos; escribo este articulo porque me acabo de enterar en sólo dos cuadras que recorrí a pie, en una avenida céntrica que el día de ayer dos tipos con acento colombiano, armados de sendas pistolas despojaron a los comerciantes de dinero, prendas y mercancías, conversé con las victimas y la queja fue coincidente, durante la feria no se ve en la zona comercial ni un policía para un remedio y además muchos sectores carecen de iluminación publica externa, lo cual es aprovechado por los ladrones a sabiendas de que como todos los policías de los diferentes cuerpos, llámense nacionales, estadales o municipales se encuentran destacados en el complejo ferial, pueden cometer sus fechorías sin ningún riesgo y todas su anchas.
Esto que aquí narro es la herencia de un gobierno que en manos de un copeyano corrupto de siete suelas, le dejó al nuevo gobernador bolivariano, quien estoy seguro giró instrucciones en previsión de no desatender a la población a pesar de la feria, pero por lo visto, y porque quienes deben cumplir las ordenes, son la misma gente, que durante cuatro años actuaron de manera displicente, no se preocuparon por realizar una verdadera labor de protección a la población en general y que cuando lo hacían era previa exigencia a los comerciantes de la correspondiente matraca, mordida o martillada, que nada tiene que envidiarle a la conocida vacuna con la que el nuevo gobernador prometió en su campaña acabar definitivamente.
De todas maneras, que Viva la Feria, que aquí se convierte en un puente entre las rumbas decembrinas y los carnavales, y en terreno fértil para los profesionales del delito, muchos de ellos camuflados como simples visitantes desde el país vecino.
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